Comedia de Molière, titulada La Médecin malgré lui
Enviado por • 15 de Agosto de 2014 • 1.184 Palabras (5 Páginas) • 222 Visitas
ADVERTENCIA1
Escribió Moratín la traducción libre de la comedia de Molière,
titulada La Médecin malgré lui, para que la representase en un día destinado
a su beneficio el gracioso de la compañía cómica de Barcelona, Felipe
Blanco, a quien debía particulares atenciones de amistad. Siguió en la
versión de esta pieza los mismos principios que le había dirigido en las
precedente?2
. Simplificó la acción, despojándola de cuanto le pareció inútil
en ella. Suprimió tres personajes, MM. Robert, Thibaut y Perrin, y por
consiguiente dejó perder la graciosa escena segunda del primer acto y la
segunda del tercero, para no interrumpir la fábula con distracciones
meramente episódicas, sujetándola a la estrecha economía que pide el arte,
sin la cuál, a fuerza de ornatos viciosos, se entorpece la progresión dramática
y se debilita el interés. Redujo a tres las cinco palizas que halló en la pieza
original. Pasó en silencio la existencia inútil de un amante que no aparece en
la escena, y esta omisión le facilitó el medio de dar a la resistencia obstinada
de don jerónimo un motivo más cómico, y más naturalidad al desenlace.
Omitió igualmente las lozanías y expresiones demasiado alegres del
supuesto médico, que no se hubieran tolerado en ningún teatro de España, y
se hallan en la escena primera del primer acto, en las cuarta, quinta y séptima
del segundo y en la tercera del tercero de la obra francesa; y persuadido de
que las imágenes asquerosas, ni son donaires cómicos, ni deben presentarse
jamás a un auditorio decente, omitió lo que hay de este género en la escena
sexta, acto segundo, y en la quinta, acto tercero, del original. Si Moliére
viviese, haría en ésta y en otras piezas suyas las mismas correcciones con
más severidad y mayor acierto.
En las ediciones francesas se advierte que la escena es en el campo;
pero si por esto se entendiese unidad de lugar, sería equivocarse mucho. El
primer acto de la comedia de El Médico a palos debe representarse en un
monte; los dos siguientes, en una sala de la casa de don jerónimo. Si Moliére
(que no es creíble) imaginó que la escena fuese constantemente la misma, no
dispuso su fábula en términos de que pudiera verificarse; y si en el teatro se
hiciese la prueba de no mudar la decoración según se ha indicado, resultarían
impropiedades demasiado absurdas. Esta comedia no admite unidad de lugar.
Nada resta que decir acerca de la traducción, sino que Moratín supo darla
todo el aire de originalidad que necesitaba para hacerla más agradable al
público español que había de oírla; y, en efecto, representada en el teatro de
Barcelona el día S de diciembre de 18 14, el concurso, reconociendo la fuer-
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Inserta en su edición de París de 1825.
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Se refiere a La escuela de los maridos.Librodot El Médico a Palos Molière
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za cómica de que abunda en la acción y el diálogo, unió a los elogios del
poeta francés los que le pareció que merecían las frecuentes infidelidades de
su traductor.
Felipe Blanco dio mucha gracia y naturalidad al papel de Bartolo.
Vicente Alfonso obtuvo general aceptación en el de don jerónimo, y Bárbara
Fort, para quien era muy genial el de Martina, le desempeñó con inteligencia.
PERSONAJES
DON JERONIMO
BARTOLO
DOÑA PAULA
MARTINA
LEANDRO
GINES
ANDREA
LUCAS
La escena representa en el primer acto un bosque, y en los dos siguientes
una sala de casa particular, con puerta en el foro y otras dos en los lados.
La acción comienza a las once de la mañana, y se acaba a las cuatro de la
tarde.
ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
BARTOLO, MARTINA
BARTOLO. ¡Válgate Dios, y qué durillo está este tronco El hacha se mella
toda, y él no se parte... (Corta leña de un árbol inmediato al
foro; deja después el hacha arrimada al tronco, se adelanta
hacia el proscenio, siéntase en un peñasco, saca piedra y
eslabón, enciende un cigarro y se pone a fumar.) ¡Mucho
trabajo es éste!... Y como hoy aprieta el calor, me fatigo y me Librodot El Médico a Palos Molière
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rindo y no puedo más... Dejémoslo y será lo mejor, que ahí se
quedará para cuando vuelva. Ahora vendrá bien un rato de
descanso y un cigarrillo, que esta triste vida otro la ha de
heredar... Allí viene mi mujer. ¿Qué traerá de bueno?
