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EVANGELIO (GÉNERO LITERARIO)


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  1.476 Palabras (6 Páginas)  •  373 Visitas

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EVANGELIO (GÉNERO LITERARIO)

VocTEO

Con la Constitución conciliar Dei Verbum se han reconocido los géneros literarios, también en el campo católico, como fundamentales para el mensaje bíblico: «Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a los géneros literarios» (DV 12). Así, la constatación de que los cuatro evangelios, recogidos en el Nuevo Testamento, forman parte del mundo histórico de la biografía clásica, de una manera totalmente anómala, ha hecho surgir el nuevo género literario del «evangelio». En efecto, una primera confrontación entre la historia evangélica y la historia clásica grecorromana, como la de Polibio, Tucídides, Jenofonte, Tito Livio. Suetonio, obliga a los estudiosos a replantearse el tipo de narración presente en los evangelios. Se puede sostener que nos encontramos ante un género narrativo o «diegético,,; pero, ¿de qué narración se trata? Además, ¿cuál es el criterio de composición y cuáles son?

Por vía de las finalidades narrativas, negación, se puede señalar que en los evangelios no se da suficiente espacio a los orígenes y a la personalidad de Jesús. Más aún, si no fuera por «los evangelios de la infancia» (Lc 1-2: Mt 1-2), Jesús se presentaría como un meteoro en la historia de los hombres: Marcos no vacila en introducirlo de este modo, comenzando con el bautismo (cf. Mc 1 ,9- 1 1). Además, aunque se siguen publicando estudios sobre la psicológica y sobre la afectividad de Jesús, quizás los datos que aparecen en los evangelios son demasiado vagos para reconocer el fundamento de esos estudios. Al contrario, se puede observar cómo, por ejemplo, Plutarco con sus Vidas paralelas se muestra particularmente interesado por la paideia y por la psicología de sus personajes. Lo mismo vale para la reconstrucción espacio-temporal de la vida de Jesús, tal como nos la trazan los evangelios: los elementos son demasiado vagos y a menudo contradictorios si los comparamos entre sí; por eso, los intentos de identificar los lugares y de cronometrar las etapas de la vida de Jesús, a través de una concordancia de los evangelios, suelen acabar en un fracaso. De hecho, resulta sorprendente que, mientras que en el evangelio de Juan Jesús se dirige varias veces a Jerusalén (cf Jn 5,1: 12,12), en el de Lucas sólo hace un viaje a Jerusalén. Y a su vez, si atendemos al material sinóptico, no resulta coherente, sobre la base de los cánones de la biografía clásica, el dato de que en Lucas el viaje de Jesús a Jerusalén ocupe el espacio considerable de 10 capítulos (9,51-1946), mientras que en Mateo (19,1-20:34) y en Marcos (10.11-52) se narre en pocos capítulos. Podríamos afirmar que uno de los principios fundamentales de la historiografía clásica, como es la unidad de espacio y de tiempo, queda continuamente marginado en los evangelios. Si luego nos empeñamos en valorar la identidad de los diversos personajes de la narración, nos encontramos con un fenómeno análogo: ¿cómo es que un milagro tan importante como la resurrección de Lázaro, que nos narra Jn 1 1,1-44, ni siquiera se menciona en los evangelios sinópticos ?

Podríamos continuar poniendo ejemplos para demostrar que la historiografía de los evangelios, aunque no niega la historia, presenta unas características totalmente originales. Por eso se prefiere hablar cada vez más del género literario « evangelio », que habría nacido ex abrupto con el evangelio de Marcos (cf. Mc 1,1). Este género estaría constituido por la historización o la narración del kerigma central del cristianismo: Jesús muerto y resucitado por nosotros. En efecto, aunque los evangelios no niegan el valor histórico de la vida de Jesús, lo que se proponen es motivar, mediante la misma historia, la conversión de los oyentes de todos los tiempos. En la práctica, mientras que Pablo, sobre todo con sus «grandes cartas» (cf. Rom, Gál, 1 Cor, 2 Cor), se propone «demostrar» el contenido y las implicaciones del kerigma, los evangelistas pre8eren narrar ese kerigma. Pero este nuevo género literario no se propone solamente contar el kerigma para mover al lector a la conversión; el evangelista y su comunidad formulan en su relato su profesión de fe. Por eso, su función narrativa no resulta externa respecto al contenido de los evangelios, como sucede a menudo en la biografía clásica, sino que asumen un papel «inclusivo», ya que son «testigos» del kerigma. En de8nitiva, la fe en Cristo constituye el punto de partida, el dinamismo de la trama narrativa y la 8nalidad persuasiva de los evangelios.

Por otra parte, surgen interrogantes sobre la legitimidad misma del género literario «evangelio».

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