POBREZA: UN MAL POSIBLE DE SUPERAR
Lius555125 de Agosto de 2013
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POBREZA: UN MAL POSIBLE DE SUPERAR
Luis Pedro España, 2001
Arend Lijphart, politólogo holandés estudioso del funcionamiento de las democracias contemporáneas, clasificó el grado de complejidad de las sociedades en función de las exigencias de resolución de conflictos según siete tópicos o ejes de confrontación social. Así, pues, todo sistema político (o comunidad política), en general, puede confrontar problemas de multinacionalidad, raciales o étnicos, lingüísticos, religiosos, de confrontación urbano-rural o pugnas entre las diferencias regionales y la unidad nacional, además de la confrontación socio-económica que suele ser común en todas las democracias, en especial para las que se encuentran en desarrollo.
Para el caso venezolano no es aventurado afirmar que, de los ejes de confrontación señalados por Lijphart, el socio económico es el que más atención ocupa en la agenda pública del país. Ello es particularmente cierto luego de haber vivido 20 años continuos de caída del ingreso nacional y, en consecuencia, de deterioro generalizado del poder adquisitivo, además de un significativo aumento de la pobreza.
La pobreza es nuestro principal problema y todos los otros que pueden identificarse no son más que derivaciones de nuestro problema social. De esta forma, la crisis política de estabilidad y gobernabilidad que nos ha acompañado a lo largo de la presente década, y que hoy ocupa la escena nacional, no es más que el resultado del incumplimiento de la promesa democrática del bienestar socioeconómico que ingenuamente hizo al país la élite promulgadora del proyecto político hoy en crisis.
Si se acepta que el principal problema del país es la pobreza, urge atenderlo desde la multicausalidad que lo provoca. Otra vez resultaría ingenuo suponer que el problema de la pobreza en Venezuela es un asunto sectorial o que puede ser abordado parceladamente desde un conjunto particular de políticas, o caer en los reduccionismos, tales como que con mejor educación se supera la pobreza, o con más participación, o sólo con crecimiento económico. Si algo sabemos de la pobreza y cómo atacarla es que todas estas acciones y muchas otras son necesarias, aunque probablemente ninguna de ellas por sí sola sea suficiente.
Lo anterior podría interpretarse erróneamente si se cree que la reducción de la pobreza es el saldo de un conjunto exhaustivo de políticas económicas, sociales e institucionales adecuadas, independientemente de su orden o jerarquía. Por el contrario, el camino para la superación de la pobreza requiere de una estrategia, de un plan de largo aliento, que incorpora muchas acciones de naturaleza variada, pero siguiendo un orden de prioridades, y de ejecución en el tiempo, que viene dado por las particularidades de cada contexto social y temporal.
Así pues, las estrategias para la superación de la pobreza en Malasia, deben ser diferentes a las de Vanuatu, o alas de Venezuela, no sólo por las obvias diferencias socio-culturales, sino por el contexto de desarrollo particular de cada país. Por lo tanto, no hay recetas únicas, no porque el conocimiento de las ciencias económicas y sociales no sea universal, sino porque la coyuntura y la historia reciente de cada contexto condiciona el éxito de las políticas que se implementan para superar la pobreza.
El presente artículo pretende ser una síntesis de la secuencia que deberían seguir las políticas públicas en Venezuela para atender nuestro problema de pobreza. Este se alimenta de los hallazgos obtenidos hasta ahora por el proyecto de estudio multidisciplinario sobre la pobreza en Venezuela, denominado "La Pobreza en Venezuela: Causas y Posibles Soluciones", cuyos resultados preliminares se resumen en los distintos artículos que se presentan en esta publicación.
El mito
El primer paso para superar la pobreza es superar el mito que acerca de ella se ha extendido. La acción de los hombres, de éstos en instituciones y los acuerdos de los grupos en favor del apoyo a las políticas gubernamentales, se basan en la interpretación de las situaciones. Aunque muchas veces se piense lo contrario, los diagnósticos no son neutros en cuanto motivan las acciones de individuos e instituciones. Si el diagnóstico no es acertado, la acción la será menos. De allí que el primer paso es superar cierta interpretación que sobre la pobreza en Venezuela se ha instalado en la conciencia colectiva del venezolano y en la de su dirigencia. Con sus matices podríamos decir que, para la mayoría de los sectores del país, la pobreza es el resultado de las malas políticas del Estado y de la corrupción. El poder de causalidad atribuido al Estado es, sin duda, el resultado de que fue el Estado el responsable de la superación de la pobreza en Venezuela en el pasado. Gracias al expediente de la renta petrolera ya la distribución de dicha renta por medio del Estado, Venezuela transitó de un país rural y con economía de subsistencia a ser un país urbano y con economía de excedentes en un plazo no mayor de 50 años.
