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El Principe


Enviado por   •  9 de Julio de 2013  •  4.192 Palabras (17 Páginas)  •  277 Visitas

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6 En esta argumentación se esconde una crítica a la Filosofía Escolástica: En el saber escolástico había diversidad de métodos y de saberes, lo cual hacía imposible establecer límites entre lo que es “saber científico” y lo que no. La unidad de la razón pide la UNIDAD DE TODAS LAS CIENCIAS. Hay que dejar de hablar de ciencias y hablar de LA CIENCIA. Así, la tesis central del proyecto cartesiano es la UNIDAD DE LA CIENCIA a partir de un único MÉTODO INSPIRADO EN EL MODELO MATEMÁTICO. El error del realismo aristotélico fue someter el análisis del saber a la realidad, cuando lo necesario es, al contrario, partir del análisis del saber o razón humana, porque la realidad siempre es pensada. EL OBJETO (de conocimiento) es siempre definido por el SUJETO. La Verdad se encuentra, pues, en el PENSAMIENTO. Hay que encontrar el MÉTODO (deductivo) adecuado de pensamiento, que será el de la ciencia unificad El racionalismo considera que la Razón es la única facultad que puede conducir al conocimiento de la verdad. No necesita ni de la tradición (escolástico-aristotélica), ni de la fe, ni de los sentidos, ni de ninguna otra instancia para alcanzar su objetivo. La razón es por sí sola suficiente. Como vemos, para los racionalistas, el problema fundamental de la filosofía es el del conocimiento (gnoseología). La razón es el origen del conocimiento. Y sólo los conocimientos que se basen en la razón son ciertos.

7. En base a toda esta desconfianza, Descartes abandona el estudio de las letras para buscar la ciencia que podía hallar únicamente en sí mismo y en lo que el mundo podía enseñarle, y tomarla como apoyo, en sustitución de las falsedades que había aprendido. En lugar de encerrarse en su tierra de origen y en sus libros como otros estudiosos de su época, para especular y luego utilizar su ingenio con el fin de probar algo establecido, decide viajar y recoger experiencias. Aprendió, de este modo, a no creer en lo que se había aprendido por costumbre; se libera de todo lo adquirido anteriormente en la medida de lo posible, desembarazándose a la vez de muchos errores que podrían oscurecer la razón en su propósito de alcanzar la verdad (distinguir lo verdadero de lo falso, llegar a ideas claras y distintas).

8.matematicaEmpieza por las ideas más simples según lo establecido en la 3ª regla del método. Descartes se inclina de modo decisivo hacia el valor y la eficacia del método matemático como paradigma (modelo) de certeza y evidencia científica.La filosofía escolástica establecía diversas ciencias matemáticas según la diversidad de sus objetos. Una de las características del método cartesiano será atender la unificación de la ciencia desde el pensamiento que las constituye, en lugar de diferenciarlas según sus objetos como sucedía en la filosofía escolástica.Descartes expone en este texto las coordenada cartesianas eligiendo la línea como símbolo más simple y fácil de imaginar. También alude a las nuevas anotaciones algebraicas que puso en práctica a partir de 1619 (exponentes usados normalmente, x2). Lo que pretende es recoger del análisis geométrico el apoyo a

la imaginación, y del álgebra la anotación simple y sencilla que permite el simbolismo. De este modo, Descartes apunta su descubrimiento de la geometría analítica, que consiste en aplicar a las coordenadas cartesianas el cálculo algebraico y el análisis.Descubre en 3 meses exponentes, coordenadas cartesianas y análisis geométrico. Tras haber recorrido casi todos los campos de las ciencias y las letras de su tiempo, hay una valoración positiva por su parte de la experiencia que le permitió discernir entre las doctrinas falsas o dudosas de otras más fiables. Así Descartes estimaba por encima de todas las demás la elocuencia, la poesía y las matemáticas. Hace también consideraciones sobre la Teología de la que pensaba que al estar basada en verdades reveladas éstas no pueden ser tocadas por razonamientos humanos La búsqueda de un método como única vía segura de conocimiento es otra de las obsesiones de la filosofía moderna en general. Ante la pluralidad de escuelas filosóficas del pasado que no conducían sino al escepticismo en cuanto que no habían llegado a un criterio único y universalmente válido para discernir cual de ellas era la verdadera, los racionalistas asumen la necesidad de encontrar un método capaz de suministrarnos un saber universal (válido para todos), tanto a nivel práctico como teórico. El modelo metodológico que se propusieron seguir fue el de las matemáticas (deductivo), ya que ellas se distinguen por su claridad y certeza. Tanto Descartes, como Spinoza y Leibniz pretenden deducir a partir de conocimientos ciertos, claros e indiscutibles, un sistema de verdades que nos proporcionen información certera sobre la realidad. Sólo el uso correcto del método podría hacer de la filosofía una CIENCIA. En la Filosofía.El método tiene una finalidad científica, pero sobre todo tiene la finalidad de hacer la vida humana lo más racional posible: "Pero lo que más me satisfacía de este método era que, gracias a él, estaba seguro de servirme de mi RAZÓN en todo, si no perfectamente, al menos lo mejor que me fuera posible…

