¿Qué importancia tiene el uso correcto del lenguaje en el futuro abogado?

¿Qué importancia tiene el uso correcto del lenguaje en el futuro abogado?

Para comenzar es una cuestión casi de sentido común hacer depender gran parte del éxito que se pueda alcanzar en cualquier experiencia formativa del dominio que los aprendices demuestren sobre un conjunto de competencias consideradas clave para la adquisición de nuevos saberes.

No supone conocimientos especializados en Derecho, es decir, pero sí la capacidad para comprender discursos jurídicos simples, ya sea escritos (textos) u orales (discursos propiamente tales). Los textos antes mencionados consisten en diversos tipos de documentos que se leen, usan e interpretan dentro de la comunidad jurídica, tales como: códigos, manuales, sentencias, contratos, artículos de revistas especializadas, reglamentos, opiniones en periódicos, guías de aprendizaje para estudiantes de derecho, monografías, etc. Los discursos, por su parte, son los empleos lingüísticos orales que los abogados emplean para comunicarse en diversos contextos; así podemos mencionar como ejemplos: los alegatos en las cortes y en los tribunales orales, los planteamientos de profesores en sus clases, etc. Como se sabe, el lenguaje puede servir a distintos fines: informar, influir, sorprender, condenar, intimidar, demostrar, divertir, presionar, afligir, otorgar reconocimiento, etc. En vista de ello, para que se produzca una comunicación adecuada, se precisa que el lector u oyente competente comprenda rápidamente la finalidad del autor o emisor para así no errar en el significado que se está intentando transmitir. La magnitud comunicativa del lenguaje jurídico no podría ser descuidada si se desea conformar buenos abogados. Es bastante corriente que los abogados se comuniquen no solo con otros compañeros de trabajo, sino además con expertos de otras disciplinas. No es lo mismo dialogar de un problema jurídico con un especialista, que con un ingeniero, con un doctor, con un trabajador social, con un bioquímico o, sencillamente con un comprador.

En conclusión, el lenguaje debe de ser claro y deberá de ser aplicado en forma correcta para poder comprender lo que se nos presente. En el caso de las leyes, por ejemplo, es necesario que estén formuladas y redactadas en una manera en que sea comprensible y contenga términos adecuados para su mayor comprensión. Al mismo tiempo, estos conocimientos no se limitan a las reglas de ortografía, sino que a un dominio profundo de cómo el lenguaje se organiza según el contexto para comunicar un determinado mensaje. Además  y de manera consistente con lo que recién ha sido indicado no hay carreras de derecho que cuenten con planes de enseñanza de competencias de lecto escritura que sean especializados en el uso del lenguaje jurídico.

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