Tal experiencia de transformación socio-económica, junto al hecho de que seguimos siendo un país petrolero, permite interpretar a los venezolanos que su "Estado petrolero" no satisface sus necesidades de acceso a bienes y servicios porque se ha divorciado de los intereses de las mayorías. El diagnóstico de la pobreza es eminentemente distributivo: es un problema de reparto. La crisis de ingresos del país es percibida como un proceso en el que "los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres". No en vano más del 80% de la población mayor de 18 años cree que el problema de pobreza en Venezuela se debe a la corrupción, la mala administración o la incompetencia gubernamental y, por si fuera poco, hasta un 60% de los venezolanos creen que la riqueza es producto de la corrupción, el robo, o los contactos con el gobierno .
Pero más allá del diagnóstico compartido por la opinión colectiva, las élites políticas y económicas también comparten esta interpretación. Al menos los últimos dos gobiernos de la democracia parecen estar de acuerdo con este sesgo distributivo y las élites del país siguen estructurando redes de captación del ingreso petrolero como su forma de articularse con el Estado.
Evidentemente, mientras el ingreso petrolero represente más del 70% de las exportaciones y más del 50% del ingreso fiscal, difícilmente dejará de verse a la pobreza como el resultado de la deficiente e injusta distribución del ingreso petrolero por parte del Estado, y gozará de credibilidad y validez explicativa la importancia conferida ala corrupción, mala administración, etc.
Lo que obvia esta interpretación es que el ingreso fiscal petrolero per cápita es hoy semejante al de principios de los años 50, es decir casi 4 veces menor al de los años del "boom petrolero". No por coincidencia el ingreso promedio familiar e, en términos reales, igual al de 1951.
Dejando de lado el juicio objetivo que pueda hacerse respecto al funcionamiento del Estado, no hay duda de que la caída del ingreso petrolero, junto al aumento de las demandas de una población más moderna a la de hace 50 años atrás y el fracaso del proyecto de desarrollo de una economía no petrolera como sustituto o complemento de la petrolera, es la clave interpretativa del empobrecimiento del país.
Varios datos muestran que el brutal empobrecimiento del país en general se deriva de la caída del ingreso nacional y no de la concentración del ingreso o su mala distribución por parte del Estado social.
Al menos desde 1992 el ingreso promedio de las familias equivale al ingreso de subsistencia; esto quiere decir que una distribución igualitaria del ingreso proveniente del trabajo ubicaría a todas las familias venezolanas "en la línea de pobreza". Por otra parte, la variación absoluta de la pobreza crítica en Venezuela aumentó de 1975 a 1997 en 23.2 puntos porcentuales (de 13.1% a 36.3%). El efecto total por la caída del ingreso fue de 27.7, pero se reduce 4.5 por mejoras en la distribución, .para el mismo período. En consecuencia la pobreza en Venezuela se explica por la caída de la actividad económica, no por problemas de distribución del ingreso .
La profunda recesión económica de los últimos 20 años en el país, ha sido la responsable principal del aumento al doble de la pobreza y al triple de la pobreza crítica. Aunque lo ha habido, no han sido el deterioro de la educación o de la salud, el empeoramiento de los servicios públicos, los cambios en la legislación laboral o el quiebre del sistema de seguridad social los responsables directos del aumento de la pobreza en Venezuela. Estos aspectos han contribuido a empeorar la calidad de vida de los venezolanos. Antes bien, ha sido la depresión económica, en modo alguno compensable con los cortos ciclos de expansión, la responsable de la pobreza.
Estos datos echan por tierra la interpretación del país rico sumido en la pobreza a consecuencia de la corrupción gubernamental.
El consenso
El año 1989 ha sido emblemático para la historia reciente del país. El gobierno de entonces, pertrechado de un arsenal técnico trató de ordenar macroeconómicamente al país con el fin enrumbarlo hacia el crecimiento económico sostenido. Si bien pueden haber sido muchos los errores de omisión que cometió el plan de aquel gobierno, así como la falta de voluntad política para enfrentar los cambios institucionales, amén de la insensibilidad y errores políticos para enfrentar el disenso de una colectividad convencida de su mito explicativo de la pobreza; no hay dudas que el primer paso para la superación
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