Manifiesto trascendentalista/ Estación de fiebre/Séptimo círculo/Hombres en escabeche
Margarita ChavesEnsayo2 de Marzo de 2020
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Hombres en escabeche/El séptimo círculo
En las obras Hombres en escabeche (2012) de Ana Istarú y En El séptimo círculo (2009) de Daniel Gallegos, se refuerza, de diversas maneras, el mensaje que da pie a la obra: ya sea la protesta en contra de la construcción de roles de género o la crítica a la violencia.
En Hombres en escabeche esta crítica a la construcción de estereotipos genéricos se realiza mediante diferentes estrategias dramáticas. En primer lugar, por medio de la utilización del monólogo; en segundo, mediante la ruptura de lo que se conoce en teatro como la cuarta pared y, finalmente, con la utilización de lo que Guillén (2000) llama la acción dramática presente.
La construcción de estos estereotipos, en Hombres en escabeche, la hacen especialmente los personajes masculinos, ya sea el padre o alguno de los novios de Alicia. A estos, ella responde con fuertes críticas. El monólogo, como ya se dijo, es la forma discursiva que se utiliza en la obra para censurar estos estereotipos, un ejemplo es el siguiente:
[…] ¿Qué es lo que quieren los hombres? ¿Una virgen con pasado? ¿A Madona haciendo la primera comunión? ¡No! ¡Peor aún! Quieren a la madrecita de sus hijos, tonta, ciega, sorda y muda, feroz en la cama como tempano de hielo […] (p.127).
La cita anterior es parte de una de las críticas más fuertes que hace Alicia en el desarrollo de la obra, en esta se logra observar la utilización del monólogo, ya que el personaje no se está dirigiendo a otro personaje, se encuentra, como dice la acotación, a solas. Esta forma discursiva se utiliza, según Guillén (2000), porque se quiere privilegiar una voz que exterioriza sus pensamientos y, a la vez, plantea una problemática, es decir, Alicia denunciando la construcción de roles de género que afecta tanto a hombres como a mujeres.
El resto de las estrategias dramáticas empleadas están estrechamente relacionadas con el uso del monólogo, así, se logra observar la ruptura de la cuarta pared a la hora de hacer este tipo de protestas. La mayor parte de las veces, cuando Alicia hace sus monólogos, hay una acotación que dice que se está dirigiendo al público, esto es romper con la cuarta pared. Por ejemplo:
Un momento, me dirán ustedes. Hoy día la cosa no está tan dispareja. Nadie va a persignarse porque una noviecita traviesamente celebrara su luna de miel antes que la boda. De acuerdo. Pero muchas veces porque lo hace con su futuro esposo […] (p.70)
En la cita se logra observar la estrecha relación que se establece entre la actriz y el público. Esto lo que supone es la ampliación del espacio teatral, ya que no solo incluye la escena, sino también la sala, el público es el confidente de Alicia. Todo esto refuerza el mensaje crítico que quiere transmitir la obra, pues está explícitamente dirigido a los espectadores.
Finalmente, esta protesta en contra de la construcción de estereotipos genéricos se refuerza por medio del uso de la acción dramática presente, esto es, según Guillén (2000), “que la acción de la narración se establece en la acción presente de la escena” (p. 85). Es decir, los hechos se dan igual en el tiempo de representación y en el tiempo real, lo que ocasiona que la crítica contra este tipo de construcciones sea aún más fuerte, ya que es en tiempo presente.
En lo que respecta a la obra En el séptimo círculo, de Daniel Gallegos, la crítica a la violencia no se hace por medio de una voz autorreflexiva que denuncia de forma directa, como en Hombres en escabeche, sino que por medio de una serie de estrategias dramáticas se causa un sentimiento de crítica a la violencia, lo que incita al espectador/lector al cambio. Las estrategias dramáticas que causan esta sensación son, en primer lugar, la utilización de un lenguaje crudo, en segundo, la ruptura de la cuarta pared y, finalmente, la suspensión del tiempo.
De acuerdo a lo que menciona Kohut (2002), la violencia siempre está vinculada con el poder, no hay manera de entender el poder cabalmente, si no está incluida la violencia. Este argumento envuelve la obra de Gallegos, ya que la violencia se presenta en el grupo que tenga el poder. En un primer momento, los cuatro jóvenes son quienes están empoderados, por lo que son estos quienes actúan de forma cruel y violenta con los ancianos, sin embargo hay un elemento cambiante (el líquido en la cara de Rufino) que hace que los roles de víctima y victimario se alternen.
