Cultura Politica
yulisamuel30 de Octubre de 2013
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Wortman, Ana. Vaivenes del campo intelectual político cultural en la Argentina. En libro: Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Daniel Mato (compilador). CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Caracas, Venezuela. 2002.
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Vaivenes del campo intelectual político
cultural en la Argentina
Ana Wortman*
1. Introducción
Pensar sobre la cultura y producir bienes culturales en la Argentina ha constituido una empresa atravesada por conflictos de corte ideológico político desde fines del siglo XIX y durante todo el siglo XX. Los escritores, los actores, los ensayistas y más recientemente una porción de los científicos sociales preocupados por la cultura piensan su objeto desde la política . Como señala Svampa, dada su corta historia, la política argentina siempre necesitó de la cultura para establecer sentidos y horizontes. También la cultura se apoyó en la política para establecer límites, linajes, definir actores, etc.
En Argentina, como también en el resto de los países latinoamericanos, existe una larga tradición intelectual de reflexión sobre la llamada cultura nacional realizada desde variados géneros discursivos ―como el ensayo, el periodismo ficcional, la literatura, la dramaturgia, entre otros― la cual se propone dar cuenta de los problemas políticos nunca resueltos en nuestros países, textos en los que a su vez prevalecen las vivencias subjetivas del autor. Así, escritores y periodistas escribieron gran cantidad de páginas para reflexionar sobre la singularidad argentina a lo largo del siglo XX .
Cierto estilo de reflexión sobre la cultura comenzó a cambiar, curiosamente, durante los difíciles años de la última dictadura militar de 1976. Si bien las ciencias sociales comenzaron a desarrollarse durante los años sesenta, en el marco de un proceso de modernización cultural vinculado, por un lado al proyecto desarrollista de Frondizi, a la existencia de un cierto bienestar económico y por otro, a la generación de un nuevo periodismo consumido por clases medias en el cual se difundía el saber sociológico como un producto moderno, se podría afirmar que ―recién en los años de la última dictadura militar― comienza a generarse una reflexión de otro orden en la Argentina vinculada a la necesidad de intervención en el plano de la cultura , a partir del reconocimiento, no sin conflictos, de la demanda de constitución de un campo intelectual.
Para abordar este problema vamos a recorrer diversos aspectos de la historia político cultural de las últimas décadas a partir de algunos textos emblemáticos de intelectuales que se proponen pensar la sociedad argentina a partir del vínculo cultura y política, como objeto pero también como sujetos que intervienen en la praxis. Para ello abordaremos la producción intelectual de Beatriz Sarlo y Oscar Landi sobre aspectos de la cultura y la política como: políticas culturales, consumos culturales, la presencia dominante de los medios de comunicación en el campo de la cultura y el papel de los intelectuales de la cultura, temas que expresan los nudos temáticos de cada momento histórico político argentino, desde los llamados tiempos de la transición de la dictadura a la democracia hasta el presente.
2. La cultura argentina en dos tiempos democráticos
2.1. La mirada de los intelectuales de la cultura sobre el pasado reciente, pero cuál?
La demanda política de formular políticas culturales en los años ochenta convocó a los intelectuales y artistas a reflexionar sobre quiénes eran los actores de la cultura, posicionamientos, concepciones ideológicas, etc. Este acontecimiento tuvo un impacto autoreferencial ya que en los debates apareció casi por primera vez la necesidad de delimitar un campo de los productores de la cultura, esto es un campo intelectual. Esta cuestión se contraponía al lugar sobredeterminado por la política que habían tenido los intelectuales una década atrás, donde el hecho de definirse como intelectuales no constituía una preocupación.
La transición democrática, que comenzó unos años antes del traspaso efectivo del poder, fue un escenario muy rico en balances y revisiones no sólo de lo ocurrido en el plano de la cultura como consecuencia de la dictadura militar (1976-1983), durante el cual las voces de la cultura y de la esfera intelectual fueron silenciadas material y simbólicamente, sino también de los momentos de mayor efervecescencia política, los años setenta. En los años ochenta, y con la transición, los espacios culturales constituyeron uno de los principales escenarios de reflexión y elaboración del nuevo momento político.
