Vicente Huidobro
lococris0928 de Octubre de 2012
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Vicente Huidobro, individualidad contradictoria. Juguetón y pendenciero, taciturno a veces sonriente, conflictivo y conflictuado, polemista polemizado, atacado y defendido, negado yreivindicado.
Pasó por la vida suscitando asombros, admiraciones y rechazos. Fue un excéntrico ávido de sensacionalismo, poeta-antipoeta y mago; aristócrata revolucionario. En suma, el tipo más sorpendente en la historia literaria chilena de la primera mitad del siglo.
Vivió a paso de carga, atropellando el tiempo, con la prisa del visionario que fatiga aceleradamente el corazón y dispara la presión de la sangre, porque lo impulsa y apura el anhelo de incorporar sol a su poesía y sueña con tocar un punto del infinito.
Murió joven, tal cual corresponde a los poseídos por la tarea deAtlas y a los encandilados por el complejo de Icaro.
El hombre, en su prurito de llegar primero en todas las cosas, hizo de su vida una carrera sobrehumana. ¡Eres finito! ¡Detente! !Serás más breve aún si sigues conduciendo tu vehículo a velocidades mortales! No escuchó ninguna advertencia. Nunca se planteó metas sencillas. Quiso la juventud eterna. Aspiró a la inmortalidad a través de la poesía.
Ello no significa que su vida y su obra queden reducidas al silencio. Recapitulemos. Hace un siglo comenzó a describir su parábola...
74. ¿Macropoeta o megaescandaloso?
Huidobro profesa el culto a los astros, sobre todo si él resplandece entre nebulosas, en el centro de la galaxia. Aristócrata rebelde, se sentía con derecho a licencias planetarias. Necesitaba ser estrella.
Le gustaban los golpes publicitarios a gran escala. Crear hechos que produjeran shock, fuera un libro de poesía sorprendente, textos dinamiteros o hechos pop; por ejemplo, un secuestro sensacional. Era el macropoeta y podía ser el megaescandaloso.
Sentía placer en sacrificar vacas sagradas y mejor si era la más sagrada de las vacas, como aquella que tenía hasta al virrey de la India metido en su inventario. La fama de su blanco era nada menos que el corazón del Imperio Británico. Tal vez su hora pic la tendría al publicar un libro que ningún periódico del mundo pudiera ignorar, que fuese comentario obligado de todas las agencias noticiosas y apareciera con título catástrofe en la primera plana. Lo hizo en 1923, lanzando una obra-panfleto de nombre conminativo en latín, con un error en la declinación.Finis Britannia. En la portada hay algo más que un subtítulo: "Una temible Sociedad Secreta se ha levantado contra el imperialismo inglés". El león británico es el supergigante de la época. David hondea a Goliat. Huidobro pelea con John Bull. Esto habla una vez más de su incorregible adicción por los desafíos imponentes, homéricos, astronómicamente desiguales. Ulises contra Polifemo, pero Odiseo era más astuto que Vicente.
El reto desmedido refleja también su posición política, ratificada en un cartel de propaganda redactado muy posiblemente por el autor, en que se anuncia "Un cataclismo. El hundimiento del Imperio Británico está próximo. Lea usted el libro profetico de Vincent Huidobro. El siglo XX será la tumba de Inglaterra". ¿Profético? En cuanto a Inglaterra no, pero al Imperio Británico en alguna medida, sí. ¿Profético al 70, 80 ó 90%? No fue Huidobro el que lo despedazó, pero la historia sí. Sus vaticinios se realizaron en un lapso extraordinariamente breve, 20 a 25 años después. Huidobro hace de sibila o pájaro agorero, pronosticando la atomización del complejo interoceánico repartido en todos los continentes. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, su vaticinio se cumplió. La Reina de los Mares perdió sus dominios terrestres más extensos. Tuvo por consuelo una nomenclatura ritual, "Commonwealth", conservando las apariencias de una autoridad simbólica que reina pero no
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