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ARRIBA Y ABAJO: LOS DOS HEREDEROS DE SOCRATES


Enviado por   •  27 de Abril de 2014  •  478 Palabras (2 Páginas)  •  282 Visitas

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Sócrates conversó durante años con sus conciudadanos atenienses, hizo mil preguntas, replicó ingeniosamente a sus interlocutores... pero nunca escribió nada. A lo largo de los siglos se han compuesto miles de libros sobre él, pero él no escribió ninguno, ni siquiera unas pocas páginas explicando su forma de pensar. ¿Cómo podemos saber entonces lo que realmente dijo? quien mejor escribió sobre él fue uno de sus seguidores más constantes, llamado Platón. En realidad su nombre era Aristoclés, pero todo el mundo le conocía por «Platón» porque era muy corpulento y ancho de espaldas. Se trataba de un joven de buena familia que conoció a Sócrates cuando tenía dieciocho o diecinueve años y quedó fascinado por él. Procuraba seguirle adonde fuese y no se perdía ni uno de sus improvisados debates con los ciudadanos atenienses. Platón no sólo fue un oyente embobado de Sócrates, sino también una persona sumamente inteligente y por tanto deseosa de pensar por su propia cuenta, como precisamente Sócrates hubiera querido. El empezó a introducir cada vez más sus propias opiniones. Aunque la primera inspiración para dedicarse a la filosofía le vino a Platón de Sócrates, sus estilos de filosofar son muy diferentes. Platón no iba ya por calles y plazas preguntando a la gente, como hacía Sócrates: la verdad es que ningún otro filósofo ha vuelto a comportarse así. Muchos aprendieron de Sócrates, pero nadie se ha atrevido a vivir luego tan libre y alegremente como él.

A partir de Platón, los grandes pensadores se han convertido en maestros, en profesores, y el primero de estos maestros fue el propio Platón, que fundó en Atenas una especie de «colegio de filosofía» al que todos llamaron Academia porque estaba situado en unos jardines públicos dedicados a un antiguo héroe, Akademos. Allí Platón explicaba su forma de comprender el mundo ante un pequeño grupo de discípulos que le escuchaban atentamente y supongo que también le planteaban de vez en cuando dudas y objeciones. Porque en filosofía nadie tiene «la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad» Si no hay discusión e intercambio de puntos de vista, no puede hablarse de auténtico conocimiento filosófico.

A Platón, desde luego, le interesaba encontrar la verdad. Pero... ¿Qué es la verdad? Y la pregunta más difícil: ¿Cómo reconocerla cuando la tengamos delante? Constantemente oímos afirmaciones sobre todos los asuntos divinos y humanos: «El jamón es muy rico», «Las mujeres conducen peor que los hombres», «Todos los humanos somos mortales», etcétera. Unas sostienen esto y otras lo contrario, de modo que alguien debe equivocarse. Sin duda, algunas son verdaderas, pero otras serán simples prejuicios o supersticiones. ¿Cómo podemos distinguirlas? Platón dice que la mayoría no son más que opiniones es decir, que sencillamente se limitan a repetir lo que la gente suele creer o que convierten en dogma

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