Pareciera que los sacerdotes hubieran seguido fielmente las palabras de Jesús cuando dijo “Dejar que los niños se acerquen a mí”

Pareciera que los sacerdotes hubieran seguido fielmente las palabras de Jesús cuando dijo “Dejar que los niños se acerquen a mí”, porque prácticamente se hace alarmante la cantidad de sacerdotes y de menores involucrados en casos de pederastia y pedofilia en los últimos años. de manera, que hay que imaginarse la proporción de niños abusados en toda la historia de la iglesia católica, sobretodo en aquella época cercana a la edad media en la que estaba plagada de toda clase de vicios, y en los que era imposible cuestionar las acciones del clero sin encontrarse cara a cara con la muerte. Sin embargo, por suerte en la actualidad los casos se han ido destapando, para encontrar una triste realidad en la que estaban sometidos miles de niños, muchos de ellos ya adultos, que arrebató su dignidad e inocencia, y si bien, la iglesia ha rechazado públicamente todas estas acciones cometidas de sus sacerdotes, queda claro que ella ha cometido un delito igualmente grave: el encubrimiento.

Corría el año 2002 cuando la unidad de investigación del diario The Boston Globe sacó a la luz una serie de historias en la que se acusaba a la rica arquidiócesis de Boston y a su máxima el arzobispo Bernard Law de encubrir sistemáticamente a decenas de sacerdotes que cometieron abusos sexuales entre 1984 y 2002. Fue todo un escándalo mediático, social y político, que ayudó a revelar otros casos de abusos en otras partes del mundo y provocó también una ola de reacción desde el mismo vaticano que, fue claro al afirmar que "la Iglesia pagará muy caros estos errores -según publicó La Republica- (...) Ha sido una tragedia, pero tenemos la obligación de reaccionar y de ayudar por todos los medios a las víctimas".  A pesar de que la iglesia había identificado el problema hace varias décadas atrás y ya había pagado cerca de 1000 millones de dólares en callar a las víctimas, solo en la iglesia norteamericana, que es una de las más poderosas y la que más donativos recibía de los fieles. De igual forma, el escándalo provocó la renuncia de Bernard Law a su puesto en Estados Unidos, pero nunca fue llamado a declarar por los delitos de sus sacerdotes ni hubo una sanción por parte de la iglesia para él, quien se fue a vivir a Roma, mantuvo su puesto en el Colegio Cardenalicio y en la Congregación para los Obispos.

Bernard Law no es el único jerarca de la iglesia que hizo oídos sordos, también está el cardenal George Pell, hoy máximo responsable de las finanzas del Vaticano y consejero directo del papa Francisco, quien está involucrado en las investigaciones por los abusos sexuales a 4.444 menores de edad por parte de miembros de la Iglesia católica en Australia entre los años 1980 y 2015 que implicaban al 7% de los curas de ese país. Pell en aquellos tiempos residía en la misma casa que Gerald Ridsdale, el pedófilo en serie de la escuela Saint Alipius en Ballarat, colegio conocido también como “el paraíso del pederasta”. Ambos fueron muy cercanos durante años, incluso cuando Ridsdale fue condenado por la violación a 54 menores. Pero cuando se le llamó a declarar, Pell solo afirmó que se había cometido "errores enormes" y que aquellos asuntos siempre le parecieron cotilleos.

...