Ver Botellas

VER BOTELLAS

Cada vez que veo una botella de cerveza, me siento agradecido. Esta reacción no tiene nada que ver con la cerveza. La visión me recuerda el año que pasé inspeccionando botellas en una fábrica de cerveza. Ese fue el trabajo más aburrido y doloroso que he tenido, pero me motivó para cambiar mi vida.

Mi trabajo consistía en sentarme en un taburete y mirar pasar botellas vacías. Una luz deslumbrante detrás de la correa transportadora me ayudaba a inspeccionar botellas agrietadas o botellas con algo adicional - un saltamontes muerto, por ejemplo- o una pata de ratón. Se suponía que debía tomar esas botellas con mi caña de enganche y romperlas antes de que entraran en la lavadora. Durante ocho o nueve horas al día eso era todo lo que hacía. Me daban mareos y dolor en los ojos. Tenía ganas de dormir. Rezaba para que la banda transportadora se rompiera, así las botellas se detendrían.

Después de un rato, para poner algo de emoción en el trabajo, empecé a inventar pequeños juegos. Contaba el número de minutos que pasaban antes de que una botella rota apareciera y competía contra mi propio registro anterior o veía cuántas botellas rotas podría detectar en un minuto. Una vez organicé un concurso para todos los observadores de botellas con un premio al mejor insecto o animal muerto encontrado en las botellas –cualquier cosa para romper la monotonía del trabajo.

Después de seis meses en la fábrica de cerveza, me puse a pensar mucho sobre mis metas para el futuro. ¿Quería pasar el resto de mi vida mirando botellas de cerveza? Me di cuenta de que yo quería un trabajo en el que pudiera creer. Quería usar mi mente para cosas mejores que la planificación de concursos para los observadores de botellas con cara de sueño. Yo sabía que tenía a la mano el poder de decisión para volver a estudiar.

Hoy me siento agradecido con este terrible trabajo porque me motivó a asistir a la Universidad.

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