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Ensayo Sobre La Lucidez


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2014  •  6.946 Palabras (28 Páginas)  •  172 Visitas

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osé Saramago, el autor del libro Ensayo sobre la Lucidez, nació en Portugal en el año de 1922. En resumidas cuentas es "novelista, poeta, autor de teatro y periodista", del Partido Comunista Portugués es miembro, en su profesión de periodista y novelista sufrió censura en la Dictadura de Salazar, al cabo que también fue perseguido por dicha dictadura.

En 1974 la revolución de los claveles logró que Portugal se enfrascara en el sistema democrática, y José Saramago se unió a dicha revolución. Su profesión de periodista la desempeño en el Diario de Noticias de Lisboa, en donde también fue redactor y director. En algunas épocas del año reside, en la actualidad, en Lisboa, Capital de Portugal, y en otras épocas traslada su residencia las islas Canarias, específicamente en la Isla española de Lanzarote. En el año de 1998, José Saramago, recibe el premio Nóbel de Literatura, claro después de haber recibido un gran número de premios en distintas ciudades Europeas. Es característico este premio Nóbel, en tanto que es el primer premio Nóbel que recibe un escritor en lengua portuguesa. Ha escrito numerosas novelas, aunque no las citaré, si es curioso que aparezcan algunas referencias, en Ensayo sobre la Lucidez, de otra de sus obras titulada Ensayo sobre la Ceguera.

1.2) Resumen de la Novela dando cuenta de la comprensión y la conceptualización presentada en el mismo.

La novela se desarrolla en la Capital de un determinado país, que no se identifica plenamente, pero el narrador, antes del discurso que ofreció el Señor Presidente, de dicho país, aclara el lugar geográfico donde se desenvuelve la trama, que es Portugal y su Capital.

Una vez hecha esta aclaración, vale comenzar exponiendo los sucesos primigenios del relato.

En un día tormentoso, por efecto de las lluvias torrenciales y no por el proceso electoral, se celebran elecciones municipales en todo el país; es un día con una inclemencia climática que se extendió desde las horas de la mañana, hasta largas horas de la tarde.

Un día especial, en todo caso, pues era la fecha en que el pueblo iba hacer ejercicio de sus derechos electorales (poder elegir y ser elegido), como todo pueblo democrático, en donde es permitido votar por el partido de la Derecha (pdd), o por el del medio (pdm), o si se prefiere por el de la izquierda (pdi), o en blanco. Así las cosas toda parecía armónico, excepto por las lluvias torrenciales que obligaron a los ciudadanos a resguardarse en las casas, impidiéndole el ejercicio de sus Derecho electorales.

La novela comienza relatando la situación de preocupación que se vivía en la mesa 14 de votación, lugar donde los jurados de la mesa, con su respectivo presidente, llegaron a tiempo, aún cuando las lluvias caían sin compasión, para abrir la mesa electoral y permitir el inicio de la votación de las personas inscritas en dicha mesa, pero la ausencia de electores, tal vez a causa de la lluvia, era muy preocupante.

El presidente comunicó la ausencia de electores al poder electoral, pero en la conversación, tal como puede indagarse, llegaron a la conclusión de que la ausencia de electores se debía al fenómeno climático.

En la mesa electoral número 14 la tensión fue aumentado al pasar el tiempo; el narrador muestra la inconformidad de los personajes con la fecha de elecciones, pues para ellos, conociendo el mal tiempo, se debió aplazar las elecciones una semana mas. En todo caso, la tensión empezó a liberarse cuando llegó el primer elector, pues este hecho hizo desplegar una sonrisa en el presidente de la mesa, es así como se relata este hecho:

"Casi una hora después entró el primer elector. Contra la expectativa general y para desaliento del vocal de la puerta, era un desconocido. Dejó el paraguas escurriendo en la entrada de la sala y, cubierto por una capa de plástico lustrosa por el agua, calzando botas de goma, avanzó hacia la mesa. El presidente se levantó con una sonrisa en los labios, este elector, hombre de edad avanzada, pero todavía robusto, anunciaba el regreso a la normalidad, a la habitual fila de cumplidores ciudadanos que avanzan lentamente, sin impaciencia, consciente, como dijo el delegado del pdd, de la transcendente importancia de estas elecciones municipales. El hombre le entregó al presidente su carnet de identidad y el documento que lo acreditaba como elector, éste anunció con voz vibrante, casi feliz, el número del carnet y el nombre de su poseedor,..."

Por cuenta gota fueron llegando cada uno de los electores, iban votando sin ningún desorden, pues, fila alguna que estorbe, ni se hallaba ni se manifestaba. Visto no puede negarse, que al contrario del torrente, que del cielo caía, los electores aparecían con malicia o, tal vez, maestría, uno a uno votarían.

La noche, ni corta ni perezosa, llegó, no por cansancio de "lucero mayor", mas bien deseosa de las resultas de las urnas, no repletas, pero un tanto grávidas. Alguna que otra fililla "avanzaba con la lentitud del caracol", dando por terminada la votación, los votos inmigraban de la urnas sin mortificación alguna, y la hesitación comenzó cuando el resultado se publicó:

"Los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento, y partido de la izquierda, dos y medio por ciento. Poquísimos los votos nulos, poquísimas las abstenciones. Todos los otros, más del setenta por ciento de la totalidad, estaban en blanco."

"Oh si de ... la abnegación es mucha", pero la preocupación del gobierno iba mas haya de una simple abnegación, que el clima estuviese no muy deseable, no borra el setenta y más por ciento de votos en blanco. Tal vez, para el gobierno, era mejor repetir las elecciones y esperar que el pueblo votase ordinariamente por sus partidos.

Pero para no correr riesgos se desplegó, como una marea de hormigas, agentes para buscar los sospechosos de las resultas de la primera votación, no vaya a ser que se repitan éstas. No quiere ello decir, que en la primera votación, los agentes no hayan sido desplegados, sólo que para la votación que viene, o lo que es lo mismo: la repetición de la repetidera, el objetivo establecido, ellos, ya lo tienen. Es menester a los sospechosos encontrarlos.

Así fue como la fantasmagórica ofensiva del gobierno se concentro en los alrededores de las mesas de votación. Allí carros llegaban, en busca de una zona azul, o mejor diría micrófonos de última generación, escondidos en aparatos movidos generalmente por un motor de combustión interna, con placas particulares, de todos los colores, casi imperceptibles, grabando conversaciones de transeúntes distraídos.

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