Definición etimológica del vocablo “agente”
set127Apuntes21 de Noviembre de 2017
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Agentes inteligentes: Revisión
Rafael Reséndiz Ramírez
Definición etimológica del vocablo “agente”
Este escrito invita a reflexionar sobre los orígenes, aplicaciones y consecuencias de dos vocablos ampliamente utilizados en el ámbito computacional “agente” e “inteligente”. La importancia de delimitar tanto la denotación como la connotación de dichos términos, podría evitar actuales o futuras discusiones en cuanto a cuestiones relacionadas con la ética, la moral, la religión u otros campos de la actividad humana que por su propia naturaleza, inquieren sobre los alcances y consecuencias del desarrollo tecnológico y científico.
La palabra “agente”, puede considerarse desde su propia etimología, deviene del vocablo latino “agere”, significando actuar, la terminación “ente”, implica su procedencia del participio presente, por lo que sugiere un ser o ente, es decir, alguien que ejerce la acción. Es necesario aclarar que la palabra “ente·, no significa lo mismo que ser, ni mucho menos algún ser específico en general, “ente” es aquello que existe, anteponiendo que la existencia no se contrapone con género, especie, grado o tipo.
El “ente” en términos de comprensión y extensión, puede ser necesario es decir, existe por si mismo sin que nadie le otorgue existencia, o puede ser contingente, o sea, requiere que otro le otorgue la existencia. Por ello, su existencia sería finita o infinita, es decir, tener principio o fin, o bien no tenerla en ningún sentido. Por ende, podría depender o no de una relación espacio-tiempo, por lo que tendría un condicionamiento de tipo material o energético en caso de darse dicha relación, o bien, ser de tipo espiritual. Los entes dependientes de alguna forma de la relación espacio tiempo, pueden ser de diversas categorías, subcategorías y tipos, ya sea, materiales, lógicos, virtuales, etc.
Por derivación un “agente” es cualquier ente o ser que actúa, por lo que el vocablo se puede extender a cualquier sujeto o cosa que realice una acción sin menoscabo de que goce o no de inteligencia, libertad, voluntad o independencia.
Definición etimológica del vocablo “inteligente”
La palabra inteligente, se puede analizar etimológicamente, pues, proviene también de tres términos latinos “inter”, “legere” y “ente”. El vocablo “ente”, se puede traducir como la preposición entre, mientras que “legere”, significa leer, separar o escoger, por lo que la traducción del término “inteligente” sería: quien sabe leer, escoger o separar entre diversas opciones.
Definiciones “reales” y operacionales
Las definiciones denominadas “reales” son enunciados de las características esenciales de algo, se establece generalmente por gel género próximo y la diferencia específica. Este tipo de definiciones permite elaborar y discriminar ontologías, en el momento de establecer las jerarquías adecuadas en razón de la generalidad y la especificidad. No obstante, en ocasiones conduce a reducciones al absurdo, puesto que en cuestiones léxicas se cae en círculos de definición cuyo último elemento debe ser definido por el primero. Por otra parte, enunciar las características esenciales puede entenderse como una mera descripción del objeto, o sea, enunciar su estructura o contenido, no tanto, como algo que indique que es exactamente lo definido. Además, se plantean contrasentidos como la ausencia de una característica, misma que obligaría a categorizar un ente, en otra tipología. Por ejemplo, si se define hombre como “animal racional”, entonces un sujeto en coma, dejaría de ser hombre durante dicho lapso y volvería a ser hombre si se recupera del coma.
Estos cuestionamientos, así como la imposibilidad para medir o calificar la denotación, atribución o presunción sobre dichas características, exigió el uso de definiciones operacionales, es decir, de aquellas definiciones que se pueden utilizar y corroborar mediante la verificación de la existencia de algún descriptor o la medición de algún atributo.
En este caso se define como inteligente a quien es capaz de realizar una tarea con exactitud y precisión en un tiempo determinado. De esta forma, se puede establecer un “cociente de inteligencia”, es decir, un parámetro que indique cierto grado de inteligencia a partir del cumplimiento o logro en ejecutar una serie de tareas. Las tareas pueden estar vinculadas a distintos ámbitos o áreas de actividad como lógica-matemática, verbal, música, visual-espacial, interpersonal, emocional, etc. Esta es la razón por la que se puede debatir sobre distintos tipos de inteligencia.
Debate sobre las “correlaciones” entre inteligencia y otras “variables”
No obstante, las definiciones anteriores, sobre todo por no considerar las definiciones operacionales, existe una ingente cantidad de debates sobre las relaciones o correlaciones entre la inteligencia, la libertad, la voluntad, la bondad y la unicidad de la inteligencia, principalmente por la asociación de la palabra “inteligencia” con el ser humano como ente inteligente.
