ORIGEN DEL ALFABETO
CAG518 de Septiembre de 2014
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El origen de nuestro alfabeto
La historia del alfabeto se inició en Sumer (situado en el actual Irak, más o menos) hacia finales del cuarto milenio a. C. con la escritura cuneiforme que representaba mediante pictogramas (imágenes) las palabras, y cuyas tablillas han llegado a nuestros días gracias a que estaban hechas de arcilla blanda que, al incendiarse sus templos y palacios, quedaron solidificadas y enterradas hasta la eternidad. Poco a poco se fue desarrollando su escritura en imágenes hasta representar, no solo a esas cosas, sino también los sonidos del habla (en una forma más abstracta y similar a nuestro alfabeto). Esta forma de escritura sobrevivió a su propia civilización y lengua, y fue adaptada por sus conquistadores, por ejemplo los acadios, hasta desaparecer hacia el siglo V d. C.
En el Antiguo Egipto sucedió algo similar con el desarrollo de la escritura con jeroglíficos (literalmente “sagrada talla”), que como la cuneiforme comenzó con pictogramas que representaban cosas, los clásicos jeroglíficos que todos hemos vistos tallados en los templos, y que poco a poco fue representando los sonidos del habla hasta desarrollar dos variantes cada vez más abstractas como son la escritura hierática y posteriormente la demótica (+), escrituras populares destinadas a textos administrativos y litúrgicos escritos en papiro.
El desarrollo de los primeros alfabetos continúa en Egipto pero sin los egipcios. Lo cierto es que hasta hace pocos años se sostuvo que la escritura alfabética se inició con los fenicios, un pueblo comerciante situado en el Líbano e Israel actuales, hacia el 1400 o 1500 a. C., pero un reciente descubrimiento de unas inscripciones en 1999 en Wadi el-Hol, Egipto, nos han hecho retroceder el origen del alfabeto hasta el 1900 o 1800 a. C., y situar sus inicios en el alfabeto de influencia jeroglífica ideado por un pueblo semita que vivía en Egipto.
En efecto, estos primeros alfabetos de origen semita, proto-sinaíticos, son el verdadero punto de partida del alfabeto que hoy conocemos, como la lengua ugarítica que aunque adaptada de la escritura cuneiforme desarrolló un sistema de escritura de pictiogramas que reproducían consonantes, es decir sonidos, no ideas o cosas. Fue un primer paso para el desarrollo del sistema de escritura fenicio, la raíz de numerosos alfabetos modernos, del árabe y del hebreo al griego y latín.
Este rico pueblo comerciante que durante los siglos X al VI a. C. dominó el Mediterráneo, desarrolló un alfabeto moderno sencillo e ingenioso compuesto por consonantes de las que los últimos vestigios de los pictogramas ya habían desaparecido. Es de hecho un instrumento hecho a medida del comerciante: fácil de aprender, de escribir y de adaptarse. Y, lógicamente, fue adaptado por otras culturas de origen comercial como las sociedades griegas y romanas que forman la base de la civilización occidental moderna.
Fueron precisamente los griegos los que añadieron la guinda que le faltaba al pastel, lainvención de las vocales. Y de ahí, su escritura pasó al pueblo etrusco situado en el centro de Italia y poseedores de una vasta literatura que, por desgracia, no ha llegado a nuestros días como tampoco su escritura ha podido aún ser descifrada. Pero su herencia sí que nos ha llegado a través de los romanos, que aunque no fueron nunca etruscos sí que tuvieron reyes etruscos que introdujeron su alfabeto, origen del alfabeto latino y madre de nuestro actual alfabeto.
Lo curioso es que el alfabeto latino tenía solamente 23 letras: la J, U y W no existían, aunque la J se representada con la I, la U con la V y no había necesidad de una W. Además, como todos hemos visto en innumerables monumentos, escribían en mayúsculas. Para el desarrollo de la minúscula hemos de avanzar muchos siglos hasta el siglo IX d. C. cuando Carlomagno, dominador de la Europa
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