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Descartes

emma99914 de Febrero de 2014

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Resumen del pensamiento de Descartes

Descartes

Las reglas del método

Tras el hundimiento de la filosofía aristotélico-tomista, el ob­jetivo fundamental de Descartes es encontrar un método que, partiendo de una serie de reglas, garantice el razona­miento correcto y la reconstrucción de todo el saber huma­no. Las reglas de dicho método son las siguientes:

1) Regla de la evidencia, que exige rechazar cualquier idea que no sea clara (es decir, indudable) y distinta (imposi­ble de confundir con ninguna otra). Se llega a la eviden­cia, bien por intuición, o visión intelectual directa de una verdad (como los primeros principios del razona­miento), bien por deducción, que permite derivar una serie de consecuencias necesariamente ciertas de tales principios intuitivamente evidentes.

2) Regla del análisis, que consiste en reducir lo complejo a sus componentes más simples, que pueden conocerse in­tuitivamente.

3) Regla de la síntesis, por la cual, partiendo de los elemen­tos simples, conocidos por intuición, se construyen argu­mentos o deducciones más complejas.

4) Regla de la enumeración, en cuya aplicación se revisan todos los pasos dados para comprobar que no se han co­metido errores en el razonamiento.

La duda metódica y el cogito

Seguidamente, Descartes aplica el método a la metafísica, raíz del «árbol de las ciencias», para averiguar si existe una primera verdad absolutamente cierta, sobre la que elevar el edificio del conocimiento.

Para ello, plantea la duda metódica, que consiste en cues­tionar todos nuestros conocimientos a fin de hallar alguno que sea seguro e indubitable. La duda metódica tiene cuatro niveles:

1) Desconfianza del conocimiento aportado por los sentidos: como estos nos engañan muchas veces, suscitando ideas oscuras y confusas, podrían engañarnos siempre.

2) Confusión entre el sueño y la vigilia: los sueños no se dis­tinguen a veces de la realidad, de manera que toda la rea­lidad muy bien pudiera ser ilusoria.

3) Hipótesis del “Dios engañador”: los razonamientos matemáti­cos siguen teniendo validez, incluso en sueños, pero quizá Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos siem­pre, incluso en los razonamientos más evidentes.

4) Hipótesis del “genio maligno”; aun suponiendo que Dios no puede engañamos, porque es bondadoso, podría exis­tir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez que razonamos.

Sin embargo, aunque la duda parece haber eliminado todos nuestros conocimientos, incluidos los matemáticos, en el acto mismo de dudar aparece algo que resiste cualquier duda: si el sujeto duda, es que piensa, y, si piensa, es que existe. «Pienso, luego existo» (“Cogito, ergo sum”) es la primera certeza indubitable de la metafísica.

Demostración de la existencia de Dios

Descartes define el yo como una sustancia pensante, en la que hay ideas, voluntades y juicios (que son los que pueden conducirnos a error). A su vez, las ideas son de tres clases: adventicias, facticias e innatas. Son adventicias aquellas ideas que parecen provenir de los objetos exteriores; las facticias, las crea nuestra imaginación, y las innatas, en cambio, pare­cen ser connaturales al sujeto (por ejemplo, el yo).

Ahora bien, entre las ideas innatas encontramos una muy es­pecial: la de un «ser infinitamente perfecto» (Dios), que no puede haber sido creada por el yo, ya que este es finito e imperfecto, de manera que esa idea ha tenido que ser pues­ta en el sujeto por un ser realmente infinito, con lo que que­da demostrado que Dios existe.

Descartes añade otras dos demostraciones de la existencia de Dios. La primera

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