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La Tercera Palabra De Jesús En La Cruz


Enviado por   •  2 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  397 Palabras (2 Páginas)  •  317 Visitas

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La Tercera Palabra De Jesús En La Cruz

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Enviado por: liceslavacp 30 diciembre 2011

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Palabras: 891 | Páginas: 4

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La tercera palabra: Mujer he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre.

Juan 19: 26-27

Podemos hacernos una pregunta ¿Y los hermanos de Jesús, Jacobo, José, Judas (no el Iscariote) y Simón, dónde estaban? ¿Qué de sus hermanas? En Marcos 6: 3 tenemos la lista de los medios-hermanos de Jesús, incluyendo a sus media-hermanas.

Aparentemente éstos no creían en Jesús como el Hijo de Dios. En Juan 7:3-5 leemos que, "Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él".

Un momento de angustia sentía el Señor al momento de recorrer el camino del pretorio hasta el monte de la calavera, solo, afligido y tal ves su angustia se aumentaba al mirar a María gritar, llorar, suplicar, que ya no lastimaran a su hijo como cualquier madre que ve a su hijo en agonía.

La profecía de Simeón en relación con María se estaba cumpliendo cuando éste le dijo en el templo de Jerusalén: "Una espada traspasará tu misma alma" Lucas 2:35. La mujer más favorecida también iba a ser la madre mas afligida.

Sin duda alguna que Cristo vio y sintió la angustia y agonía de su madre estando junto a la cruz. Y pronunció la palabra del amor filial, "Mujer, he ahí tu hijo...He ahí tu madre".

Ahora bien, es necesario establecer el motivo por el cual Cristo no se dirigió a ella como su madre, más bien le dijo, "mujer". Cristo al ver y sentir la agonía de su madre y siendo el maestro del amor quería consolar a esa mujer favorecida recordándole que ella era un instrumento utilizado por Dios, es decir, Jesús no era un hijo muriendo en una cruz frente a una madre, sino el Salvador del mundo muriendo por ella y el resto del mundo, y al recordarle su misión en la tierra, le sanaría la herida y el vacio que pudiera dejar la pérdida de un hijo.

Ya antes Jesús se había

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