Consideraciones Tradicionales Y Contemporáneas Acerca Del Problema De La Inducción: David Hume Y Nelson Goodman.
joralejandro20 de Junio de 2014
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Consideraciones tradicionales y contemporáneas acerca del problema de la inducción: David Hume y Nelson Goodman.
I
El problema de las inferencias causales es el que lleva a Hume a plantearse el problema de la inducción, el razonamiento causal es el proceso inferencial que conduce a la mente más allá de las experiencias presentes. La inducción, abarca cualquier proceso inferencial falible, no deductivo, donde puede haber aceptación de las premisas pero no existe una derivación lógica de estas y la conclusión, con lo cual este proceso inferencial carece de justificación lógica, pues la relación premisas-conclusión no está clausurada bajo el principio de consecuencia lógica. Pero, el problema no es el uso de la inducción o su imposibilidad como proceso inferencial, pues la inducción es un elemento comúnmente usado en la práctica científica. El problema de la inducción es establecer su base normativa.
La Inducción para la lógica clásica consistía en una recolección de datos empíricos mediante los cuales se establecen proposiciones cuyo valor es universal, ella consiste en la simple enumeración de casos repetidos bajo circunstancias similares. La “nueva lógica inductiva” propuesta por Francis Bacon conserva la base normativa objetiva de la lógica clásica, pero no entiende la inducción como una simple enumeración de datos particulares, “la nueva lógica inductiva” consiste en develar la verdadera naturaleza de los objetos mediante un análisis detallado de ellos, en transitar de los atributos inmediatos de los objetos a las formas ocultas que los gobiernan, la base normativa de la inducción aún en la “nueva lógica inductiva” se sigue planteando en términos de objetividad. La novedad de la crítica de David Hume a la inducción, y que la diferencia de la lógica (inductiva) clásica y la nueva lógica inductiva, consiste en que Hume cuestiona la objetividad como base normativa de la inducción.
Habíamos mencionado que el problema de las inferencias causales es el que lleva a Hume al problema de la inducción. Para comprender lo anterior, debemos asumir como supuesto en la discusión que el conocimiento empírico requiere de la experiencia para ser verdadero, que nuestras ideas poseen una génesis empírica, y que todo conocimiento inicia en la experiencia y se justifica en ella.
Hume desafío la idea de que aunque percibamos que un suceso antecede a otro no percibimos ninguna condición necesaria y suficiente entre los dos, pues dicha condición necesaria y suficiente no comparece ante los sentidos. Comúnmente se pensaba que entre ambos sucesos existe una conexión que liga ambos acontecimientos, que en ellos existen ciertas disposiciones, potencias o tendencias en las que el primero incide en el segundo de modo causal y necesario. Este principio era para los racionalistas un principio a-priori, evidente en sí mismo, y muy acorde al sentido común. Pero Hume señala que desde el punto de vista empirista nos es imposible observar tales disposiciones, tendencia o potencias entre dos sucesos y lo mismo se debe decir de la supuesta necesidad que existe entre la causa y los efectos. Si todas nuestras ideas tienen una génesis empírica (como ya quedo señalado en los supuestos que se deben considerar para la discusión), pero la causalidad y la necesidad no son acontecimientos perceptibles por los sentidos ¿Cuál es entonces su origen?
Para Hume la idea de causalidad es una idea compuesta de ideas más simples (contigüidad, prioridad temporal de la causa, conjunción, conexión necesaria)de las cuales las primeras tres pueden ser percibidas en la experiencia(contigüidad, prioridad temporal de la causa y conjunción), no así la cuarta (conexión necesaria) pues esta no tiene correlato empírico, la experiencia no nos permite tener acceso a la necesidad de los objetos, y mucho menos a la necesidad de dos sucesos que ocurren conjuntamente o precedidos uno del otro. Este dilema respecto a la percepción de la necesidad plantea dos opciones: 1) o bien hay necesidad en los objetos pero no la podemos conocer. 2) O se debe negar que exista tal conexión de necesidad. Hume niega que haya tal conexión necesaria pues para él únicamente conocemos conjunciones, Hume sostiene que puede haber necesidad lógica, semántica pero no necesidad física, ya que nada de aquello que podemos conocer mediante la experiencia es necesario, el conocimiento empírico no guarda para sí ninguna relación de necesidad.
