EL HOMBRE COMO SER SOCIAL. SOCIEDADES HUMANAS Y SOCIEDADES ANIMALES
Jarold AliagaEnsayo3 de Abril de 2019
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EL HOMBRE COMO SER SOCIAL. SOCIEDADES HUMANAS Y SOCIEDADES ANIMALES.
En Ciencias Sociales casi todo es suceptible de controversia. Sin embargo, una de las pocas cosas –tal vez la única- en que todas las ciencias que se dedican al estudio del hombre y de la sociedad coinciden, es en el hecho de que el ser humano es un ser social, vale decir, que el hombre no vive ni puede vivir aislado, sino que vive en relación con sus semejantes.
Por ello la sociedad no es un creación del hombre, sino que responde al modo específico que tenemos de vivir los seres humanos.
Ahora bien, el ser humano no es el único ser que vive en sociedad. Se ha comprobado también que muchas especies viven en sociedad o presentan avanzados grados de sociabilidad, como las hormigas, las abejas y los primates.
La gran diferencia entre ambas esta dada porque el ser humano ha sido dotado de razón, de inteligencia, lo que permite elaborar conceptos, ideas, nociones, y transmitirlas a sus semejantes a través del lenguaje oral y escrito y de generación en generación.
Este lenguaje del ser humano le permite acumular y transmitir el conocimiento de generación en generación, de manera que cada nueva generación parte en una escala o peldaño superior al de la generación anterior, debido a la experiencia y conocimientos acumulados.
Naturaleza de la sociedad. Concepciones mecanisista y organicista de la sociedad.
Durante la segunda mitad del siglo XIX los cientistas sociales y filósofos trataron de dilucidar cuál era la naturaleza de la sociedad en relación al ser humano.
Una primera concepción, denominada mecanicista o atomista, postulaba que la sociedad es el simple agragado o suma de individuos que la conforman, siendo por tanto algo meramente accidental. Para ellos lo único real son los seres humanos y las cosas.
Una segunda concepción, que aparece años más tarde, denominada orgánica u organicista de la sociedad , postulaba que si bien es cierto en principio que lo único que existe en la realidad son las personas y las cosas, hay situaciones en que las sociedades llegan –por decirlo de alguna manera- a adquirir vida propia, independizándose de los individuos que la conforman.
Esto, que en un principio parece absurdo, no lo es tanto si uno se pone a pensar con detención. Si imaginamos, por ejemplo, a alguna sociedad de larga data, como el Estado de Chile, que tiene casi doscientos años de vida independiente, o a la Universidad de Chile, que tiene más de ciento cincuenta años, nos podemos dar cuenta de que han existido todo este tiempo independientemente de las personas o de los individuos que las conforman.
Esta concepción organicista se divide a su vez en dos variables: Biológica y Sicológica.
La primera variante, biológica, postula que las sociedades se pueden comparar con los seres vivos, ya que también están dotadas de vida, y así como un ser vivo tiene distintas partes, llamadas órganos, cada una de las cuales cumple una función y trabaja en pos del todo, las sociedades también.
La segunda variable, sicológica, postula que las sociedades no solamente pueden llegar a tener vida propia, sino que pueden llegar a tener voluntad propia.
La teoría mecanicista o atomista expresa ideas básicas de individualismo y libertad, pues no hay duda que en el mundo real lo único que verdaderamente tiene existencia son las personas y las cosas, incluyendo en estas últimas a los demás seres vivos, y que por tanto el ser humano siempre tiene que ser considerado como esencial, ya que se puede concebir al ser humano sin sociedad, pero no a una sociedad sin seres humanos.
La doctrinas o teorías organicistas, en cambio, aciertan en reconocer que las sociedades no son un mero accidente, ya que el hombre es un ser esencialmente social y no puede vivir de otra forma que no sea en sociedad, por lo cual
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