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Ciencias Politicas


Enviado por   •  7 de Marzo de 2015  •  2.291 Palabras (10 Páginas)  •  140 Visitas

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Antes de hablar de los aspectos generales de los principales capítulos es necesario hablar acerca de la composición del libro en si este Consta de una introducción programática de 30 páginas, que sitúa la temática que se va a desarrollar y los supuestos marxistas desde los que se le aborda, y de cinco partes, divididas en capítulos, y cada capítulo en epígrafes, según el esquema siguiente:

Primera parte: Cuestiones generales. Comprende: 1. Sobre el concepto de política; 2. Política y clases sociales; 3. Sobre el concepto de poder (pp. 33-148). Como se observa por los títulos, se delimitan aquellos conceptos que van a ser de mayor uso a lo largo del estudio del Estado capitalista. Los tres capítulos son igualmente básicos, pero es el segundo el que maneja un número mayor de términos técnicos (estatuto de las clases, fracciones autónomas, lucha política de clases, categorías, estratos, distinción entre estructuras y prácticas de clases, coyuntura, fuerzas sociales...)

Segunda parte: El Estado capitalista. Comprende: 1. El problema; 2. Tipología y tipo de Estado capitalista; 3. El Estado absolutista, Estado de transición; 4. Sobre los modelos de la revolución burguesa (pp. 149-240). El tema, que de forma estructural aparece desde ahora en toda la obra, es el modo en que se presentan las relaciones entre las instancias político-jurídica, ideológica y económica en el Estado capitalista. Derivadamente, se recorrerán las diversas modalidades que presenta este tipo de Estado y se explicará su génesis a partir del Estado absolutista, que por su parte sirve de transición desde el tipo feudal de Estado. El Estado de transición ha traído consigo variaciones en el modo en que se ha operado el paso al último capitalismo, según las diversas formaciones sociales en cada nación.

Tercera parte: Los rasgos fundamentales del Estado capitalista. Comprende: 1. El Estado capitalista y los intereses de las clases dominadas; 2. El Estado capitalista y las ideologías; 3. El Estado capitalista y la fuerza; 4. El Estado capitalista y las clases dominantes (pp. 241-330). Los efectos del Estado son diversos en relación con las clases dominantes y dominadas, respectivamente, y necesita unos principios ideológicos imaginarios que lo legitimen y el empleo organizado de la fuerza.

Cuarta parte: La unidad del poder y la autonomía relativa del Estado capitalista. Comprende: 1. El problema y su planteamiento teórico por los clásicos del marxismo; 2. Algunas interpretaciones y consecuencias; 3. El Estado capitalista y el campo de la lucha de clases; 4. El Estado capitalista y las clases dominantes; 5. El problema en las formas de Estado y en las formas de régimen: el ejecutivo y el legislativo (pp. 331-424). Lo que aquí se trata estaba ya implícito en general en las secciones anteriores. Pasa al primer plano, sin embargo, el concepto de bloque en el poder y la división en clases y fracciones en el seno del mismo, paralelamente a lo que acontece en la formación social.

Quinta parte: Sobre la burocracia y las élites. Comprende: 1. El problema y las teorías de las élites; 2. La posición marxista y la cuestión de la pertenencia de clase del aparato de Estado; 3. Estado capitalista. Burocratismo. Burocracia; 4. La burocracia y la lucha de clases (pp. 425-471). Dependiendo del papel del Estado sobreviene como categoría específica la burocracia, de variable significación de acuerdo con la forma de coexistencia de unos u otros modos de producción en el tipo de Estado capitalista.

Es prescindible conocer el propósito del libro el cual consiste en que El autor se vale de la metodología marxista para el tratamiento sociológico de las clases burguesas y el Estado capitalista, proponiéndose cubrir una laguna, ya que en los clásicos del marxismo sólo aparecían estos aspectos «en hueco», es decir, no explícitamente. Las conclusiones descritas no son fragmentos aislados, sino que han de ser integradas en el sistema. Se tachan de falsas y nefastas las restantes corrientes de pensamiento (Max Weber, funcionalismo de Parsons, Raif Dahrendorf...) y aun las interpretaciones que suponen alguna desviación respecto a la ortodoxia marxista (Lukács, Lucien Goldmann...).

El materialismo dialéctico ofrece los conceptos abstractos con que se construyen las formaciones sociales concretas objeto de este estudio, mientras que el materialismo histórico significa la génesis de las estructuras que en conformidad con el método dialéctico se han ido dando en la historia.

A continuación se describirán cuestiones generales de las primeras partes de la obra:

Capítulo I: Sobre el concepto de política:

El autor rechaza aquellas interpretaciones del marxismo que adjudican el primer plano en la historia a lo político, pues ello supone un protagonismo voluntarista que no contaría con la especificidad de los diversos niveles de estructuras y prácticas sociales. La tesis de Marx de que la lucha de clases es el motor de la historia no habrá de ser entendida en el sentido de un devenir guiado por las voluntades, sino a partir del «concepto teóricamente construido de un modo de producción dado en cuanto todo—complejo—con predominio» (p. 38). La práctica política tiene como objeto de transformación el «momento actual», entendiendo por tal objetivo compuesto, en que se condensan las contradicciones entre los diversos niveles de una formación; para ello su objetivo estratégico específico serán las estructuras políticas del Estado, como punto de cohesión de los diversos niveles de estructuras. Sin esta transformación estructural no hay práctica política. «El concepto de práctica reviste aquí el sentido de un trabajo de transformación sobre un objeto (materia prima) determinado, cuyo resultado es la producción de algo nuevo, que constituye, o al menos puede constituir, una ruptura con los elementos ya dados del objeto» (p. 39).

El Estado es sólo el acumulador de la formación social. De aquí que la práctica política tienda inexorablemente a una de estas dos alternativas: o bien a la conservación de la unidad de una formación —dada por medio del Estado—, o bien a la transformación de las relaciones de producción a través de la ruptura de la unidad dada por el Estado. La lucha política no tiene por objetivo específico las relaciones sociales económicas, pues ello sería un simple reformismo. Más bien, si la práctica política recae sobre el Estado es porque en éste se reflejan los antagonismos o contradicciones de la sociedad consigo misma; el lugar y los límites del Estado en el todo están determinados por el modo de producción que caracteriza a la formación social del momento histórico.

Las funciones económica e ideológica del Estado, están en dependencia de la función

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