Bacon Y Scoto
valeji8914 de Mayo de 2015
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Roger Bacon, que fue llamado por sus contemporáneos Doctor mirabili, y llegó a ser maestro de teología.
Las obras principales de Bacon son las tituladas Opus Maius, Opus minus y Opus tertium, la única completa es el Opus maius. Concebía la metafísica como la ciencia que encierra los principios de todas las otras. Sus investigaciones más numerosas se refieren a la física y en particular a la óptica. La posición de Bacon en todas sus obras es la de una resuelta libertad espiritual. La verdad es obra del tiempo.
Él sostiene que la autoridad no nos hace conocer nada, si no se da la razón de ello, que ella, por su parte, no nos da la inteligencia, sino la credulidad, y es también una de las más comunes fuentes de error. Quedan entonces dos maneras de conocer: la demostración racional y la experiencia.
El que conoce la razón y la causa por experiencia, es perfecto en la sabiduría. Todo el campo del conocimiento humano, debe fundarse en la experiencia. La experiencia no es solamente el fundamento de la investigación natural, sino también del conocimiento sobrenatural. La experiencia es un conocimiento inmediato, por el cual el hombre es puesto cara a cara con la realidad, esto vale también para la experiencia interna, Bacon distingue en la experiencia interna una triple iluminación: la iluminación o revelación general; la iluminación primitiva o tradicional; la iluminación especial, la cual, es debida a la gracia. La iluminación común es el fundamento de la filosofía.
Lo que ilumina nuestra mente es llamado por los teólogos entendimiento activo, se distinguen dos entendimientos, activo y posible, el entendimiento agente es, en primer lugar, Dios, y en segundo lugar los ángeles que nos iluminan. Y de hecho el entendimiento se llama activo en cuanto influye sobre las almas humanas, iluminándolas para la ciencia y la virtud.
Todo el poder de la lógica depende de las matemáticas porque todas las determinaciones dependen de la cantidad, y la cantidad es el objeto propio de las matemáticas. Solamente por medio de las matemáticas pueden las otras ciencias constituirse y hacerse ciertas.
Duns no pide a Dios una iluminación sobrenatural, un conocimiento completo en verdad y en extensión, sino solamente aquel conocimiento que es propio de la razón humana natural. Aquí el contraste es evidente entre la verdad racional de la metafísica, que es propia de la razón humana y; por tanto, válida para todos los hombres, y la verdad de la fe, a la cual la razón puede solamente someterse y que tiene una certeza solidísima solamente para los católicos. La fe, según Duns: pertenece enteramente al dominio práctico.
El hombre no puede conocer demostrativamente lo que Dios ha decidido en virtud de su albedrío y que, por consiguiente, no lleva ningún rasgo de aquella necesidad que hace posible el conocimiento demostrativo.
Lo teorético es el dominio de la necesidad, por tanto, de la demostración racional y de la ciencia. Lo práctico es el dominio de la libertad, por consiguiente, de la imposibilidad de cualquier demostración y de la fe. La metafísica es la ciencia teorética por excelencia, la teología es por excelencia la ciencia práctica.
Por su carácter práctico, la teología no puede llamarse ciencia en sentido propio: sus principios no dependen, en efecto, de la evidencia de su objeto. Aunque su objeto pueda de alguna manera ser incluido en el objeto de la metafísica, sin embargo, no recibe sus principios de la metafísica. Además, no subordina ninguna otra ciencia a sí misma, porque ninguna otra ciencia recibe sus principios de ella.
Lo que no es demostrable no es necesario, sino contingente, y pos esto arbitrario o práctico. No hay verdaderamente una postura de escepticismo o agnosticismo en Duns Escoto. Él no concibe que el conocimiento humano pueda extenderse más allá de los límites a los
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