Análisis Del Pensamiento Sociológico De Montesquieu.
KatsuraBot8 de Mayo de 2013
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INTRODUCCIÓN
Si bien podemos considerar la ilustración como el desarrollo de las ciencias estáticas, de las ciencias total y completamente empíricas, tales como lo serían el desarrollo del conocimiento biológico, matemático, físico, químico, médico y otros; también resultó una época de alumbramiento para la intelectualidad y el desenvolvimiento de las mentes dentro de aquélla sociedad que sufría un cambio, y estaba destinada a sufrir muchísimos más.
Tomando el hilo de un desarrollo y cambio de la plataforma intelectual que dominaba la humanidad hasta ese momento, podremos adentrarnos un poco en la nueva necesidad que algunos sintieron con respecto al estudio de los humanos: No al estudio de un cuerpo u órgano viviente, sino al estudio de su comportamiento en sociedad, en conjunto, en colectividad. La Ilustración abrió las puertas a muchos hombres al conocimiento de ellos mismos y cómo estaban compuestos y, más importante, abrió en Montesquieu el apetito del conocer más, del interesarse más y de tratar de resolver todas aquéllas incógnitas que nadie más se preocupó alguna vez por tomar, por encarrilar y desarrollar.
Bajo el concepto que se tiene del trabajo de Montesquieu, podemos determinar fácilmente uno de los sentidos más característicos del mismo: El sentido de innovación, el sentido de la aceptación ante la diversidad. Aunque la misma no se haya mostrado con sus tintes más grandes ni haya dibujado un gran paisaje dentro de los planteamientos de los pensamientos de Charles-Louis, sí podemos encontrar un reconocimiento a la diversificación que ningún otro escritor demostró de tal manera, de la manera de asimilarlo.
No sólo basta entender el contexto intelectual que se vivió para poder caer en cuenta o reconocer las intenciones de los planteamientos de Montesquieu, también hay que prestar especial atención al entorno social que el mismo vivía: El alumbramiento llegó a sus manos por gracia de la aristocracia, a pesar de que sus ideas calaron dentro de la idiosincrasia, en estado embrionario, se tenía dentro de las primeras células de proletariado existente dentro de la sociedad, producto de los principios de industrialización.
Este enfoque aristócrata no afectará de manera alguna a los conceptos sociológicos concebidos por Montesquieu, el cual los aborda de una nueva manera, combinándolo con consejos políticos, variándolo con sus conceptos de leyes, con su análisis de una constitución. Sin embargo, consideramos aún a Charles-Louis como un precursor por su resignación, por su modestia ante la sociedad; por no declarar la sociología como tal.
INFORME SOBRE EL PENSAMIENTO
DE MONTESQUIEU (ANÁLISIS)
Principalmente, el libro comienza por dar un vistazo de la consideración actual, la connotación moderna que se da al papel interpretado por Montesquieu durante su época. Se habla de que el mismo no fue un sociólogo por no haber autoproclamado tal, por no haber seguido los procedimientos necesarios para sentirse como el adoctrinado de una ciencia, más sin embargo, es considerado por el escrito analítico del autor ‘tan sociólogo como Auguste Comte’, por el simple hecho que tenía en él la esencia de la sociología: La intención específica de conocer científicamente lo social como tal.
El primer gran mérito que se le podría atribuir al Barón, fue tal vez el de querer convertir un dato incoherente, con una combinación incontable de factores que afectan y transforman a la sociedad, en un orden inteligible: Así, el mismo estaría dispuesto a estudio, dispuesto a convertirlo en un comportamiento terrenal capaz de ser previsto por sus acontecimientos pasados. Esta actividad es, de hecho, la que corresponde a un sociólogo.
Sin embargo, ¿cómo descubrir un orden inteligible? Montesquieu plantea, según este texto analítico, dos respuestas. La primera “consiste en afirmar que más allá del caos de los accidentes, descubrimos causas profundas, que explican la aparente irracionalidad de los hechos”, queriendo explicar con esto el hecho de que todo en el mundo es de orden causal y no de orden casual. Ya sea porque un acontecimiento grande arrastra consigo a las particularidades que surgirían a lo largo de la sociedad o, por otra parte, de un origen natural. En caso de pertenecer a éste, se considera que es de una secuencia inevitable e irreparable, bajo la que sólo se consentiría el tratar de acomodarse a este fortunio. Por el contrario, aquélla que no sea de un orden natural, podría ser modificada o al menos predicha mediante la investigación de los hechos. Detrás de la sucesión aparentemente accidental de los hechos, es necesario discernir las causas profundas que los explican.