La relación violencia-poder se muestra en la obra por medio de la utilización del lenguaje, ya que el que tenga el poder será el que emplee un lenguaje más crudo y violento, así, cuando son los jóvenes los que están empoderados Manolo expresa: “Vieja hijueputa, cree que va en serio que quiero verle las tetas que están más secas y arrugadas que un par de ciruelas de lata” (p. 60). Cuando son los ancianos, de igual forma, se da la utilización de un lenguaje fuerte, por ejemplo, Dora le dice a los jóvenes: “[…] Váyanse a la mierda. Ustedes no tienen dignidad […]” (p. 100). Como se logra observar el empoderamiento va a determinar la forma de expresarse de los personajes y esto, a su vez, funciona como mecanismo de refuerzo a la crítica de la violencia.
Otro mecanismo utilizado, como ya se mencionó, es la ruptura de la cuarta pared, pero hay que tener en cuenta que esta ruptura no es la convencional, ya que en ningún momento los personajes se dirigen directamente al público, sin embargo se crea un espacio psicológico en el que no solo los personajes de la obra están encerrados en la casa, sino que el espectador también está atrapado dentro de ella. Según Eidelberg (1979), lo que se quiere al confrontar la audiencia con este ambiente hostil y sofocante es que se reconozca a sí misma dentro de esa violenta realidad y reflexione.
Finalmente, la suspensión del tiempo refuerza la crítica contra la violencia, Eidelberg (1979) expresa que al estar en un ambiente claustrofóbico, como lo es el encierro en la casa, el tiempo parece estar suspendido. La acotación final refuerza esta idea: “Rufino se acerca y todo parece transcurrir como en un movimiento de cámara lenta. Dora alza los brazos para dejar caer el envoltorio […] Todo parece congelarse […]” (p. 123). Para Eidelberg (1979) la temporalidad estática o circular es característica del teatro latinoamericano que denuncia la ritualización de la violencia.
Como se ha logrado observar tanto en Hombres en escabeche como En el séptimo círculo, se refuerza mediante diferentes estrategias dramáticas una crítica, ya sea a la construcción de estereotipos genéricos o a la violencia. En cuanto a la forma discursiva, en la obra de Istarú se prefiere el uso del monólogo para realizar esta denuncia, mientras que en la de Gallegos, se utiliza únicamente el diálogo.
En ambas obras se utiliza la ruptura de la cuarta pared, pero se hace de formas distintas, así en Hombres en escabeche la actriz se dirige directamente al público, ya que este es su confidente, pero En el séptimo círculo es una ruptura más relacionada con el espacio, esto debido a que se debe crear en la audiencia un efecto de encerramiento, es decir, tanto el público como los personajes se encuentran atrapados en la casa.
En lo que respecta al tiempo, en la obra de Gallegos, se intenta que sea estático, que se frene, para tener un mayor efecto. Mientras que en la obra de Istarú, se consigue este efecto por medio de acción dramática presente.
Sin embargo, cabe destacar que ambas obras tienen como fin dar cabida a la reflexión del espectador/lector para que estas situaciones, ya sean los estereotipos o la violencia, cesen.
Manifiesto trascendentalista/ Estación de fiebre
En Manifiesto trascendentalista (1977) y Estación de fiebre (1983) se plantean dos ejercicios poéticos distintos, pues se presentan diferentes formas de concebir y plasmar la poesía. Sin embargo, no puede decirse que tengan planteamientos radicalmente distintos, ya que se logran reconocer elementos similares en ambas obras.
El Manifiesto trascendentalista, escrito por Laureano Albán, Julieta Dobles, Ronald Bonilla y Carlos Francisco Monge, fue publicado en 1977 como reacción en contra de la poesía conversacional que estaba en boga en Centroamérica (Rodríguez, 2006, p. 112). En este manifiesto el arte poético es concebido como un acto trascendental, es decir, que sobrepasa la experiencia humana. En los poemas esto se plasma mediante la utilización de palabras o frases que generen sensación de grandeza, un ejemplo de ello es el poema “Este milagro”, de Ronald Bonilla, ya que se utilizan palabras como: “atardecer”, “ocaso” “espacio”, “sol, “eternidad”, “estrellas”, “arena”,”profunda” (p.174). Todas estas provocan ya sea una sensación de inmesidad o de infinidad en el lector lo que hace que este experimente una vivencia trascendetal.
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