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ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ


Enviado por   •  19 de Febrero de 2014  •  8.882 Palabras (36 Páginas)  •  223 Visitas

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Ensayo sobre la lucidez, es algo así como la segunda parte de Ensayo sobre la ceguera. Es como la continuación pero sólo en parte, por momentos y si ud, no ha escuchado esto, lo puede sospechar pero, no es obvio, salvo claro está porque en un momento determinado la mujer del médico aparecerá como protagonista. Ud deberá detectarla. La estrategia del autor en este caso difiere del otro ensayo. Ensayo sobre la ceguera rayaba en el texto fantástico pero con connotaciones para repensar a cerca de: quién es más ciego, él que no ve o el que no quiere ver, o: todos somos ciegos al fin de cuentas. Saramago, además de su excelente forma tiene, una colección de refranes antiquísimos para parodear excelentemente su obra toda. En este otro Ensayo, que como antítesis trata a la lucidez, no es nada más y nada menos que una finísima ironía sobre la clase política de acá, de acuyá y de más allá. De su descrédito, de su insana manera de pensar, de sus nefastas soluciones que rayan en lugares comunes. La ironía y el sarcasmo lo harán sonreír, o hasta reír si usted se atreve a reirse de los políticos del mundo unidos en la pluma magistral de este escritor.

La derecha, el centro y la izquierda se ven burladas por un derecho más viejo que la democracia misma. Y eso, los asusta, más que una guerra, más que una bomba química, la simple sapiencia de la gente...la simple verdad que puede suceder, la gente pensando, dejando pasar y pensando, decretándose en negativa, sin bombas, sin humo, sin guerras, simplemente declarando la abstinencia permitida.

Quizá si usted lo lee, y se ríe como lo hice yo, hasta le de por pensar, qué pasaría realmente si lo hiciéramos?.

Disfrutable, con su consabida forma de no dar nombres, solo cargos, el ministro, el secretario, el de defensa, el de....Saramago los nombra como ellos quieren ser nombrados al fin de cuentas, son primero sus títulos y luego personas, en caso de serlo, y luego, usted podrá ver sus extensos discursos, el uso repetido de refranes que siempre vienen bien...

No le cuento el final, hay gente que ama la libertad y pretende justicia, en este libro como en toda la buena literatura, léalo, no se va a sentir defraudado, quizá hasta se quede con una sonrisa socarrona entre los pliegues de la memoria.

Otro de Saramago para no perderse.

María luisa de Francesco - Salto, Uruguay

Excelente

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Ensayo sobre la lucidez de José Saramago:

Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la mayoría de sus habitantes decide individualmente ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia degenerada, sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan. Los protagonistas de esta nueva novela de Saramago, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en la epidemia de luz blanca de Ensayo sobre la ceguera, dan muestras de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar cuando deciden ejercer la libertad. Saramago, un escritor que se ha convertido en la conciencia lúcida de una época cegada por los mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: «Puede suceder que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por mí». Ese día puede ser hoy.

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En una ciudad sin determinar, un hombre se queda repentinamente ciego cuando espera, al volante de su coche, que el semáforo se ponga en verde.

Ante el pánico de esta persona, un alma caritativa se ofrece a llevarla a su casa. Esta será la segunda persona que se quedará ciega de repente. Así, y a velocidad de crucero, uno a uno, todos los que entran en contacto con alguna de estas personas, se van quedando ciegas.

¿Una epidemia? Nadie sabe nada, pero el pánico se extiende y corre como la pólvora y el gobierno decide aislar a todos estos nuevos ciegos en un edificio lejos del contacto de los no contaminados.

Pero el número de ciegos va creciendo y, con ellos, los problemas. Poco a poco la epidemia se va extendiendo por todo el mundo.

Una única persona, la mujer del oftalmólogo que atendió al primer ciego, no pierde la vista. El médico se queda ciego al día siguiente de atender al paciente y es el que alerta a las autoridades sanitarias.

Cuando vienen para llevárselo al edificio de “concentración”, su mujer decide hacerse pasar por ciega para poder ir con él. A través de ella nosotros veremos todo lo que pasa y viviremos la historia en primera persona, casi como si fuéramos uno de los protagonistas. Protagonistas sin nombre (el primer ciego, el médico, la mujer del médico, la chica de las gafas, el taxista…), peculiaridad –parece ser- bastante frecuente en las novelas de Saramago.

También es muy peculiar en las novelas de Saramago, su forma de escribir, sin apenas signos de puntuación, con los diálogos casi narrado, sin diferenciarse ni destacar del resto del texto. Un poco difícil cuando no estás acostumbrado, pero luego casi no lo notas.

¿Es un ensayo? No, no lo creo. Es una novela, pero cuenta una historia que te hace valorar y pensar, en un principio sobre la ceguera, cómo vivimos ahora y cómo nos cambiaría la vida si de repente fuéramos ciegos y si, para más desgracia –que nunca vienen solas-, todos a nuestros alrededor lo fueran también.

Pero yo creo que más te hace meditar sobre la degradación a la que podemos llegar las personas, cómo podemos cambiar, para bien o para mal, cuando nuestro mundo se derrumba, cuando todo lo que conocemos deja de existir, cuando ya no nos movemos en terreno conocido, indefensos ante todos y ante todo lo que nos sucede, incapaces de adaptarnos a un mundo sin comodidades, sin servicios, sin casa, sin comida, sin agua corriente, sin nada de lo que conocemos, casi en un terreno hostil o, cuando menos, inhóspito ¿Seríamos capaces de empezar nuestra historia, la historia del hombre, desde cero, volver a nuestros inicios? Creo que ni nosotros mismos nos reconoceríamos.

Una obra genial, un tema original, de una factura impecable y de un gran autor. Dos novelas he leído

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