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EL EPICUREISMO


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  8.112 Palabras (33 Páginas)  •  446 Visitas

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BIOGRAFÍA DE EPICURO

De padres pobres (Neocles, su padre, era maestro de escuela y Queréstrates, su madre, adivina), nació y se educó en Samos, lugar en el que los atenienses habían establecido una cleruquía (colonia). A los catorce años, se trasladó a la isla de Teos, donde estudió con Nausífanes, discípulo de Demócrito.

Cuando los colonos atenienses fueron expulsados de Samos, la familia se refugió en Colofón, y Epicuro, a los catorce años de edad, se trasladó a Teos, al norte de Samos, para recibir las enseñanzas de Nausifanes, discípulo de Demócrito. A los dieciocho años se trasladó a Atenas, donde vivió un año; viajó luego a Colofón, Mitilene de Lesbos y Lámpsaco, y entabló amistad con algunos de los que, como Hemarco de Mitilene, Metrodoro de Lámpsaco y su hermano Timócrates, formaron luego el círculo más íntimo de los miembros de su escuela.

En el año 323 a.C. se trasladó a Atenas para cumplir el servicio militar. Cumplido éste, tras diez años dedicados al estudio de la filosofía, comenzó a enseñar en Mitilene, de donde fue probablemente expulsado (310 a. C.), y después en Lámpsaco. En el año 306 a. C., a los 35 años, regresó a Atenas, donde fundó su escuela, denominada Jardín. Epicuro se tomó el concepto de amistad tan seriamente que llevó a término una innovación radical. Cuando llegó a Atenas en el año 306 antes de Cristo a los 35 años compró una casa en las afueras que llamó El Jardín y le dijo a un grupo de amigos que fueran a vivir con él ya que había espacio suficiente para que todos tuvieran su habitación y espacios comunes para poder comer y conversar juntos. Lo que Epicuro hizo fue aplicar una idea bastante lógica, es decir, que los amigos son una fuente de felicidad. El Jardín se hizo famoso por el cultivo de la amistad y por estar abierto a la participación de las mujeres, en contraste con lo habitual en la Academia platónica y en el Liceo aristotélico.

De hecho, Epicuro se opuso a platónicos y peripatéticos, y sus enseñanzas quedaron recogidas en un conjunto de obras muy numerosas, según el testimonio de Diógenes Laercio, pero de las que ha llegado hasta nosotros una parte muy pequeña, compuesta esencialmente por fragmentos.

Con todo, el pensamiento de Epicuro quedó inmortalizado en el poema latino La naturaleza de las cosas, de Tito Lucrecio Caro. Fue maestro de la misma hasta su fallecimiento en el año 270 a.C., a la edad de 72 años. Dejó la dirección de su escuela a Hermarco de Mitilene, quien afirmó que su maestro, después de verse atormentado por crueles dolores durante catorce días, sucumbió víctima de una retención de orina causada por el mal de la piedra. En su testamento, conservado por Diógenes Laercio, otorgó la libertad a cuatro de sus esclavos.

La doctrina epicúrea preconiza que el objetivo de la sabiduría es suprimir los obstáculos que se oponen a la felicidad. Ello no significa, sin embargo, la búsqueda del goce desenfrenado, sino, por el contrario, la de una vida mesurada en la que el espíritu pueda disfrutar de la amistad y del cultivo del saber. La felicidad epicúrea ha de entenderse como el placer reposado y sereno, basado en la satisfacción ordenada de las necesidades elementales, reducidas a lo indispensable.

OBRAS

A su muerte, dejó más de 300 manuscritos, incluyendo 37 tratados sobre física y numerosas obras sobre el amor, la justicia, los dioses y otros temas, según refiere Diógenes Laercio en el siglo III.

De todo ello, sólo se han conservado tres cartas y cuarenta máximas (las llamadas Máximas capitales), transcritas por Diógenes Laercio, y algunos fragmentos breves citados por otros autores.

Las cartas son las siguientes:

• Carta a Heródoto (no el historiador): trata sobre gnoseología y física.

• Carta a Pitocles: se refiere a la cosmología, la astronomía y la meteorología.

• Carta a Meneceo: aborda la ética.

Las máximas son de contenido fundamentalmente ético y gnoseológico.

Las principales fuentes sobre la filosofía de Epicuro son las obras de los escritores griegos Diógenes Laercio y Plutarco y de los escritores romanos Cicerón, Séneca y Lucrecio, cuyo poema De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), como ya indicamos, expone detalladamente la doctrina epicúrea.

EL EPICUREÍSMO

El epicureísmo es un sistema filosófico que defiende la búsqueda de una vida buena y feliz mediante la administración inteligente de placeres y dolores.

No se puede hablar de Epicureísmo si no se habla antes de Epicuro.

Epicuro, aproximadamente 341 a. C. - Atenas, 270 a. C. fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo. Epicuro (h.341-270 a. C.). Filósofo griego. Nacido en Samos, fundó una escuela griega llamada “El jardín”. La preocupación básica de Epicuro fue la de conseguir un arte de vivir; para él una filosofía que no sirviera para alcanzar la felicidad del hombre no tendría razón de ser. Ahora bien, esto no le conduce a buscar placeres desenfrenados, sino, al contrario, a abogar por una vida pacífica y mesurada, en la que el espíritu goce de amistad y del cultivo de la filosofía.

El primer paso para ello consiste en eliminar lo que produce infelicidad al hombre: el pensamiento de la muerte, el temor a los dioses y el dolor físico. Propugna el cultivo de los placeres, los más deleitables de los cuales son los espirituales (la amistad, el goce intelectual). Esta ética es completada por dos disciplinas: la canónica y la física. La primera es una teoría del conocimiento de estilo sensista, que permite una explicación naturalista de todo, eliminando así lo sobrenatural. La física es un elaborado atomismo, en el que, y en esto consiste la diferencia con la física de Demócrito, introduce un elemento de azar al considerar que algunas veces los átomos pueden sufrir desviaciones. Afirma que la materia es eterna e increada y que el orden cósmico se debe a razones mecánicas y no a una teología.

Según el doxógrafo Diógenes, Epicuro escribió unas 300 obras, de las cuales nos quedan tres cartas: carta a Herodoto, carta a Pitocles y carta a Meneceo, y una colección de 44 sentencias denominadas Máximas capitales (o Doctrinas capitales). El conjunto de estos escritos aparece recopilado en el libro X de la obra de Diógenes Laercio Vida de los más ilustres filósofos griegos. Además, en el s. XIX se descubrió en el

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