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Orden Narrativo

lizzyboza30 de Septiembre de 2013

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El orden narrativo

FRANCESC FERNÁNDEZ

«Señora, nosotros hemos soñado...»

Reflexionemos en torno al hecho narrativo en Le Corbusier, sobre todo en lo que respecta a una manera de observar.

Observar el mundo que nos rodea, valiéndonos por ello de la experiencia de L.C.

L.C. parece interpretar el mundo a través del dibujo, valiéndose de éste como mecanismo de observación. Un mecanismo con el tiempo alterado ya que transcurre con la lentitud propia del dibujo.

«En sus dibujos Le Corbusier, capta, interpreta y transmite imágenes esencialmente poéticas».

Para L.C. el dibujo no será tan sólo una herramienta de observación, sino también una forma de transmisión de su idea de arquitectura.

«El ojo es un mediador entre el orden construido y el sabio desorden de la naturaleza».

Hace algún tiempo oí decir que el arquitecto piensa con la punta del lápiz, yo diría que el arquitecto piensa en el camino (tiempo) que une el ojo, es decir la mirada y la punta del lápiz que la mano guía.

L.C. transmite su idea de arquitectura a través de imágenes que, como veremos más adelante, constituyen un relato.

Antes de entrar en el hecho narrativo, detengámonos previamente en algunos de los conceptos de espacio.

Podemos distinguir fundamentalmente tres tipos de espacio: El espacio como lugar o espacio Aristotélico, es decir aquel que se refire a una posición de superficie terrestre, bajo este concepto el espacio vacío carece de sentido.

En segundo lugar el espacio como contenedor o espacio Newtoniano, es decir como si se tratase de una caja que contiene un volumen determinado y por tanto de algún modo intercambiable.

Por último el espacio cuatridimensional que correspondería a la teoría de la relatividad en Einstein, es decir del espacio en función del parámetro tiempo.

Sin duda los tres conceptos de espacio están vinculados de modo esencial, no sólo al campo de la creación artística en general, sino fundamentalmente al de la arquitectura como arte del espacio.

En 1957 Louis I. Kahn decía: «La Arquitectura es la estudiada construcción de espacios. La continua renovación de la arquitectura proviene de la evolución de los conceptos de espacio».

No es extraño oír hablar en arquitectura de espacio como lugar, o de espacio continuo o sucesivo, incorporando el parámetro tiempo. Sin embargo este parámetro en la estética arquitectónica casi siempre ha sido interpretado como parámetro de medición de la duración de la experiencia estética, ligado al movimiento corporal del observador, es decir, en relación a los distintos puntos de vista.

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Sin embargo como nos hace notar Cornelius Van de Ven en su libro «El espacio en Arquitectura», el concepto de espacio aparece en la teoría arquitectónica en tiempos recientes, anteriormente estaba reservado a filósofos y científicos.

A través del concepto de espacio cuatridimensional, es decir de espacio ligado al movimiento aparece el parámetro tiempo y de algún modo se da con ello paso a la narración.

Asimismo en la tradición pictórica el parámetro tiempo aparece desde tiempo atrás relacionado con la búsqueda de la narración en pintura.

Recordemos como E.H. Gombrich en su libro «La imagen y el ojo» nos hace observar cómo en la Flagelación de San Agustín de Piero de la Francesca, el pintor se esfuerza a través del dominio del espacio en introducir el concepto de tiempo narrativo. «La fragmentación del espacio corresponde a la fragmentación del tiempo, que se unifica por el concurso de un personaje».

Sin duda el intento de conducir un relato o una acción no es un hecho aislado en la historia de la pintura, podríamos encontrar un número sin fin de ejemplos.

Así mismo en la presentación de la virgen de Giotto en la capilla de la Arena de Padua, Santa Ana conduce a la virgen por la escalera para entregarla directamente al cuidado del Sumo Sacerdote. La ampliación del parámetro tiempo en función de la narración se consigue aquí mediante dos hechos paralelos, la gente está en torno al escenario principal donde se encuentran los protagonistas, sin embargo los espectadores hablan entre sí, es decir, ya han visto lo que ocurre y ahora intercambian miradas y comentarios.

Mecanismos de este tipo dan lugar a la ampliación temporal de los márgenes del relato.

