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La Noche Boca Arriba


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  466 Palabras (2 Páginas)  •  965 Visitas

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LA NOCHE BOCA ARRIBA

(Síntesis)

Un hombre a mitad del largo zaguán del hotel, se apuró a salir para sacar la motocicleta donde el portero le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez, y se dio cuenta que llegaría con tiempo a su destino. El joven iba algo distraído, pero sin perder el rumbo, se dejo llevar por la tersura. Su involuntario relajamiento no pudo impedir el accidente.

Cuatro a cinco jóvenes lo sacaban de debajo de la moto, después de cinco minutos llego la ambulancia policial, y lo subieron a una camilla. A pesar del accidente, se sentía bien. Las náuseas le volvían poco a poco, mientras lo llevaban a un pabellón al fondo, a la sala de radio, después de veinte minutos, pasó a la sala de operaciones.

Entro en un sueño, percibía una serie olores lo que para él era algo curioso, tenia que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su salvación era esconderse en lo denso de la selva. <<Huele a guerra>>, pensó. Tenía miedo lo que no era extraño; no se oía nada, pero el miedo seguía allí como él olor, ese incienso de la guerra florida. Entonces sintió una bocanada horrible del olor que mas temía, y salto desesperado hacia adelante.

Abrió los ojos y se despego casi físicamente de la última visión de la pesadilla. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando cada ves mas.

Primero fue una confusión, comprendía que estas corriendo en plena oscuridad, tenía las esperanzas de que los guerreros no le siguieran el rastro. El olor a guerra era insoportable, cuando sin darse cuenta ya lo tenía rodeado, y entonces una soga lo atrapo desde atrás.

No quería seguir pensando en la pesadilla. Distinguía las formas de la sala, ya se le había pasado la fiebre. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto.

Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Lo habían traído al teocalli, solo esperaba su turno. Lucho por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Vio abrirse la puerta, y le olor de las antorchas le llego antes que la luz. Ahora lo llevaban, era el final.

Salió de un brinco a la noche del hospital, y a la vez gozaba del saber que ahora estaba despierto. Le costaba tener los ojos abiertos, hizo un último esfuerzo, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro; olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura del sacrificador que venia hacia él, alcanzo a cerrar otra vez los parpados, aunque ahora si sabía que no iba despertar, que estaba despierto. El hombre toma conciencia de la verdadera realidad, que su sueño, era real y que su realidad era su sueño.

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