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EL FIN DEL MUNDO


Enviado por   •  7 de Enero de 2013  •  4.425 Palabras (18 Páginas)  •  268 Visitas

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EL FIN DEL MUNDO.

Pronósticos, profecías y creencias.

Osiris R. Betancourt Bruges.

“La existencia precede su esencia".

Jean-Paul Sartre.

El final de todo tiene siempre el tinte de ser un asunto particular, que la mayoría de las veces no lo percibimos. Cuando se pone coto a algo, o algo de nuestro medio llega a su fin, entendemos dicho final como un asunto colectivo; consideramos, inconscientemente, que todos a nuestro alrededor se arropan con la sensación (sea agradable o no) de haber llegado al final. Un fallecimiento, la culminación de una carrera universitaria o un nacimiento son hechos impregnados de sensaciones que no necesariamente las comparten los ajenos.

A veces nos estorban las caravanas de graduados, o pasamos indiferentes ante los tumultos de las funerarias; sin embargo, las personas que allí comparten sienten muchas veces que están viviendo un final o, por decirlo de otra manera, están llegando al final de una etapa en sus vidas, y esta sensación la viven ante la presencia de nuestra indiferencia.

Cuando se entra en contacto con estas personas que están viviendo un final, adoptamos sus sentimientos particulares, aunque este no nos competa ni nos afecte directamente: lloramos los difuntos ajenos cuando asistimos a un velorio y hasta festejamos eufóricos los triunfos deportivos de equipos de otros países. Esta actitud humana es la que hace que sintamos la condición individual de los finales como algo colectivo.

Podría decirse que el fin - entendido en abstracto – es un parámetro humano, factor fundamental de todo cuanto hacemos y pensamos, y que además se encuentra presente en la concepción colectiva de la humanidad. Conformamos una civilización de carácter escatológico, que se organiza con este concepto como un referente; que lo mira primero con una óptica general, pintando el destino de la humanidad y el universo; y luego lo mira con una óptica particular, tratando de explicar que hay después de la muerte. Entendemos el mundo dentro de una realidad lineal que se amarra al tiempo: todo empieza y termina, todo tiene un principio y un fin, como la historia y como nuestra vida misma.

Hasta las doctrinas mas radicales toman posición ante el concepto del fin, unas enfocándose en las acciones y el compromiso en vida para subsanar los males o acabar con ellos (como la política y la economía); y otras apoyándose en la esperanza de un utópico que está por venir o llegará luego de terminada la vida (como lo proponen las creencias y religiones). El marxismo, en su carácter filosófico y materialista, propone alcanzar una sociedad igualitaria, de felicidad y prosperidad, coronada por la clase obrera; igualmente el nazismo pretendía la cúspide histórica de la felicidad social, pero solo para la raza aria. Recientemente, el neoliberalismo y neoconservadurismo representaron una especie de profecía laica y utópica que fracaso estruendosamente; con ella se aspiraba el logro de la prosperidad y el desarrollo social como consecuencia de la imposición de un gobierno democrático universal. Estas concepciones laicas del fin se diferencian de las ideas místicas por ubicarse dentro de la existencia, dentro de la realidad, y se hacen palpables por todos. Además, tienen la particularidad que para alcanzarlas se requieren acciones tangibles, que pueden ser benévolas como el progreso científico y social, o calificarse de satánica, como la globalización y las guerras (las cuales fueron utilizadas recientemente por el neoliberalismo).

El mundo no esta inmune a la idea del fin. El determinismo de un hecho tal y la angustia con que es concebido, probablemente dio como consecuencia que el “fin del mundo” sea un concepto manejado por todas las culturas conocidas, teniendo las mas variadas interpretaciones y propuestas de ocurrencia. Cuando la interpretación es del tipo doctrinaria y mística se concibe como la desaparición de los humanos, o como una especie de viaje a otra dimensión (el cielo, el paraíso), mas que como la destrucción física del mundo; además le agrega el concepto, abstracto, del fin del tiempo. Si la interpretación es de orden científico siempre antepone una destrucción física del planeta, una catástrofe natural o inducida que ocasionaría la desaparición parcial o total de la vida y de la raza humana. Las interpretaciones realizadas por sectas y grupos creyentes en su mayoría hablan de un nuevo comienzo y una evolución de la raza humana y no necesariamente exponen manifestaciones o la destrucción física del mundo.

Esta variedad de concepciones (sumadas a la capacidad de este concepto de hacerse colectivo) han hecho que exista un carnaval de pronósticos de fechas y de maneras que explican cómo ocurrirá dicho “fin del mundo”.

En la historia se encuentran varias fechas propuestas para el fin del mundo: algunas fracasadas, otras aún en espera y, curiosamente, unas son recalculadas o reinterpretadas sacándolas del fracaso previo. La fecha mas famosa (y fracasada) es la propuesta por el catolicismo, que de manera extraoficial (pero intimidante y usando un número voluptuoso) la pronosticaba para el año 2.000. Luego ha mantenido un silencio –casi- absoluto sobre el fin del mundo. Después de esta fecha, el número mas publicitado se obtuvo de la literatura de la cultura Maya, que la fija para el año 2.012. Y este último número se ha tomado como estandarte para la mayoría de los pronósticos y adivinaciones de moda; pudiendo ser consecuencia de su proximidad y de los intereses que se tejen alrededor de la tan rentable y comercializable fecha del fin del m undo.

Ya en 1.818 el movimiento norteamericano adventista, surgido de la iglesia protestante bautista, dio dos fechas que fracasaron; los suicidios y decepciones consecuencia de estos pronósticos no fueron mayores que la cantidad de flujos de dinero y traspasos de bienes realizados a favor de la famosa iglesia protestante, que sus seguidores hicieron, quizás, con la esperanza de ganar el cielo, pero pagándolo aquí en la tierra.

Los pronósticos que se han hecho apoyados por organizaciones, como instituciones científicas o movimientos religiosos, no son los únicos que se conocen. Charlatanes, místicos, brujos, políticos y pseudocientíficos conforman una amplia lista de profetas del desastre, que normalmente utilizan su visión del fin del mundo con intereses diferentes a la advertencia y salvación de la humanidad.

Se pueden observar diferentes criterios que exponen el fin del mundo dentro de contextos independientes, alimentando de curiosidad esta

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