LA ORGANIZACIÓN TEXTUAL DE LOS SIGNIFICANTES

LA ORGANIZACIÓN TEXTUAL DE LOS SIGNIFICANTES

Las palabras ortográficas existen por y para el texto; su función es organizar los significados más elementales y proponerlos a la vista del lector de modo tal que la mediación sonora resulte innecesaria Sin embargo resulta difícil restablecer las palabras ortográficas y, por ende, los significados del texto a partir de la sola escucha. De lo que se sigue, que es la observación de las formas gráficas y no su vocalización lo que vuelve posible el encuentro de los significados del texto.

Así, las palabras ortográficas afectan la interpretación y el modo de lectura de los textos. Tanto es así que su modificación podría cambiar radicalmente nuestro modo de aproximarnos a los mismos. Cuando se alteran las configuraciones gráficas a que los lectores de español estamos acostumbrados se pone en riesgo la legibilidad del texto y, lo que es más, la identidad de la propia lengua escrita.

Es pues, el arreglo estable de las letras, verdadero significante gráfico, lo que permite llegar a los significados por la vía visual. De hecho, el carácter de signo de primer orden que las palabras ortográficas han adquirido no solamente vuelve posible los juegos del lenguaje puramente visuales, sino que instituye eso que los gramáticos de la edad media llamaban significado literal o textual, esto es, el significado que se extrae directamente del ordenamiento experimentado por las letras.

En resumen, si las palabras ortográficas son tan eficaces en los textos, es porque proporcionas más información que si la escritura fuera una simple cadena de letras. Una de las funciones más fundamentales de la ortografía es que las combinaciones ortográficas se han convertido en los indicadores de pronunciación de las letras.

Como se habrá podido ver, en las escrituras históricas la ortografía trata de resaltar los significados más allá de la anotación de los sonidos. Siendo ésta, la única manera de crear estabilidad, porque en la medida en que una escritura se desprende del sonido, no sólo se aleja del conflicto que implica la representación de lo que se pronuncia, sino que vuelve posible la unificación de la lengua de regiones y épocas diferentes.

En los textos donde se escribe “según como se dice”, los significantes gráficos o formas gramaticales sólo pueden reconstruirse a partir de los significados contextuales de las expresiones, ¿de qué otro modo, pues, es posible saber si cuytado, cuidado y coytado, y fablan, ffablan y fabrasen, formas que aparecen en los textos hispánicos antiguos, son la misma palabra o pertenecen a una misma familia? Por otra parte hay que reconocer que la normalización ortográfica basada en la anotación de los sonidos distintivos, a pesar de crear regularidades, es imposible que atienda a todas las variedades de habla presentes en una determinada época y, menos aún, que ésta pueda sostenerse en el tiempo.

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