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Sabato


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  Prácticas o problemas  •  1.904 Palabras (8 Páginas)  •  173 Visitas

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El escritor ha partido en cuatro su memoria. No sigue orden cronológico, ni temático. Es más bien vital y compulsiva la división de los capítulos del libro: “Primeros Tiempos” y “Grandes Decisiones” narra el origen de su vida. Todo lo que sucedió después estaba allí, como germen, como presentimiento, como destino, dice Sabato. La segunda parte,”Quizá sea el fin”, está dedicada a la situación, trágica para él, por la que atraviesa el mundo. “El Dolor rompe el Tiempo” es la experiencia que quebró su vida y la que, “paradójicamente, me entregó su sentido final. El epílogo es la carta, un pedido a los jóvenes, el 'Pacto entre derrotados'”.

No son, pues, memorias al uso, sino reflexiones acerca de las cosas en determinados momentos de su vida. Así que desde su infancia argentina al desastre ecológico, desde la muerte de su hijo Jorge al romance de Juan Lavalle no hay más que un paso. Pero manda la fatalidad, el desasosiego por los “hechos irreversibles”, la advertencia.

Hechos irreversibles

-Sí, he dudado en publicarlo o no. Durante largo tiempo lo dejé de lado, porque creí que la visión de lo que está sucediendo en el mundo, la fatalidad de hechos irreversibles, podría dañar a la gente joven. Pero finalmente lo publiqué porque creo que aún la humanidad está a tiempo de convertir su camino.

-¿A qué hechos irreversibles se refiere?

-Los hombres quieren ignorar que han dañado a la vida, irreversiblemente, para poder seguir ganando fortunas al precio de la destrucción, y de ese modo no sentir el peso de la culpa que cae sobre todo criminal. El hombre ha puesto la tierra en un estado desolador. Si no se toman medidas urgentes, va a ser inhabitable en tres o cuatro décadas. Mire cómo están talando el Amazonas, que es una de las últimas grandes reservas, y el áfrica. El oxígeno está disminuyendo peligrosamente por el ácido carbónico de autos y fábricas. Y qué me dice de los reactores nucleares arrojados a los mares, del agujero de ozono. Y la aniquilación de las especies animales. ¿Es que el hombre piensa que puede sobrevivir sin plantas ni animales? Mire la desertización de áfrica, ¡el hambre de esos hombres cuyas tierras fueron fértiles praderas...!

-¿Qué se puede hacer ante tanta catástrofe? ¿Da usted en su libro soluciones, alguna esperanza?

Espíritu religioso

-Yo soy un hombre por momentos pesimista y por momentos creyente y utópico; pero soy poco abatido. Siempre he luchado en la vida. Ahora bien, no se puede llegar a los ochenta y siete años y no sentir nostalgia de la vida, de las personas que ya no están aquí, aún de los grandes desencuentros. Pero no estoy abatido, no, porque siempre he sentido una enorme pasión por la vida. Creo, como dijo Camus, que “no hay amor de vivir sin desesperación de vivir”.

Ernesto Sabato hinca sus palabras en lo más profundo. Atraviesa el escritor momentos especialmente espirituales y confiesa sentirse hoy, tal vez hoy más que nunca, un espíritu religioso pero con graves contradicciones.

-Creo que es muy difícil sostener en la vida una fe absoluta y permanente. Una fe auténtica. Hasta los grandes místicos tuvieron momentos de duda. A lo largo de la vida he entrevisto al Absoluto en las obras de los grandes artistas, ¡tantas veces durante mis prolongados abatimientos, alguna coral, una trompa en una sinfonía, han aliviado esta existencia atormentada! Pero también durante este último año en que he viajado por el interior del país, he podido ver cómo la gente más pobre mantiene la confianza en la vida en medio de grandes precariedades; lo mismo me sorprendió en un país tan desvalido como Albania. El fervor religioso con que viven me inclina a creer en un Dios oculto detrás del sufrimiento. Gandhi decía que no habría podido alcanzar a Dios sin el hombre, quizá hoy yo puedo afirmar lo mismo.

Del cerebro para abajo

“Si por un momento -concluye Sabato- tenemos la certeza de que el hombre, como dijo Nietzsche, es el animal más perverso de la creación, ¿por qué no creer que estos seres bondadosos y pobres son la reserva de la humanidad? Si, el amor es una utopía, por la que vale la pena vivir y morir”.

-Me ha dicho en alguna ocasión que el ensayo se escribe con la mente, y la novela con el alma. Que la novela, en contra de lo que le sucede a la mayoría de los escritores, ha dado cobijo a lo más trascendente que ha escrito usted nunca. ¿Y “Antes del fin”?

-Durante estos últimos siglos todo se ha subordinado a la razón, a tal punto que la mayoría de las personas cree que los grandes problemas existenciales se resuelven con razonamientos. Nada de eso, los temas fundamentales del hombre suceden de la corteza cerebral para abajo. En todo caso, para este libro me he apoyado fundamentalmente en las “razones del corazón” de las que hablaba Pascal. He volcado, desde luego, algunas ideas, he narrado pasajes de mi vida con datos objetivos, pero pocos.“Antes del fin” está escrito con el corazón, a través de intuiciones poéticas, desde una necesidad visceral de darle un sentido a la existencia y al terrible dolor de estos últimos años.

Los grandes misterios

Prosigue Sabato: “El corazón del hombre es el que acusa los grandes misterios, el amor, la amistad, el bien, el mal, y esa soledad en la que finalmente todos nos encontramos. ¡Qué inválida parece la inteligencia ante estas condiciones fundamentales! Si hay alguna apertura posible sin duda se encuentra en el paradójico mundo de nuestras almas, donde percibimos la condición trágica de la existencia, como lo señaló el genial Unamuno. ¿Cómo quiere que un hombre que se va acercando a la muerte pueda buscar un sentido de la vida con los precarios alcances de la inteligencia?

-Dígame: ¿cómo compensa

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