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El Patriarca


Enviado por   •  14 de Octubre de 2013  •  374 Palabras (2 Páginas)  •  266 Visitas

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el ser y no ser

el punto de partida de Parménides es sumamente simple, expresado en el siguiente axioma: "El ser es, el no-ser no es". Sin embargo, de este simple principio, ingeniosamente, pudo haber deducido todas las características del ser: El ser no tiene principio, porque ¿de qué podría ser creado? ¿de un no-ser? pero el no-ser no existe. Por esta misma razón el ser tampoco puede tener fin, es eterno. Luego, el ser es continuo, porque cualquier intervalo sería no-ser. Es el ser es también inmóvil e inmutable porque, en el caso contrario, tendría que transformarse en no-ser. El ser es indivisible, porque si existiesen sus partes, éstas por no ser "ser" tendrían que ser "no-ser". Finalmente el ser es fijo y único: supongamos que nos encontramos en una playa, y vemos el mar, la arena, percibimos el aire; cada uno de estos elementos como algo distinto. Pero si eso fuese real, ¿qué sería aquel elemento que separa el agua del aire, y la arena de los dos y de cada uno de ellos? Este elemento, ¿es un ser o es un no-ser? Suponiendo que es un ser, la situación sería absurda, porque éste a la vez tendría que tener otras fronteras - elementos que lo separasen del mismo, y así, aparecerían más y más elementos - fronteras sin fin. Pero, por otro lado, si este elemento es un no-ser, como es lógico, no existe, ya que sólo "el ser es, y el no-ser no es". Así que algo que no existe, no puede separar una cosa de otra, luego, no existe la pluralidad de las cosas sino un único ser.

Mientras que la teoría de Heráclito era compatible con el sentido común y con la experiencia, la de Parménides fue basaba exclusivamente en la especulación y en la deducción. Y siendo que las conclusiones de sus razonamientos no correspondían a la realidad experimentada, había que poner en duda necesariamente, la validez de dichas experimentaciones y de las percepciones sensoriales en general; se hizo necesaria la diferenciación entre el ser y los fenómenos, como también una defensa de la teoría frente al sentido común. El discípulo de Parménides, Zenón de Elea, fue uno de los más brillantes e insólitos defensores de dicha causa.

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