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La Importancia De Llamarse Ernesto


Enviado por   •  27 de Abril de 2014  •  18.636 Palabras (75 Páginas)  •  406 Visitas

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Saloncito íntimo en el piso de Algernon, en Half-Moon-Street. La habitación está lujosa y artísticamente amueblado. Óyese un piano en el cuarto contiguo. Lane está preparando sobre la mesa el servicio para el té de la tarde, y después que cesa la música entra Algernon.

ALGERNON.- ¿Ha oído usted lo que estaba tocando, Lane?

LANE.- No creí que sea de buena educación escuchar, señor.

ALGERNON.- Lo siento por usted, entonces. No toco muy bien…, -todo el mundo puede tocar correctamente-, pero toco con una expresión admirable. En lo que al piano se refiere, el sentimiento es mi fuerte. Guardo la ciencia para la Vida.

LANE.- Sí, señor.

ALGERNON.- Y, hablando de la ciencia de la Vida, ¿ha hecho usted cortar los sándwiches de pepino para lady Bracknell?

LANE.- Sí, señor. (Los presenta sobre una bandeja.)

ALGERNON.- (Los examina, toma dos y se sienta en el sofá.) ¡Ah!... A propósito, Lane: he visto en su libro de cuentas que el jueves por la noche, cuando lord Shoreman y mister Worthing cenaron conmigo, usted anotó que habían consumido ocho botellas de champagne.

LANE.- Sí, señor; ocho botellas y cuarto.

ALGERNON.- ¿Por qué será que en una casa de un soltero son, invariablemente, los criados los que se beben el champagne? Lo pregunto por curiosidad simplemente.

LANE.- Yo lo atribuyo a la superior calidad del vino, señor. He observado con frecuencia que en las casas de los hombres casados rara vez el champagne es de primera calidad.

ALGERNON.- ¡Dios mío! ¿Tan desmoralizador es el matrimonio?

LANE.- Yo creo que es un estado muy agradable, señor. Tengo poquísima experiencia, hasta ahora. He estado casado, sólo una

vez. Fue a causa de un error entre una muchacha y Yo.

ALGERNON.- (Lánguidamente.) No estoy muy interesado en su vida familiar, Lane.

LANE.- No, señor; no es un tema muy interesante. Yo nunca pienso en ella.

ALGERNON.- Es natural y no lo dudo. Eso es todo, Lane; gracias.

LANE.- Gracias, señor (Se va.)

ALGERNON.- ¡Las ideas de Lane sobre el matrimonio parecen algo relajadas! Realmente, si las clases bajas no dan buen ejemplo, ¿para qué sirven en este mundo? Como clase social, parece que no tienen ningún sentido de responsabilidad moral. (Entra Lane.)

LANE.- Mister Ernesto Worthing. (Entra Jack. Vase Lane.)

ALGERNON.- ¿Cómo estás, querido Ernesto? ¿Qué te trae a la ciudad?

JACK.- ¡Oh, la diversión, la diversión! ¿Qué otra cosa puede ser? ¡Ya veo que tú estás comiendo como de costumbre, Algy!

ALGERNON.- (Severamente.) Creo que es costumbre en la buena sociedad, tomar un ligero refrigerio a las cinco. ¿Dónde has estado desde el jueves pasado?

JACK.- (Sentándose en el sofá.) En el campo.

ALGERNON.- ¿Y qué hacías allí?

JACK.- (Quitándose los guantes.) Cuando está uno en la ciudad, se divierte solo. Cuando está uno en el campo, divierte a los demás. Lo cual es extraordinariamente aburrido.

ALGERNON.- ¿Y quiénes son esas gentes a las que diviertes?

JACK.- (Con tono ligero) ¡Oh! Vecinos, vecinos.

ALGERNON.- ¿Tienes vecinos agradables en Shropshire?

JACK.- ¡Perfectamente molestos! Nunca hablo con ninguno de ellos.

ALGERNON.- ¡Cuánto debes divertirles! (Se levanta y coge un «sandwich».) A propósito, ¿tú eres de Shropshire, verdad?

JACK.- ¿Eh? Sí, claro. ¡Vaya! ¿Por qué todas esas tazas? ¿Esos sándwiches de pepino? ¿Por qué ese loco derroche en un hombre tan joven como tú? ¿Quién va a venir a tomar el té?

ALGERNON.- ¡Oh! Solamente mi tía Augusta y Gwendolen.

JACK.- ¡Qué encanto! ¡Perfecto!

ALGERNON.- Sí, está muy bien; pero me temo que tía Augusta no apruebe mucho que estés aquí.

JACK.- ¿Puedo preguntar por qué?

ALGERNON.- Querido amigo, tu manera de flirtear con Gwendolen es realmente vergonzosa. Es casi tanto como la manera de flirtear de Gwendolen contigo.

JACK.- Estoy enamorado de Gwendolen. He venido a la ciudad expresamente para declararme.

ALGERNON.- Yo creí que habías venido a divertirte... A eso yo le llamo negocios.

JACK.- ¡Qué poco romántico eres!

ALGERNON.- Realmente, no veo nada de romántico en una declaración. Es muy romántico estar enamorado. Pero no hay nada de romántico en una declaración definitiva. ¡Incluso e pueden decirle a uno que sí! Y creo que generalmente sucede así. Y entonces, ¡se acabó toda pasión! La verdadera esencia del romanticismo es la incertidumbre. Si alguna vez me caso, haré todo lo posible por olvidar el hecho.

JACK.- Eso no lo dudo, querido Algy. Pero el Divorcio fue inventado especialmente para la gente que tiene la memoria, extraordinariamente establecida.

ALGERNON.- ¡Oh, es inútil hacer reflexiones sobre este tema! Los divorcios se elaboran en el cielo... (Jack alarga la mano para coger un «sándwich». Algernon se interpone en el acto.) Por favor no toques los sándwiches de pepino. Están preparados especialmente para tía Augusta. (Toma uno y se lo come.)

JACK.- ¡Bueno, pero tú te los has estado comiendo todo el tiempo!

ALGERNON.- Es completamente distinto. Es mi tía. (Toma el plato de debajo.) Come pan con mantequilla. El pan con mantequilla es para Gwendolen. A Gwendolen le gusta con locura el pan con mantequilla.

JACK.- (Aproximándose a la mesa y sirviéndose) Y este pan y esta mantequilla son igualmente buenos.

ALGERNON.-

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