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De Rajados Y Sufridas

karlagttz6 de Febrero de 2013

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De “rajados” y “sufridas”

Octavio Paz describe a los hombres mexicanos como seres cerrados, fríos, que no demuestran sus sentimientos; de lo contrario, se convierten en personas frágiles, inferiores y desprotegidos. Por otro lado las mujeres, son descritas como lo contrario: abierta, siempre vulnerable, pasiva; gracias a estos atributos, la mujer, se convierte en sufrida, <...Una persona "sufrida" es menos sensible al dolor que las que apenas si han sido tocadas por la adversidad.> (Paz, 1950) Diferentes características entre hombre y mujeres mexicanos, sin embargo, terminan en el mismo punto: individuos insensibles, indiferentes, con poco o nada que mostrar a la sociedad.

La mujer mexicana ha sido estereotipada como sumisa y obediente ante los hombres de su vida: padre, esposo, hijos. La mexicana, es y será abnegada sin derecho a opinar o dar a conocer sus ideas. Los tiempos han cambiado, pero muchas cosas siguen igual. Existen, aun, diferencias entre hombre y mujeres, con la igualdad de género las mujeres se han ganado el voto, oportunidades de trabajo y algunas libertades.

No todo está ganado, pero no todo está perdido; ¿Cuántas veces deseamos un caballero? ¿Cuántas veces nos preguntamos en donde está el “príncipe” que nos rescatará? Ese hombre se escondió ante el “todos somos iguales” frase tan utilizada y tan mediocre que estanca a los hombres y expone a las mujeres. Mujeres que se comparan con hombres, hombres que se refugian en la mujer. El tiempo en que el hombre llegaba a casa después de la jornada de trabajo, la esposa con comida lista y los hijos haciendo sus deberes; se ha convertido en los padres trabajando largas jornadas, comida recalentada e hijos desobedientes por falta de atención de los padres. No todo está perdido, pero no todo está ganado. Los seres humanos (ya no hablando únicamente de mexicanos) tendemos a los extremos, ¿Por qué?, la pregunta es ¿Para qué? Para sentir confort, comodidad, no batallar. Las familias mexicanas deben buscar un intermedio, un equilibrio; la pareja, es eso, un complemento del otro, ni uno es menos ni el otro es más. La utopía que debemos alcanzar está entre “aquellos” tiempos y “nuestros” tiempos.

El hombre no es macho, el mexicano lo es. Un buen mexicano se respeta, es temido, es un macho de pies a cabeza. Claro, sin faltarle el sombrero y el “zarape”, imagen típica de hombre de México, ya no estamos en épocas de “Adelitas” en que el hombre tiene que actuar como un animal para conquistar a una mujer. Las mujeres ahora se interesan por los caballeros, y no los medievales, caballeros en su forma de expresarse, vestirse, divertirse y sus modales. Las mujeres buscan al perfecto hombre mexicano, pero no buscan al perfecto macho.

Octavio Paz tiene una visión muy real de los roles de hombres y mujeres (de 1950) y aunque las características de hombres y mujeres mexicanos hayan cambiado; las personas siguen siendo tímidas, cerradas, con temor a expresar sus sentimientos o los expresan por otros medios como la música propia o de alguien más. No tiene nada de malo ser cerrados, pues una persona cerrada expresará sus emociones de la manera más sincera que existe ya que se siente en suficiente confianza para hacerlo.

En conclusión hombres y mujeres no son ni serán iguales, lo cual está bien, pero tampoco debe creerse que las mujeres somos débiles o inferiores ante el varón; los mexicanos debemos esforzarnos por cambiar el estereotipo con el cual somos reconocidos, pero esto viene después de mucho trabajo por parte de la sociedad. Expresarnos, decir lo que sentimos, callar cuando debemos, llorar, confesarnos, contar nuestros secretos a un amigo, no debe ser motivo de burla ni característica de debilidad.

Trabajos citados

Paz, O. (1950). El laberinto de la soledad. México:

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