Pepe Botella

La antropología se define como la ciencia que trata de los aspectos biológicos del hombre y de su comportamiento como miembro de la una sociedad. Su historia en España y su evolución como disciplina académica ha atravesado un desierto de silencio durante más de un siglo.

En el siglo XXI se decidió implantar esta como un grado independiente de los planes de estudios universitarios y como una práctica profesional. En este y otros espacios de discusión, se ha debatido sobre las transformaciones que estamos viviendo, la crisis escénica, los movimientos migratorios o el cuestionamiento de nuestras formas de gobernanza y de vida que sin duda representan una oportunidad sin precedentes para la consolidación de la antropología como saber y como profesión especializada. Un camino no exento de grandes dificultades.

La posición de relativa debilidad que la antropología sigue teniendo con respecto a otras disciplinas entraña también su inmensa potencialidad sobre todo en aquellas vertientes en las que la acción de otras ciencias sociales ha resultado poco eficaz. En esta línea otro de los objetivos de la comisión respaldada por el consejo mundial de asociaciones de antropología ha sido potenciar la presencia de la disciplina en la enseñanza secundaria, ya que en la actualidad solo se imparte en algunos países a este nivel académico.

En este sentido, la antropología se presenta hoy dentro del controvertido panorama académico al que asistimos como una disciplina superviviente que va ganando cada día espacios de actuación y que plantea las preguntas precisas a una sociedad en transición tan necesitada como esta de nuevas certezas.

La antropología nos enseña a que la experiencia del mundo depende de la cultura desde la que la realidad es observada. Por esa razón, el nacimiento de la antropología esta necesariamente enraizado al cuestionamiento del otro, y es desde esa lógica de la alteridad desde la que hemos sido capaces de comprender que el otro es dominado, es explotado, es víctima y es, desde esta construcción ética, desde la que hemos sido capaces de experimentar la defensa de los derechos humanos.

Pensemos en el tan polémico derecho a la vida, ¿cuando comienza un ser humano a ser considerado como tal? Esta idea varia radicalmente en su concepción en función de las sociedades y culturas de las que se trate.

Los primeros estudios en antropología surgieron de alguna manera por el interés social, político e histórico que suscitaban los procesos de colonización y los procesos de descolonización. Desde hace ya unas décadas los antropólogos empezaron a involucrarse también en procesos que tienen que ver con la vulneración de los derechos humanos, por ejemplo, dentro de las comisiones de la verdad.

El interés de la antropología por el desarrollo se remonta a sus primeros inicios como disciplina. Cabe destacar el interés que los procesos de cambio sociocultural suscitaban para los antropólogos que ávidos de conocer decidieron profundizar en las sociedades denominadas primitivas en aquellas poblaciones no occidentales. La aplicación de la antropología al campo del desarrollo comienza en con los proyectos de antropología aplicada que surge con la finalidad de evitar estallidos insurgentes.

En un segundo nivel, los antropólogos participan también en el propio desarrollo de los proyectos aplicando metodologías para que la población objeto de estudio participe e involucre. Este último nivel es posiblemente en el que más se demanda la participación de los antropólogos para detectar las causas del fracaso de ciertos programas de desarrollo.

Como expertos en diversidad cultural, en los sistemas de conocimiento locales, en las lenguas nativas y en las formas de organización social, política y económica un antropólogo puede ayudar a acompañar a la población en determinados ámbitos que faciliten propuestas

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