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La Importancia De Los Hermanos Grimm


Enviado por   •  4 de Marzo de 2015  •  1.232 Palabras (5 Páginas)  •  331 Visitas

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Erase una vez un rey y una reina que vivían en buena paz y contentamiento con sus doce hijos, todos varones. Un día, el Rey dijo a su esposa: - Si el hijo que has de tener ahora es una niña, deberán morir los doce mayores, para que la herencia sea mayor y quede el reino entero para ella.

Y, así, hizo construir doce ataúdes y llenarlos de virutas de madera, colocando además, en cada uno, una almohadilla. Luego dispuso que se guardasen en una habitación cerrada, y dio la llave a la Reina, con orden de no decir a nadie una palabra de todo ello. Un día la madre mostró al hermano menor los ataúdes y explico el motivo por el que se encontraban allí. El muchacho respondió: -Mira, nos marcharemos.

Respondió ella entonces: - Vete al bosque con tus once hermanos y cuidad de que uno de vosotros esté siempre de guardia, encaramado en la cima del árbol más alto y mirando la torre del palacio. Si nace un niño, izaré una bandera blanca, y entonces podréis volver todos; pero si es una niña, pondré una bandera roja. Huid en este caso tan deprisa como podáis, y que Dios os ampare y guarde.

Después de bendecir a sus hijos, partieron éstos al bosque. Montaban guardia por turno, subido uno de ellos a la copa del roble más alto, fija la mirada en la torre. Transcurridos once días, el hermano menor vio que izaban una bandera. ¡La cual era roja como la sangre, y les advertía que debían morir. Al oírlo los hermanos, dijeron encolerizados:

- ¡Qué tengamos que morir por causa de una niña! Juremos venganza.

En tanto la reina tuvo una niña tan preciosa que el rey no podía ocultar su gran dicha, y ordenó una fiesta. Él no solamente invitó a sus familiares, amigos y conocidos, sino también a un grupo de hadas, para que ellas fueran amables y generosas con la niña. Eran trece estas hadas en su reino, pero solamente tenía doce platos de oro para servir en la cena, así que tuvo que prescindir de una de ellas. Los hermanos se dieron cuenta de lo sucedido y se aliaron con el hada que no fue invitada.

La fiesta se llevó a cabo con el máximo esplendor, y cuando llegó a su fin, las hadas fueron obsequiando a la niña con los mejores y más portentosos regalos que pudieron.

Cuando la décimo primera de ellas había dado sus obsequios, entró de pronto la décimo tercera. Ella quería vengarse por no haber sido invitada, y siguiendo las instrucciones de los hermanos, gritó con voz bien fuerte: "¡La hija del rey, cuando cumpla sus quince años, caerá muerta inmediatamente!" Y sin más decir, dio media vuelta y abandonó el salón.

Todos quedaron atónitos, pero la duodécima, que aún no había anunciado su obsequio, se puso al frente, y aunque no podía evitar la malvada sentencia, sí podía disminuirla, y dijo: "¡Ella no morirá, pero entrará en un profundo sueño por cien años!"

Entretanto había crecido la niña que diera a luz la Reina; era hermosa, de muy buen corazón, y tenía una estrella de oro en medio de la frente. Un día que en palacio la niña vio entre la ropa doce camisas de hombre y preguntó a su madre: - ¿De quién son estas doce camisas? Pues a mi padre le vendrían pequeñas. Le respondió la Reina con el corazón oprimido: - Hijita mía, son de tus doce hermanos. - ¿Y dónde están mis doce hermanos -dijo la niña-. Jamás nadie me habló de ellos:

La Reina le dijo entonces: - Dónde están, no lo sé. Andarán errantes por el vasto mundo. Y, llevando a su hija al cuarto cerrado, abrió

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