Desde la crítica cultural y un posicionamiento fuerte como intelectual de izquierda Sarlo problematiza la relación cultura y política, desde el momento que sostuvo un proyecto cultural en un contexto dictatorial desde las llamadas revistas culturales. Es necesario recordar aquí que, en la historia cultural argentina, las revistas culturales tuvieron un papel destacado en generar espacios de debate, confrontación y crítica poco institucionalizados .
Así describe Sarlo (1984:79) el lugar de los intelectuales hasta mediados de los años setenta, momento que comienza la persecución política e ideológica de los representantes de la cultura y la política.
Argentina se había caracterizado, hasta mediados de la década del setenta, por una trama densa de las relaciones entre los intelectuales de izquierda y sectores del peronismo[...]. Las instituciones formales e informales del campo intelectual eran expresión pública de esta vida cultural rica y articulada. Además, tanto la izquierda como las tendencias radicalizadas del peronismo, mantenían un sistema de lazos lábiles pero relativamente estables con sectores populares: corrían los años en que los grupos teatrales independientes se proponían su camino hacia el pueblo con representaciones en las villas miseria, en que los artistas plásticos organizaban acontecimientos en sindicatos o sedes partidarias [...] en que grupos como Cine Liberación pusieron las cámaras al servicio de diferentes variantes del nacionalismo revolucionario o que cineastas formados en las vanguardias del sesenta argumentaban que había que utilizar la cámara como un fusil [...] fueron las utopías culturales de los años sesenta, utopías fuertemente marcadas por el mayo francés, la revolución cultural china, la idea difundida de que, por fin, en Cuba se habían unido esos polos. Se había impuesto el ideal de un intelectual vinculado estrechamente con los sectores populares. Esta trama compleja y también conflictiva, fue destruida por la dictadura militar en 1976.
En los análisis sobre el lugar de la cultura en el comienzo de la transición, Sarlo, es quien más insiste en reflexionar sobre este vínculo, ya que lo que está implícito en esta mirada es el reconocimiento del lugar del intelectual, lugar cuestionado, o mejor dicho impugnado en la historia cultural argentina, desde cierta historiografía nacionalista, aunque también desde la línea más dura del Partido Comunista Argentino. Derrotado el umbral de la acción política revolucionaria, por el exilio, la muerte, la cárcel, se propone recuperar a la cultura, esto es la producción intelectual, en su especificidad. Es de destacar que tanto en el caso de Landi, como el de Sarlo , sus discursos se generan en un contexto de creciente institucionalización de las ciencias sociales y humanidades. Las universidades argentinas comienzan a expulsar al plantel docente impuesto por la dictadura y a renovar todos sus claustros. Esto se realizó con mayor rapidez en el campo de las ciencias sociales y humanidades donde se insertaron ambos intelectuales, en particular en la Universidad de Buenos Aires.
En esta búsqueda de un espacio autónomo ―búsqueda en las que se puede detectar las lecturas sobre Bourdieu― los autores propuestos reconocen sus limitaciones en el contexto de la historia del campo en la Argentina. Por otra parte, tanto Sarlo como Landi no pudieron soslayar sus identificaciones ideológicas previas a la dictadura militar en los debates sobre la relación cultura y política .
Los argumentos que utilizan uno y otra para mostrar las dificultades de constitución de un campo cultural e intelectual en la transición a la democracia son distintos. Sarlo remite insistentemente al pasado ideológico previo a la dictadura militar, a diferencia de Landi, quien analiza el problema del campo intelectual y del espacio cultural en relación a la operatoria cultural de la última dictadura militar.
En efecto, desde un imaginario sostenido por ideas de corte socialista, al estilo del pensamiento de Richard Hoggart y Raymond Williams, con quienes se identifica, Sarlo, analiza la relación cultura y política partiendo de la trama densa de asociaciones culturales existentes en la sociedad que históricamente le han dado un singular dinamismo . De esta manera para Sarlo formular políticas culturales supone referirse a lo político cultural, ya que aparece claramente en su pensamiento el papel fuerte que ejercen sobre la cultura los estilos de hacer política en Argentina.
Hacer una fuerte alusión por parte de los ahora llamados explícitamente intelectuales, per se, a la necesidad de formular políticas culturales, supone reconocer
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