Sin embargo, si se realiza un rastreo lexicográfico, se tendrá que verificar que el ser humano como sujeto “inteligente”, es distinto del ser humano como ser “reflexivo”, como ser “racional”, más aún si se considera la totalidad de lo que se entiende como ser humano.
La inteligencia no esta intrínsecamente asociada a la libertad, puesto que, una tarea puede ejecutarse independientemente de la capacidad de elección entre diversas alternativas. Además tampoco se puede decir que la libertad este asociada a la voluntad o capacidad de ejecutar o el deseo de realizar algo, puesto que se puede obligar o programar a un ente para que realice una actividad. Se puede decir que la inteligencia no está sujeta a la bondad, belleza o unicidad de una tarea, puesto que lo único que importa es su realización y no la armonía o su irrepetibilidad, pues interesa principalmente la comparación.
“Agente inteligente”
De esta forma un agente inteligente es todo aquello que ejecuta una tarea que puede ser medida de alguna forma cuyo grado de inteligencia está determinado en razón de un determinado cociente, sin menoscabo de que dicho agente sea o no libre, bueno, único, reflexivo o posea voluntad. Si la inteligencia se mide por la capacidad de realizar una determinada cantidad de cálculos con precisión y exactitud, no cabe duda que existen agentes más inteligentes que el ser humano en la ejecución de ese tipo de tareas. No obstante, parece aún lejano el día en que se pueda hablar de un agente cuya inteligencia emocional sea superior a la del ser humano, entendida como la capacidad de adaptarse y adecuar sus estados de animo acordes al contexto en el que se desenvuelve dicho agente.
Fundamentos sobre la tipología y caracterización de “Agente inteligente”
Muller y Jennings (1995), refieren la importancia teórico práctica asociada al diseño y construcción de los denominados “agentes inteligentes”, implicando tres áreas: teórica, arquitectónica y lingüística.
En términos computacionales, el vocablo agente denota hardware o un sistema informático basado en software que puede ser: a) autónomo, entendiendo como tal la capacidad de operar sin que exista control sobre sus acciones o estado interno por parte de un ser humano o algún otro ser similar; b) socialmente hábil, es decir actuar con otros agentes por medio de algún tipo de lenguaje para a comunicación entre agentes y; c) reactivo, percibir su entorno y ser capaces de responder de manera oportuna a los cambios que se produzcan en el mismo.
Se puede entender el agente como una entidad que intercambia mensajes con otros agentes por medio de un lenguaje expresivo de comunicación. Si bien, en otro tipo de aproximaciones se sugieren otras características de los agentes inteligentes, tales como el deseo, la creencia y la intención e incluso la emoción, se debe recordar que dichas perspectivas proceden de una postura de tinte empírico o materialista.
La arquitectura de los agentes permite descubrir tres enfoques, el clásico o de arquitectura deliberativa, el alternativo o arquitectura reactiva y el enfoque en arquitecturas hibridas. En el primer enfoque se una arquitectura de agente deliberativo como una entidad que contiene una representación explícita, modelo simbólico del mundo, y en el que las decisiones (por ejemplo, sobre las acciones a realizar) se realizan mediante el razonamiento lógico (o al menos pseudo-lógica), basado en la coincidencia de patrones y la manipulación simbólica. Sin embargo, este enfoque es uno de los más complicados.
En la enfoque arquitectural alternativo o reactivo, no se incluye modelo alguno del mundo simbólico central, ni se utiliza el razonamiento simbólico complejo. Esta perspectiva parte de Brooks(1991), su principal representante (pero no el único), quien enuncia tres tesis: a) el comportamiento inteligente se puede generar sin representaciones explícitas; b) el comportamiento inteligente se puede generar sin el razonamiento abstracto explícito, y; c) la inteligencia es una propiedad emergente de ciertos sistemas complejos. Existen dos ideas claves en este enfoque: la situacionalidad y encarnación, ya que la inteligencia real se encuentra en el mundo no en sistemas sin cuerpo, así como la inteligencia y emergencia, pues el ‘comportamiento inteligente’ surge como resultado de la interacción de un agente con su entorno. En este enfoque se puede situar tanto el de agentes a partir de rutinas, como el de autómatas situados de Rosenschein and Kaelbling (1990), quienes especifican un agente en términos de dos componentes, la percepción y la acción, punto totalmente válido para la construcción de autómatas o sistemas, principalmente porque establecen los elementos que debería de tener dicho agente en cuestión, teniendo en cuenta que percibir implica un ambiente o algo a percibir, una semántica de insumos, un conjunto de hechos estáticos y una especificación de las transiciones en lo referente a la percepción. En cuanto a la acción, la entrada es un conjunto de reglas para alcanzar la meta, un objetivo y la generación de un programa que se traduzca en un circuito digital para realizar el objetivo. Por último se puede mencionar la arquitectura de redes, donde se define al agente como un conjunto de módulos de competencias especificados en términos pre y post-condicionales con un determinado nivel de activación.
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