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Mito De Juarez


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  6.171 Palabras (25 Páginas)  •  178 Visitas

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Artículo publicado en “Palabra”, revista doctrinal e ideológica del

Partido Acción Nacional, Año 15, Nums. 60/61, abril-junio / julio-septiembre,

México 2002, pp. 127-144

El mito de Benito Juárez en México

Por Bernardo López Ríos

Es curioso, como lo señalaba Carlos Castillo Peraza, que el indigenismo oficial haya tenido como uno de sus paradigmas al “indio Juárez”, precisamente el que hizo todo para entregarle una buena parte del territorio mexicano a Washington. Además, es deshonroso para el “benemérito”, que hayan sido estadounidenses los legisladores que resistieron los intentos de soborno perpetrados por el yerno de Benito Juárez, con los que el gobierno de éste trató de lograr los votos necesarios para, a cambio de dinero, ceder a los Estados Unidos el Istmo de Tehuantepec.

Título inadecuado

Cabe señalar que el título de “benemérito de las Américas” es ilegítimo para Benito Juárez, ya que la legislatura colombiana que así lo nombró, no tenía, ni podía tener jurisdicción en las demás naciones del Continente Americano, ni autoridad para otorgar un título que fuera reconocido por todas ellas.

Presidencia ilegítima

El 18 de enero de 1858 México tenía tres presidentes: Ignacio Comonfort, quien renunciaría el día 21 del mismo mes, y los dos autonombrados, con dos gobiernos: el del general Félix Zuloaga en México apoyado por el general Miguel Miramón y los conservadores, y el de Juárez en Guanajuato apoyado por los liberales. Ambos gobiernos eran revolucionarios y pronto estallaría la guerra de tres años. La legalidad de Juárez como presidente ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, ya que Comonfort aún no renunciaba, y Juárez se declaró presidente tres días antes de que aquél saliese. Además, Juárez no había rendido la protesta requerida. Por si esto fuera poco, el 15 de abril de 1858 Juárez se embarcó para Panamá de donde pasó a Nueva Orleáns, perdiendo con esto su carácter de Presidente, (si es que lo tenía), según lo establecía la Constitución que él mismo decía defender.

El Tratado McLane-Ocampo

El gobierno de Zuloaga había sido reconocido por todas las potencias, inclusive por el de Estados Unidos que tenía esperanzas en obtener lo que ya les había prometido Comonfort: la cesión de una parte muy considerable del territorio nacional y el paso a perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec. Como John Forsyth, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos recibió una rotunda negativa de Zuloaga para aceptar estas vergonzosas proposiciones, se apartó del gobierno de Zuloaga y se dirigió al de Juárez. Forsyth llegó al extremo de tener en su propia casa a los jefes de la revolución juarista para que conspiraran a mansalva.

Francisco Bulnes (notable polemista liberal y autor de los famosos libros: “El verdadero Juárez y la verdad sobre la Intervención y el Imperio” y “Juárez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma”; la publicación de estas obras entre 1904 y 1905 causó un gran revuelo a nivel nacional) señala que si las proposiciones de los Estados Unidos hechas por Forsyth hubieran sido aceptadas por el gobierno conservador, “la marina de guerra americana hubiera arrojado a Juárez de Veracruz, el efecto de los 25 millones hubiera sido dar el triunfo a la reacción y el Presidente Buchanan hubiera dado todo su apoyo material y moral a Miramón. Los reaccionarios sacrificaron sus intereses de partido a su aversión por vender territorio a los Estados Unidos”.

En contraste, Juárez estaba dispuesto a vender a su propio país con el fin de conseguir el reconocimiento de su gobierno por los Estados Unidos, junto con la ayuda económica de todo género que esto implicaba. El 14 de diciembre de 1859 el gobierno juarista firmó el Tratado McLane-Ocampo, por el cual Juárez se comprometió a conceder a los Estados Unidos: el derecho perpetuo de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, con la posibilidad de ser vigilado por tropas estadounidenses en defecto de las mexicanas; el derecho de paso a las tropas estadounidenses a través de territorio mexicano para proteger las vidas y hacienda de sus ciudadanos y aun por cualesquiera otras causas; indemnización por los gastos erogados por los Estados Unidos a consecuencia de su intervención militar, aun con entrega de territorio. Por su parte, México tendría derecho a solicitar la intervención armada de los Estados Unidos cuando peligrara el gobierno de los liberales.

El Tratado McLane-Ocampo no logró obtener la ratificación del Senado de los Estados Unidos, porque los senadores del Norte consideraban la adquisición de nuevos territorios de México como una pretendida expansión de tierras esclavistas. La Carolina del Sur se apartó de la Unión el 20 de diciembre de 1860, y pronto la siguieron otros Estados del Sur, y con eso estaba ya a punto de estallar nuestra Guerra Civil; sin embargo, Juárez había logrado el reconocimiento de su gobierno de parte del Presidente Buchanan, y eso era lo que importaba.

Origen de la idea de vender territorio nacional

En 1847 Juárez se inició como aprendiz en la logia masónica Independencia número 2. Desde el principio de su vida pública, Juárez se había unido al grupo político de sus maestros en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca: los liberales. La mayoría de ellos eran masones de las logias yorkinas establecidas en México por Joel Roberts Poinsett (1779-1851). Poinsett era un agente del imperialismo yanqui en México que apoyó con estusiasmo la Doctrina Monroe y organizó en México a las logias masónicas yorkinas. Ya desde 1812 estaba en la Nueva España como agente secreto de la poderosa nación vecina para procurar insurreccionar al país, de manera que el movimiento insurgente favoreciera los planes de extensión territorial que ya por entonces abrigaba su gobierno (Francisco Azcárate reveló que Monroe, por conducto de Poinsett, pretendía que México cediera a Estados Unidos parte de su territorio). Poinsett propuso a Agustín de Iturbide la anexión a los Estados Unidos de la parte norte de México y el establecimiento de una República Federal (contraria al Plan de Iguala y semejante a la estadounidense), pero el Emperador Iturbide rechazó dignamente estas traidoras proposiciones. Desde entonces Poinsett comenzó a calumniar a Iturbide y a intrigar con todos los políticos descontentos, persuadiéndolos de que lo que México

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