Como se mencionó anteriormente el principio de causalidad necesaria no es entendido con las mismas cualidades tanto para los empiristas como para los racionalistas. Para estos últimos la causalidad es un principio racionalmente justificado a-priori, toda inferencia implica el principio de causalidad, este principio autoevidente además de ser a-priori, es innato, añádase también que es un principio demostrativo, esto significa que es imposible pensarlo de modo contrario. Para Hume el principio de causalidad es un principio empírico que por ser empírico no es necesario y puede ser pensado de modo contrario sin incurrir en contradicción, y por lo tanto, ni es demostrativo ni tampoco es a-priori ( No es lo mismo decir que 1. El principio de causalidad y necesidad es empírico a 2. Asumir que tiene una génesis empírica, lo primero implica que dicho principio solo es válido cuando se aplica en la experiencia. Lo segundo es afirmar que la necesidad es una cualidad implícita en los objetos que puede ser conocida mediante la precepción sensible). Hume entiende que la idea de necesidad surge de la conexión constante de dos objetos que se muestran en la experiencia siempre de manera conjunta, pero ¿Cómo puede venir de los sentidos esta idea de necesidad si el conocimiento empírico es sólo probable? Admitir que la idea de necesidad tiene una génesis empírica, sería lo mismo que asumir que hay un salto justificado desde lo probable a lo necesario. Hume al no poder admitir que la idea de necesidad surja de la experiencia, asume que la idea de necesidad se justifica en la repetición, el principio de necesidad causal en Hume se vuelve un acontecimiento meramente psicológico, al observar que dos objetos se suceden uno del otro, produce en nosotros el convencimiento de que la relación entre ellos es una relación de causalidad necesaria, pero este convencimiento al ser puramente psicológico carece de objetividad, asumimos por hábito o por costumbre que entre ambos acontecimientos existe una relación de necesidad, pero los acontecimientos no denotan esta necesidad, sino más bien, esta idea es impuesta sobre lo que realmente es una simple conjunción.
Es decir, lo único que podemos observar mediante los sentidos son conjunciones de objetos, pero una conjunción no es una implicación, la implicación p --- q surge del hábito o la costumbre de establecer una relación de necesidad causal a lo que en la experiencia es una simple conjunción p . q.
La necesidad es solo un evento mental que surge de un hábito, la conjunción constante genera una pasión en la mente que le hace asumir que en lo que hay únicamente una conjunción existe también una relación de conexión necesaria.
Este principio psicológico que surge del hábito y la repetición solo tiene validez si se aplica a los objetos de los cuales tenemos impresiones sensibles, por lo tanto, solo es válido si se aplica a las impresiones ya sea presentes o pasadas, pues de las experiencias futuras no tenemos ningún tipo de impresión, por lo que no es posible establecer una relación de necesidad causal en casos futuros, la predicción de hechos por venir mediante el conocimiento de hechos similares en el pasado no está justificada, pues ello implica llevar el principio de causalidad y necesidad más allá de nuestras impresiones, con lo cual, la inducción no tiene justificación alguna. En ella se supone un principio de uniformidad de la experiencia, el que consiste en asumir que en todas las regiones de tiempo y espacio los objetos tendrán las mismas cualidades del pasado, pero este principio no es argumentable, pues en ningún momento dejara de ser una creencia, este principio es unicamente una tendencia o un instinto compartido por seres de conciencia mínima, además de que si se intentase argumentar, dicha argumentación no podría ser hecha simplemente desde la experiencia, pues el conocimiento empírico supone este principio, y si hubiese una explicación metafísica que dé cuenta de su justificación, dicha explicación no podría ser incorporada dentro de un corpus empirista. Este principio de uniformidad que asume que las cosas de las que no hemos tenido experiencia deben ser semejantes a aquellas de las que sí hemos tenido experiencia pues la naturaleza sigue uniformemente el mismo curso, no es un principio de verdad analítica que sea demostrativamente cierto, pues es claro que puede ser pensado de modo contrario sin presentar contradicción. De este principio se puede rastrear su origen en las clases naturales aristotélicas en las que se sostenía que el mundo está formado por clases naturales y estas clases dan permanencia en la naturaleza, y en el racionalismo de Leibniz y la armonía preestablecida.
Por lo tanto, para Hume ninguna de nuestras inferencias inductivas está justificada racionalmente, los motivos son los siguientes:
1) todas nuestras inferencias inductivas implican el principio de uniformidad de la naturaleza.
2) si no es posible establecer la verdad del principio de uniformidad, entonces la inducción no esta racionalmente justificada.
3) No es posible establecer la verdad del principio de uniformidad.
4) por lo tanto, la inducción no está
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