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Cuando La Acumulación De Datos No Es Sabiduría


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2012  •  401 Palabras (2 Páginas)  •  334 Visitas

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No padecía por verlos domesticados, ni pensaba en el doloroso proceso para llegar a estarlo: me asqueaba verlos humanizados, con su animalidad idiosincrásica perdida o traicionada. Lo mismo me pasa hoy, cuando oigo hablar de que los animales tienen derechos, porque enseguida me los imagino andando sobre las patas traseras, leyendo el periódico o fumando en pipa...

En la revista del verano el pasado domingo en “La primera vez”, Fernando Savater relata su primera caricia a una fiera como metáfora de su futuro vicio. El contexto es un circo ambulante y las jaulas en las que malviven los felinos. Tras la lectura de la “boutade” dominguera del señor Savater me doy cuenta que su talento no reside en acariciar fieras si no en provocar y divertirse frente a la desesperada reacción del indefenso, humillado y doblegado cuando a él le amparan, entre otras cosas, su fama de filósofo astracanado del reino. Yo, que un día admiré su capacidad lectora, su currículum académico incluso lo que se divertía escribiendo, hoy me doy cuenta (otros hace ya más tiempo) que malgasta su inteligencia intelectual (hasta el punto de perderla) y exhibe una carencia absoluta de empatía y de dignidad al referirse de un modo tan despectivo al trascendental reconocimiento de los animales como sujetos de derechos. Parece jactarse de ignorar que los animales de otras especies merecen un respeto incompatible con su explotación y maltrato. Ningunea deliberadamente a las personas que luchan en pos del bienestar animal y elevan con ello la categoría moral global. Las dos actitudes exhibidas por el donostiarra son síntoma y signo de ignorancia. Lo remata al imaginarse que si los animales tuvieran derechos elegirían caminar a dos patas, fumar o leer artículos como las que él escribe, confirmando sin paliativos que su sensibilidad la reserva para su propio ombligo. Y la lástima no es que lo que opine él, que usa ésta causa, como cualquier otra, para saltar a una palestra en la que se siente muy cómodo, la lástima es que personas menos embrutecidas y más capaces de guerrerar contra la fiera de la ignorancia del terrorismo cotidiano hacia los animales no tienen lugar en el púlpito. Los animales tienen derecho a ser respetados en la misma medida que los seres humanos por que lo único que nos diferencia es la especie, porque tienen sentimientos y por que dotan de sentido a aquellos valores que nos hacen humanos.

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