La Mortalidad De Un Amor Hecho De Seda

La mortalidad de un amor hecho de Seda

Adrián Alcántara Solar

Hay quienes dicen que el amor nunca muere, así como hay quienes no creen siquiera en el amor. Fijándonos en esta disputa, puede resultar realmente interesante poner atención a una contradicción que surge al leer Seda de Alessandro Baricco después de haber leído El libro del buen amor del Arçipreste de Hita. En Seda se nota un cambio radical que tuvo la relación amorosa de Hervé Joncour y Hélène después de la aparición de cierta joven misteriosa en la historia, podríamos llegar a preguntarnos si en realidad al final el amor que había entre estos dos personajes muere. Sin embargo, al leer los consejos del Arçipreste, veremos que él nos dice que el amor nunca fallece. ¿Por qué entonces pareciera que el sentimiento entre Hervé Joncour y Hélène se va por completo? ¿Es esto cierto?

El Arçipreste de Hita nos afirma con seguridad que si el amor se sirve crece, y que no perece: "Sírvela, non te enojes, sirviendo el amor crece; el serviçio en el bueno nunca muere sin peresçe; si se tarda, non se pierde, el amor nunca fallesçe" (Hita, 60). E insiste en varias ocasiones en que si se siguen bien esos consejos, se obtendrá un buen amor, sin lugar a dudas. Con base en eso, se podría suponer que en el momento en el que Hervé se lleva a Hélène a la Riviera está sirviendo amor, está tratándola bien, tal y como está en los consejos de El libro del buen amor, se podría suponer que la relación va a salir adelante porque Hervé se preocupa por eso.

No obstante, los problemas que Hervé temía que se volvieran realidad aparecen, esta mujer misteriosa de Japón vuelve a aparecer y deja a Hervé inquieto, caviloso, pensando sin parar en ella. Entonces surgen las inquietudes de Hélène, quien descubre que su esposo decidió ir por su propia cuenta a Japón la última vez que fue: "Hélène, como todos los años, le ayudó, sin preguntar nada, y ocultándole todas sus inquietudes" (Baricco, 82). Quizá es ahí donde cometió el error Hervé, él ya no debió volver a Japón, no debió decidir regresar porque ahí fue cuando Hélène notó algo. Ahí es donde ya no sigue las palabras del buen amor, Hervé regresa a Japón, descuida a Hélène y cae en la "pereza" que tanto menciona el Arçipreste.

Podemos concluir que no podemos confiarnos pensando que pase lo que pase el amor nunca fallece, porque de un descuido se puede encontrar cierta fragilidad, puede quitarle el equilibrio a una relación, y partir de ahí puede morir el amor. Eso es lo que simboliza la muerte de Hélène en la historia, al final Hervé Joncour no pudo salvar el amor que alguna vez tuvo con ella y el sentimiento muere de fiebre cerebral, sí desapareció su amor y fue por no seguir al pie de la letra los consejos de El libro del buen amor.

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