Las Drogas

El Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos a cargo de Anibal Fernández es el encargado de controlar el derecho de admisión a los estadios de Buenos Aires, si de Buenos Aires, porque pareciera que para el gobierno en el resto del país no existe violencia en los estadios.

Lo preocupante es que este ministro, no es otro que el que afirmó públicamente que las muertes de Gonzalo Acro y Emmanuel Alvarez no eran muertes del fútbol.

Ayer, los políticos volvieron a las andadas al utilizar a las hinchadas de River y Boca para atacar al Grupo Clarín, que es quien maneja el negocio de la televisación de los partidos.

Banderas de ambos lados criticaban la televisación codificada: “Clarín, el fútbol es pasión, no un curro” decían los Borrachos del Tablón y “Clarín, queremos fútbol gratis por tevé” afirmaba la barra de Boca, mientras fuera del estadio la agrupación “La Cámpora” fundada y comandada por el hijo de la presidente de la Nación repartía volantes a favor de la Ley de Radiodifusión poniendo énfasis en que “queremos: que el fútbol vuelva a ser de los argentinos y que no sea el curro de una canal por cable”.

No hay que ser muy perspicaz para entender que esto comenzó con el discurso que hace pocos días el ex presidente Kirchner en el acto de San Miguel afirmó a los gritos: “Todos tienen que tener acceso a los partidos de fútbol de los domingos sin pagar”.

Luego, funcionarios de los que nunca faltan y con este guiño negociaron con los barras la colocación de las banderas a un costo, en negro, de 50.000 pesos por hinchada, según denuncia hoy el diario “Crítica de la Argentina”.

Entonces, y a pesar del discurso oficial contra la violencia en los estadios, la realidad nos muestra que la connivencia entre barras bravas, políticos y sindicalistas continúan a la orden del día.

No son pocos quienes afirman que fue el mismísimo presidente de Boca Amor Ameal fue el nexo entre “La Doce” y la Casa Rosada y en el caso de River, no pocos involucran a Mariano Mera Figueroa, candidato a presidente del club e hijo del conocido dirigente peronista Julio Mera Figueroa.

Lo cierto es que, con las encuestas en la mano que le indican que el 70 % de los simpatizantes del fútbol quiere los partidos por televisión abierta, Néstor Kirchner está dispuesto a echar mano a los indeseables del fútbol con tal de posicionarse públicamente y derrotar al Grupo Clarín.

Para ello sumó a varios ministros y funcionarios de primera y segunda línea que se movieron en la Bombonera explicando que los portadores de las banderas eran solo “hinchas comunes”.

Para completar el operativo, la agencia oficial Telam pasadas las 14 horas emitía un cable donde “informaba” que los hinchas reclamaban fútbol libre antes del superclásico.

Pero ya se sabe, negociar con estos delincuentes trae sus consecuencias, además de las económicas. Así, a pesar de que 100 hinchas de River y 74 de Boca no podían ingresar al estadio, muchos de ellos lograron hacerlo, incluido el jefe de La Doce, Mauro Martín.

Mientras el oficialismo usa a los barras para lograr la aprobación de la nueva Ley de Radiodifusión y llevar agua para su molino seguimos sin tener una Ley Nacional del Deporte que abarque a todas las jurisdicciones y encare definitivamente el tema de la violencia.

Dicen que el gobierno luego de la prueba de ayer prepara nuevos “banderazos espontáneos” en otras canchas.

Si los políticos continúan utilizando a estos especialistas en negocios turbios, aprietes y violencia como mascarón de proa en sus luchas políticas la erradicación de la violencia será solo una utopía a pesar de lo que afirme el ministro Fernández que prometió luchar contra ella.

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