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La historia de cómo me convertí en un escritor


Enviado por   •  20 de Febrero de 2014  •  Informes  •  479 Palabras (2 Páginas)  •  198 Visitas

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ESCRIBIR

¿Qué si me gusta?... Me encanta!!! Hace ya muuuuchos años descubrí que en muy variadas situaciones me ha sido más fácil escribir que hablar, y es que acepto que soy medio miedosilla para hablar y eso que con los años he mejorado mucho en mi expresión oral y si ahora me impone un público desconocido ¡¡me hubieran visto cuando niña!!!

En la escuela sólo contestaba cuando me preguntaban directamente, ni esperanzas de que levantara la mano!!!, aun cuando supiera la respuesta, que era muy común, porque creo que todo lo temerosa que era para hablar, la vida me lo compensó con la habilidad de escuchar.

No crean que digo que soy buena escribiendo, pero tenía que comunicarme de algún modo. Y como en mis tiempos de primaria se valoraba mucho a los niños casi mudos como yo, pues crecí pensando que no hablar en clase no era tan malo, a mis maestros tampoco parecía afligirles, lo bueno para ellos era que aprendí bien a contestar exámenes y no hacía ruido. Poco me duró ese pensamiento benévolo porque cuando entré a la secundaria empezaron a agarrar de moda la participación en clase, pero como éramos muchos contaban como participación decir el título de la exposición y… me salvaba con decir un par de palabras.

Pero donde me hice más escritora que nunca fue cuando entré al Bachillerato y luego a Licenciatura, ahí sí que no me salvaba, todo era exponer, exponer, presentar, argumentar y como para colmo de males había compañeras con dotes de perico, las cortas de palabras quedábamos en seria desventaja, entonces descubrí el impacto que podía tener la producción de un buen texto y compensé con mis escritos (que trataba de hacer impecables y con letra casi dibujada) mi participación hablada.

También fue en ese tiempo que empecé a utilizar la carta como un medio común de comunicación, como estudiaba en un internado, tenía que convencer a mi mamá por escrito de cuanto se ofreciera. Me concentraba en la intención del escrito y escribía una y otra vez hasta que me convencía a mí misma con mis argumentos.

Claro que la vida todo cobra y luego de tanta carta tendenciosa me mandó una hija que desde que empezó a escribir se ha dedicado a hacerme reclamos graciosos mediante sus “cuentitos” “era una ves una mama que no le prestaba el telefono a su ijita…” y se agarraba descargando su frustración, dejándome muy mal parada con sus maestros y con toda la familia. Traté de continuar escribiendo para contrarrestar sus infantiles textos, acepto que a estas alturas es muy difícil ganarle por escrito, yo sigo intentándolo. ¡Ni hablar! Hace poco me escribió una frase al respecto y tengo que aceptar que me encantó: “Si el alumno no supera al maestro, ni el alumno es buen alumno, ni el maestro es buen maestro” ¡¡¡¿Que me habrá querido decir?!!!

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