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Dilemas Éticos ¿Es el hombre malo por naturaleza?


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2017  •  Ensayos  •  2.260 Palabras (10 Páginas)  •  368 Visitas

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¿Es el hombre malo por naturaleza?

Por Andrea Martinez

Comencemos hablando sobre el estado de naturaleza, o sea, el estado natural del hombre. El estado en el cual el hombre se encontraba antes de la instauración del estado civil, o sea un gobierno, una sociedad o normas morales.

El estado de naturaleza es un concepto puramente hipotético, que trata y busca la verdadera naturaleza del ser humano.

Filósofos como Locke, Hobbes y Rousseau entendieron el Estado de Naturaleza como la situación de los seres humanos antes de la civilización.

Thomas Hobbes decía que el hombre vivía en un estado de guerra constante. Cada ser humano busca su propia conservación, en primer lugar, lo que da origen a la competición y a la desconfianza entre los seres humanos. En este estado natural no existen distinciones morales objetivas, por lo que dicha competición da lugar a un estado permanente de guerra de todos contra todos, en el que cada cual se guía exclusivamente por la obtención de su propio beneficio y, no existiendo moralidad alguna, no hay más límite para la obtención de nuestros deseos, que la oposición que podamos encontrar en los demás. No existiendo distinciones morales objetivas. Hobbes considera, pues, que las acciones humanas se desarrollan al margen de toda consideración moral, como resultado de la fuerza de las pasiones, únicos elementos por los que se pueden guiar, en dicho estado, los seres humanos. Finalizando así con su cita textual “el hombre es lobo del hombre”

Pongamos un ejemplo claro y gráfico:

Estamos en una situación cruda, hay un tren fuera de control. En su camino se encuentran cinco personas. Afortunadamente, es posible accionar un botón que cambiará el rumbo del tren hacia una vía diferente, sabiendo que, en esa vía, se encuentra una persona. ¿Accionaria el botón?

Esto se lo conoce como dilema ético, una situación en la cual, cualquiera de las opciones disponibles, tendrán un impacto moral en la persona.

Probablemente la mayoría accionaria el botón, puesto que la vida de cinco personas es mucho más valiosa que la vida de una simple persona. Es por mayoría. Es la opción más factible aun sabiendo que nuestra conciencia nos diga que “matar” (en este caso a la persona de las vías) está mal.

Ahora bien, ¿qué pasaría si el panorama del problema cambia? ¿Qué pasaría si la persona que fue sacrificada en el problema planteado fuera un ser querido? ¿Nuestra respuesta inicial seria afectada por el ligero cambio hecho en el problema?

Ahora teniendo en cuenta el cambio radical del problema planteado, nuestra respuesta cambiará, poniendo como prioridad la vida de un ser querido sobre la vida de cinco personas. Nuestro pensamiento racional se ve afectado cuando nuestra naturaleza egoísta es puesta en juego. No nos importa el bienestar de los demás, simplemente nos importa el propio.

Ahora, hablemos de John Locke. A diferencia de Hobbes, para Locke el estado de naturaleza no se identifica con el estado de guerra. Por el contrario: el estado de guerra constituye una violación, una degeneración del estado de naturaleza, mediante la imposición de la fuerza en ausencia de todo derecho, una desvalorización de lo que el estado de naturaleza debe ser.

Pero ¿Cómo sabemos lo que el estado natural debe ser? Porque existe una ley moral natural que lo regula, y tal ley puede ser descubierta por la razón. Esta ley es universalmente obligatoria, promulgada por la razón humana como reflejo de Dios y sus derechos. Esta ley se impone a los hombres en ausencia de todo Estado y legislación.

La ley moral natural proclama, al mismo tiempo, la existencia de unos-derechos naturales y sus deberes correspondientes. Entre ellos, Locke destaca: el derecho a la propia conservación, a defender su vida, a la libertad, y a la propiedad privada.

Pongamos como ejemplo los mártires que todo hoy en día conocemos. Personas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Teresa de Calcuta, entre otros, sus vidas nos pueden ayudar a ejemplificar el estado de naturaleza según Locke.

Pongamos a Martin Luther King Jr., el principal desarrollador del  movimiento por los derechos afroamericanos. Un movimiento de la magnitud como la que fue la de Martin Luther King Jr., lleva una larga lista de consecuencias tanto negativas como positivas. Pongámonos en los zapatos de este señor, demos un brinco por la historia y pensemos en los posibles problemas que atormentarían a Martin Luther antes de comenzar con toda esta revolución. Los aspectos negativos y positivos, como ya había mencionado, que pasaría por la cabeza del Martin. Seguramente pude haberse enfrentado en el dilema en el cual, sea cual sea su decisión, su vida, y la de toda su familia, se verían en riesgo y totalmente afectadas.

Hablo del hecho que, si el optaba por parar con la revolución, el desarrollo de los derechos por los afroamericanos no hubiera sido posible hasta años después. Sabiendo que si dejaba el movimiento, miles de personas habrían sufrido las consecuencias de sus actos. Muchísimas personas habrían sido afectadas. Pero no fue así, el sacrificó su reputación, su familia e incluso su propia vida, por el bienestar de la mayoría, por el bienestar de miles de afroamericanos.

El ejemplo de Martin Luther King Jr. nos ayuda a entender que las personas no son únicamente crueles y egoístas, nos ayuda a entender que algunas veces, él ser humano puede no solo buscar su beneficio, si no también le beneficio de las masas. Y este ejemplo apoya e ilustra la teoría de John Locke sobre el estado de naturaleza del hombre.

En contraste a lo que decía Hobbes y Locke, tenemos a Rousseau, que decía que el hombre no era malo ni bueno por naturaleza. Dice que el hombre el libre e inocente, y que en base a esa inocencia, su principio natural es protegerse a sí mismos y a los demás.

Rousseau desarrolló un esquema social, en el cual el poder recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y sobrevivir como conjunto sin necesidad de un último líder que fuese la autoridad. Es una propuesta que se fundamenta en la libertad natural, con la cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre. En El Contrato Social (una de sus más grandes obras), Rousseau argumenta que el poder que rige a la sociedad es la voluntad general que mira por el bien común de todos los ciudadanos. Este poder solo toma vigencia cuando cada uno de los miembros de una sociedad se une mediante asociación bajo la condición, según expone Rousseau, de que “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo”. Rousseau plantea que la asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger, con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, solo obedezca a sí mismo, y quede tan libre como antes”.

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