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Cosmología de la libertad.


Enviado por   •  23 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  2.341 Palabras (10 Páginas)  •  241 Visitas

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Cosmología de la libertad

“El hecho de que una especie, por razones intelectuales, se considere superior a las demás, es dañino. Pero que, por las mismas razones, se considere a sí mismo un fenómeno metafísico inexplicable, lo es aún peor.”

  • Luis Pedro Romero P.

Considero muy necesario detenernos a evaluar un tema de mucha importancia para la humanidad y la vida en sí: el de la libertad. Porque no podemos seguir avanzando hacia un futuro incierto, sin siquiera conocer, con certeza, el modo en que opera nuestra capacidad de decisión y la razón de su aparición en nuestra especie. De lo contrario, podríamos sumirnos en un sinfín de decisiones particulares que, en conjunto y puestas en práctica, sólo nos conducirían a la inestabilidad y, por lo tanto, a nuestro fin.

Debemos recordar, también, que según la perspectiva evolutiva, nuestras capacidades cognitivas son producto de nuestro desarrollo biológico, en un intento por formular nuevas herramientas que nos permitan sobrevivir ante las adversidades de la vida.1 Y por lo tanto, el uso que debemos darle a esas facultades, como la consciencia, el intelecto, las emociones, el raciocinio, etc… debe de estar en completa disposición con nuestro objetivo biológico: subsistir.2 Subsistir como vida; y no tan sólo como especie, ya que esta intención se imposibilita, pues nuestra existencia como especie- e incluso, nuestro desarrollo social, como seres sociales-, requiere necesariamente de un entorno habitable… de un hábitat.3 Situación que nos empuja, como seres humanos racionales, a crear un entorno adecuado para nosotros, para el resto de organismos vivos e, incluso, para los objetos inanimados que nos rodean. Pues es un hecho que el ser humano requiere, inevitablemente, de esos seres para encontrar su subsistencia. Tal como un individuo precisa de un grupo social para sobrevivir.4 

De esta forma, podríamos comprender que nuestro propósito, como seres humanos (organismos vivos racionales), es ayudar al Planeta Tierra a seguir conservando su complejidad orgánica; en nosotros y en el resto de los seres vivos. O podríamos verlo de otra forma, y decidir buscar, como propósito esencial, mantenernos con vida como individuos; como sea, terminaremos buscando la subsistencia del resto de seres alrededor nuestro, por la razón anteriormente mencionada. Es por este motivo que el altruismo es provocado por nuestra naturaleza egoísta.5 “Para ser, debemos proponernos que otros sean y nos ayuden a ser, ayudándolos a ser.” De esta manera, se cultivaría un ciclo de sustentabilidad habitable, donde podríamos existir de forma sostenible. Sin embargo, primero que nada, debemos decidir, voluntariamente, que así sea.

Nuestras decisiones, según Joaquín M. Fuster, son producto de las relaciones coexistenciales neurológicas, en donde, gracias a la evolución de los organismos, una red compleja de células nerviosas se coordinan de forma relacional, para percibir-decidir-hacer (este efecto de percepción/acción, no posee un orden jerárquico; funcionan de manera conveniente); teniendo siempre, como objetivo, mantener la estabilidad interior y la resistencia exterior, para prolongar la existencia individual, según sus funciones decisivas.6 Pero debemos preguntarnos ¿por qué las células se esmeran tanto en mantenernos con vida como individuos, si algunas veces, algunas de ellas, deben sacrificar sus vidas por el cuerpo que las contienen (por nosotros)? Porque probablemente, el propósito de la vida sea ese, ¡Mantener la vida! ¡Prolongar la organización biológica a través del tiempo y del espacio! No mantener a todos los organismos celulares vivos “con vida”.7 Analógicamente, me gustaría agregar que, según mi perspectiva, nosotros, como animales, cumplimos, en el planeta, una función muy parecida al cargo que las células tienen en nosotros: mantenernos con vida. Pues, el planeta, según algunas teorías, es un organismo vivo que se autorregula con la ayuda de todos los organismos que posee dentro.8 Lastimosamente, algunos, sabiamente, han señalado que nosotros, los humanos, somos como parásitos dentro de este hermoso ser viviente.9 Ahora, simplemente queda a disposición de nuestra voluntad, ser o no ser una especie a favor de la vida en este planeta vivo.

“…If you want to survive, you will find the guide inside.”

  • Nahko Bear

Probablemente, habremos desarrollado la capacidad de decisión racional para poder guiar un mejor y acelerado proceso evolutivo de la vida; no únicamente para favorecer a nuestra especie, y menos aún a nosotros como individuos. Inclusive, siendo egoístas por naturaleza genética, y deseando mantenernos únicamente a nosotros con vida, debemos recordar que nuestra subsistencia requiere de la existencia sostenible de nuestro entorno. Condición que hemos pasado por alto, al perseguir, como propósito social e individual, el satisfacer nuestros placeres más primitivos, como lo es la complacencia sensitiva.

Por lo tanto, debemos preguntarnos ahora, siendo tan inteligentes y civilizados, ¿qué buscamos a través de nuestra libertad? Porque pareciera que buscamos satisfacciones placenteras producidas, la mayor parte del tiempo, por nuestro cerebro primitivo. ¿Es esto natural? Sí, lo es. Pero el cambio (o el movimiento de la materia y la energía) también lo es. Y ahora, debemos realizar ese cambio a favor del bienestar de nosotros mismos y del planeta; que es lo mismo.

Decidir vivir impulsivamente por nuestros deseos primitivos, en una sociedad construida de forma racional, puede llegar a ser negativo. Porque, mientras avanzamos a través de la ciencia, descubriendo la forma en que trabaja el cosmos, estaremos constantemente siendo guiados por nuestros caprichos (innecesarios) primitivos; convirtiendo los hallazgos tecnológicos, por ejemplo, en herramientas que tengan como finalidad, satisfacer esos placeres desfasados a nuestra época y a nuestras verdaderas necesidades sociales y ambientales. Situación que sería contraproducente, ya que esos placeres “prehistóricos” fueron desarrollados por nuestros organismos, según las circunstancias de un momento en que fueron necesarias; pero que sin embargo, hoy en día, ya no lo son.

Por ejemplo, los azúcares y sus dulces sabores. El ser humano, en algún momento de la historia, requirió de desarrollar un gusto por los azúcares; posiblemente por algún tipo de deficiencia energética, o porque necesitó ingerir una mayor cantidad de nutrientes contenidos en las frutas dulces. Sin embargo, hoy en día la industrialización de las riquezas naturales, aumentó la producción de azúcares, y por lo tanto nuestro consumo no puede seguir siendo deliberadamente liderado por nuestra atracción hacia lo dulce; ya que esta sensación de placer al consumir estos productos no posee límites adecuados a nuestra época industrial. ¿Qué sucede cuando alguien come dulces siempre y cuando se le antoja hacerlo? Terminaría padeciendo de alguna enfermedad, como la diabetes. De modo que, nuestro consumo debe de ser dictado de forma racional, no sensorial.

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