MARTINA. (Sale por el lado derecho del teatro). Holgazán, ¿qué haces
ahí sentado, fumando sin trabajar? ¿Sabes que tienes que
acabar de partir esa leña y llevarla al lugar, y ya es cerca de
mediodía?
BARTOLO. Anda, que si no es hoy será mañana.
MARTINA. Mira qué respuesta.
BARTOLO. Perdóname, mujer. Estoy cansado, y me senté un rato a fumar
un cigarro.
MARTINA. ¡Y que yo aguante a un marido tan poltrón y desidioso!
Levántate y trabaja.
BARTOLO. Poco a poco, mujer; si acabo de sentarme. MARTINA.
Levántate.
BARTOLO. Ahora no quiero, dulce esposa.
MARTINA. ¡Hombre sin vergüenza, sin atender a sus obligaciones!
¡Desdichada de mí
BARTOLO. ¡Ay, qué trabajo es tener mujer! Bien dice Séneca, que la
mejor es peor que un demonio.
MARTINA. Miren qué hombre tan hábil, para traer autoridades de Séneca.
BARTOLO. ¿Si soy hábil? A ver, a ver, búscame un leñador que sepa lo
que yo, ni que haya servido seis años a un médico latino, ni
que haya estudiado el quis vel qui, quae, quod vel quid, y más
adelante, como yo lo estudié.
MARTINA. Mal haya la hora en que me casé contigo.
BARTOLO. Y maldito sea el pícaro escribano que anduvo en ello.Librodot El Médico a Palos Molière
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MARTINA. Haragán, borracho.
BARTOLO. Esposa, vamos, poco a poco.
MARTINA. Yo te haré cumplir con tu obligación.
BARTOLO. Mira, mujer, que me vas enfadando. (Se levanta
desperezándose, encamínase hacia el foro, coge un palo del suelo y vuelve)
MARTINA. Y ¿qué cuidado me da a mí, insolente?
BARTOLO. Mira que te he de cascar, Martina.
MARTINA. Cuba de vino.
BARTOLO. Mira que te he de solfear las espaldas. MARTINA. Infame.
BARTOLO. Mira que te he de romper la cabeza.
MARTINA. ¿A mí? Bribón, tunante, canalla. ¿A mí?
BARTOLO. (Dando de palos a MARTINA.) ¿Sí? Pues toma.
MARTINA. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
BARTOLO. Este es el único medio de que calles... Vaya, hagamos la paz.
Dame esa mano.
MARTINA. ¿Después de haberme puesto así?
BARTOLO. ¿No quieres? Si eso no ha sido nada. Vamos.
MARTINA. No quiero.
BARTOLO. Vamos, hijita.
MARTINA. No quiero, no.
BARTOLO. Mal hayan mis manos, que han sido causa de enfadar a mi
esposa... Vaya, ven, dame un abrazo. (Tira el palo a un lado y
la abraza.)
MARTINA. ¡Si reventaras!
BARTOLO. Vaya, si se muere por mí la pobrecita... Perdóname, hija mía.
Entre dos que se quieren, diez o doce garrotazos más o menos
no valen nada... Voy hacia el barranquitero, que ya tengo allí
una porción de raíces; haré una carguilla y mañana, con la Librodot El Médico a Palos Molière
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burra, la llevaremos a Miraflores. (Hace que se va y vuelve.)
Oyes, y dentro de poco hay feria en Buitrago; si voy allá, y
tengo dinero, y me acuerdo, y me quieres mucho, te he de
comprar una peineta de concha con sus piedras azules.
(Toma el hacha y unas alforjas, y se va por el monte
adelante. MARTINA se queda retirada a un lado,
hablando entre sí.)
MARTINA. Anda, que tú me las pagarás... Verdad es que una mujer
siempre tiene en su mano el modo de vengarse de su marido;
pero es un castigo muy delicado para este bribón, y yo
quisiera otro que él sintiera más, aunque a mí no me agradase
tanto.
ESCENA SEGUNDA
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