También escribe, como se estableció supra, una segunda respuesta. Ésta dicta que se “consiste en afirmar, no que los accidentes se explican por causas profundas, sino que es posible agrupar un número reducido de tipos la diversidad de costumbres, de usos y de ideas que conforman una sociedad. Entre la diversidad infinita de las costumbres y la unidad absoluta de una sociedad ideal, hay un término intermedio” (subrayado propio). El presente planteamiento expone el hecho de que, si bien cada uno de los acontecimientos o fenómenos no pertenecen a una causa profunda, al menos es posible agrupar las costumbres afines para determinar las ideas de una sociedad. Esto sólo se lograría mediante una debida recolección de datos, lo cual llevaría a una metodología científica por completo. Además, indica muy claramente el hecho de que no debe existir una tajante distinción entre costumbres y la sociedad ideal, hay un punto en el que ambas pueden converger y tratar de moldear a la colectividad de una manera equilibrada.
Así, llega a concluir de cierta manera que, con respecto al tema de cómo reunir todo el anterior desorden en una causalidad organizada, el devenir de los fenómenos o situaciones se vuelve entendible cuando se analizan correctamente las causas profundas que determinaron la línea del destino; mientras que se torna entendible a la diversidad de los hechos cuando se distribuyen en conceptos o tipos.
En los primeros trece libros de El espíritu de las leyes, se analizan los tipos de gobierno con una influencia aristotélica que salta a la vista. Aquí se puede determinar la marcada afición de Montesquieu por lo que representaría a uno de los más grandes expositores de la política clásica e, incluso, a esta misma. Ahora, teniendo en mano esta muestra de su afición, nos vemos con el choque de ésta frente a su vocación: El problema de la compatibilidad entre la teoría de los tipos de gobierno y la teoría de las causas. En éste sentido, se desarrollan la teoría de cada uno de los sentimientos que hacen funcionar de manera armoniosa el constante movimiento y desarrollo de los tres tipos de gobierno planteados.
Primero, tocando las, por así decirlo, causas de la República (la cual fue considerada por Montesquieu como la mejor de los tres gobiernos –irónica idea revolucionaria dentro del pensamiento de un noble-), habla de que el sentimiento que compone y se desborda del colectivo perteneciente al buen funcionamiento de la república es la virtud, la cual no significaría que en ésta los hombres son virtuosos, sino que deberían serlo, estableciendo así que las repúblicas son prósperas sólo en medida en que los ciudadanos cumplen con serlo. También, nombrando el hecho de que “la naturaleza de cada gobierno está determinada por el número de los que detentan la soberanía”, se habla de la característica sumamente importante (si no la más importante) de la república: Aquí, el pueblo entero –o al menos gran parte del mismo- participan u ocupan un lugar dentro de la posesión del poder soberano.
Si se habla, en cambio, de la monarquía –cuyo valor sentimental dentro de la colectividad sería más bien el imperante sentido del honor-, se deduce que el poder estaría aquí repartido en las manos de uno solo siendo regulado por los acuerdos, arreglos y leyes previamente establecidos.
Por último, toma como tercer tipo de gobierno al despotismo, el cual encuentra su funcionamiento en el terror impartido al pueblo, en el cual cada uno de los ciudadanos teme del otro y de su propio líder; siendo este líder el cual tomó el poder sin ninguna ley que lo rigiese, gobernando por capricho y deseo propio, ignorando las necesidades de los individuos pertenecientes al Estado. A los ojos de Montesquieu, el régimen fundado en el temor está corrompido por esencia y se encuentra casi en el umbral de la negación política.
Dando a conocer sus puntos de vista con respecto a los tipos de gobierno existentes, dice también que la distinción entre los tipos de gobierno es al mismo tiempo una distinción entre las organizaciones y las estructuras sociales; haciendo referencia así a la monarquía, la democracia y la aristocracia, modalidades que se identificaban y pertenecían a la organización política de la polis griega. Partiendo del reconocimiento de estos tres gobiernos como característicos de aquélla época, Montesquieu toma para sí el objetivo y la meta de reincidir en el análisis de los regímenes de gobierno, cosa que cumplió con sus primeros trece libros de El espíritu de las leyes.
Bajo el mencionado estudio de los tipos de gobierno en una época políticamente más avanzada que la polis griega, Montesquieu relaciona factores como el volumen de la sociedad y la extensión del territorio como elementos causales sumamente importantes dentro del tipo de gobierno, tendiendo entre éstos una concordancia. Esta parte de su teoría plantea la duda de que si a partir de cierta dimensión el Estado
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