Pensemos en las distintas interpretaciones que Freud hace en su libro «Psicoanálisis del Arte» del Moisés de Miguel Ángel, donde nos propone diversas lecturas del movimiento de Moisés; irritado se dispone a levantarse, tras el primer impulso no llega a levantarse y perdona... etc. En todas ellas existe una voluntad de describir lo sucedido, incorporando una vez más el parámetro tiempo como valor básico de la narración.

La aparición de la cámara fotográfica primero y del cinematográfico más tarde será fundamental en el campo de la narración, desde los futuristas y su glorificación de la velocidad y el movimiento, a los primeros cineastas.

Asimismo la pintura cubista de Picasso y Braque introduce el concepto de movimiento durante un punto de vista cambiante. A través de imágenes sucesivas superpuestas, se nos transmite un movimiento ligado a una acción en un instante preciso, incorporando con él, una vez más, el concepto de tiempo ampliado y con éste el de narración.

Del mismo modo que las fotografías que nos venden una historia cinematográfica, algunas veces no corresponden a ninguno de los fotogramas de la misma, observemos que a veces ni tan sólo corresponden al mismo momento. Cuántas veces nos hemos encontrado con personajes u objetos que luego no aparecen en la secuencia a la que supuestamente pertenecen, pero sin duda nos explican mejor ésta que cualquier fotograma extraído de la misma.

«Sea cual fuera la validez de estos mecanismos concretos y por subjetivo que sea el efecto de movimiento que puedan producir uno u otro en algunos observadores, algo es seguro: si la percepción del mundo visible y de las imágenes no fuera un proceso en el tiempo, y bastante lento y complejo por cierto, las imágenes estáticas no podrían despertar en nosotros los recuerdos y las anticipaciones del movimiento».

Todo ello nos hace pensar en la existencia de un ojo virtual, más cercano al pensamiento que a la realidad, atento y capaz de captar, interpretar y transmitir la realidad, es decir de narrárnosla de un modo singular.

La mirada de L.C. discurre, como la de tantos otros artistas, siguiendo pautas narrativas, en sus cuadernos de viaje, de aprendizaje, de apropiación de la arquitectura clásica, en sus descripciones y cartas de sus primeras viviendas de los años veinte, en donde los dibujos y los comentarios de los mismos al margen pueden leerse como un Story-Board cinematográfico, un ojo en movimiento que penetra por el espacio arquitectónico haciéndonos partícipes de sus experiencias.

En estas viviendas tiene su origen la llamada «promenade architectural», que más tarde se formulará en la casa-galeria para un coleccionista de arte, la maison La Roche, y que llegará a su máxima expresión en la villa Savoie y que L.C. ya no abandonará nunca.

«En la carta a la señora Meyer, las notas al margen se leen como un guión cinematográfico, con sentido de continuidad y de ritmo».

«Las descripciones acompañan al lector-espectador de una pieza a la otra, llamando su atención sobre las diferentes vistas, haciéndole vivir una apasionante aventura».

La vivienda que Le Corbusier proyecta para la señora Meyer se encuentra en una etapa especialmente importante. Tras catorce años de profesión, ha construido poco, se halla a mitad de camino entre la villa La Roche y la villa Savoie, que dos años más tarde, representará la culminación del tema vivienda. En ésta encontraremos el crisol de sus teorías sobre la vivienda: «los cinco puntos de la arquitectura moderna», «el plan libre», y «la promenade», ya iniciada en la villa la Roche.

La aparición, en el primer volumen de la obra completa, de la carta a la señora Meyer (entre otras), es una innovación en el campo de las publicaciones de arquitectura ya que hasta entonces nunca se habían publicado este tipo de bocetos o apuntes.

A partir de L.C. la arquitectura asimila este mecanismo de expresión. Pensemos en la importancia del croquis en la obra de Mies, de Aalto o del propio Kahn.

El croquis en L.C. evolucionará hacia terrenos más pictóricos con el tiempo. Después de la segunda guerra mundial sus dibujos se vuelven más someros, con trazos más espontáneos y primitivos, en muchos casos incluso añadiendo pinceladas que sustituyen a la pluma, todo ello seguramente fruto de su experiencia como pintor.

Veamos ahora algunos párrafos de la carta que Le Corbusier escribe en 1925 a la señora Meyer, en la cual, ayudado por los elementos enfatizantes del lenguaje, explota a fondo el boceto narrativo para transmitir su emoción frente al proyecto.

La carta empieza así,

«Señora,

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