Terapia Familiar Comunitaria.

La Terapia Familiar Comunitaria se presenta como una alternativa de intervención bastante provechosa porque tiene diversos factores positivos y fortalezas. En primer lugar es evidente que las familias e individuos que gozan de este tipo de intervención experimentan una recuperación duradera y un aprendizaje que luego les servirá para no volver a caer en el mismo conflicto o para salir de manera más rápida y saludable de un nuevo conflicto. Esto se logra porque se construye con las personas redes de apoyo duraderas en las áreas donde se desenvuelve, familiar, laboral, religiosa, cultural, salud, etc. De esta manera enlaza los asuntos clínicos y los asuntos sociales integrando al individuo con su marco de referencia social. La TFC trasciende además en un proceso educativo de la comunidad y empodera a los individuos propiciando que asuman liderazgo en el desarrollo de su comunidad.

Pero la TFC también posee debilidades o aspectos negativos, como por ejemplo, existen variables mencionadas por Ramón Rojano (2000)1, las cuales deben ser incorporadas desde el comienzo a las intervenciones terapéuticas si tienen un impacto positivo en el estado emocional y en la vida de los clientes; pero si no se cuenta con los profesionales adecuadamente entrenados para este fin no se podrá lograr tales variables, por lo tanto estas quedan en un sueño. Los terapeutas familiares tenemos como limitación que en el equipo profesional con el que trabajemos con la comunidad, puede haber muy buenos profesionales con experiencia en comunidad y en terapia pero que no tienen la visión, el corazón o el esquema sistémico para realizar realmente una intervención sistémica. Qué bueno que actualmente hay varios profesionales entrenándose en esta visión.

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