9 Decepcionado por la academia, Descartes abandona por entero el estudio de las letras y busca la verdad “en mí mismo o bien en el gran libro del mundo”. Esos dos aspectos son diferentes pero relacionados: 1. Buscar en mí mismo, no como introspección alejada de la vida, sino precisamente como “sabiduría” basada en la experiencia, en el “savoir vivre” (recoger experiencias, probarme a mí mismo). Esa experiencia deberá conducir a la reflexión metódica sobre el contenido del propio pensamiento. 2. El gran libro del mundo es el conocimiento de gentes, costumbres y opiniones de carácter práctico: podía encontrar mucha más verdad en los razonamientos que cada uno hace en lo tocante a los asuntos que le interesan, (…) que en los que hace un hombre de letras en su despacho. De nuevo, la idea principal es que el correcto uso de la razón natural (mediocre), es mucho más provechoso que el razonamiento abstracto, que no puede sacar provecho de sus aciertos ni constatar experimentalmente sus errores. Además, las especulaciones conducen a tanta más vanidad cuanto más alejadas estén del sentido común. La consecuencia es la defensa de un uso de la razón (distinguir lo verdadero de lo falso) vinculado a las necesidades de la vida: “ver claro en mis acciones y caminar con seguridad por esta vida”. La observación de costumbres libra de prejuicios y sirve para relativizar las propias certezas (escepticismo): aprendía a no creer con demasiada firmeza en lo que sólo eejemplo y la costumbre me habían persuadido; y así me libraba poco a poco de muchos errores, que pueden oscurecer nuestra luz naturalsin embargo ese relativismo puede conducir a un escepticismo radical, a creer que no hay mejores razones o mejores usos de la razón (como le había pasado antes con la “disputatio filosófica”), por eso: tomé un día la resolución de estudiar también en mí mismo. Esta determinación, que no se trata de estudiarse uno mismo, como si fuera una introspección psicológica, sino de meditación que parte de uno mismo, es el verdadero punto de partida de la filosofía cartesiana.

10 primera etapa, la que siguió a la guerra de los Treinta Años, fue la más dura. La situación económica del clero secular y parroquial era muy difícil, su formación doctrinal y teológica dejaba mucho que desear, aparte de que la miseria, el hambre y la penuria de la posguerra provocaron una decadencia espiritual, moral y pastoral sin precedentes. Es explicable, por tanto, que sin la labor auxiliar de las órdenes religiosas (capuchinos, carmelitas y jesuitas), que sustituyeron en las parroquias, con mucha frecuencia, la labor pastoral y la cura de almas del clero secular, la restauración de la vida eclesiástica no hubiera sido posible dada la escasez de vocaciones. Sólo a finales del siglo XVII se produjo un considerable aumento de éstas. Las fundaciones de seminarios, que mejoraron la formación teológica y disciplinar eclesiástica, fueron muchas, siguiendo los dictados de Trento, pero la mayoría de ellos estuvieron sometidos, con la excepción del de Salzburgo, a las difíciles circunstancias de la guerra de los Treinta Años y a la falta de recursos económicos y financieros para mantenerse.Es un siglo de luchas religiosas entre católicos y protestantes(el acontecimiento de la guerra de los 30 años y Descartes participará con los católicos ya que es un católico convencido).

13ecolastica y silogismos Por mi parte, nunca he presumido de poseer un ingenio más perfecto que los ingenios comunes; hasta he deseado muchas veces tener el pensamiento tan rápido, o la imaginación tan clara y distinta, o la memoria tan amplia y presente como algunos otros. Y no sé de otras cualidades sino ésas, que contribuyan a la perfección del ingenio; pues en lo que toca a la razón o al sentido, siendo, como es, la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales, quiero creer que está entera en cada uno de nosotros y seguir en esto la común opinión de los filósofos, que dicen que el más o el menos es sólo de los accidentes, mas no de las formas o naturalezas de los individuos de una misma especie.

1 4El talento especial de Descartes ya se manifestó mucho antes de abandonar la escuela. A la edad de 14 años, meditando en el lecho, comenzó a sospechar que las "humanidades" que estaba aprendiendo eran relativamente desprovistas de significación humana, y ciertamente no constituían el tipo de aprendizaje que capacitara a los seres humanos para gobernar su medio y directamente su propio destino. Los dogmas autoritarios de filosofía ética y moral, que debían ser aceptados ciegamente, comenzaron a adquirir el aspecto de supersticiones sin base. Persistiendo en su costumbre infantil de no aceptar nada que dimanara de la simple autoridad, Descartes comenzó sin jactancia a discutir las demostraciones alegadas y la lógica casuística en virtud de la cual los buenos jesuitas pensaban obtener el asentimiento de sus facultades razonadoras. Salió Descartes de la Flèche, terminados sus estudios, en 1612, con un vago, pero firme, propósito de buscar en sí mismo lo que en el estudio no había podido encontrarDesde un principio (en su niñez), a Descartes le presentaron el estudio de las letras como la forma de adquirir un conocimiento claro y seguro, en otras palabras, la verdad sobre las cosas, que le serían de gran utilidad en la vida. Al finalizar sus estudios, el filósofo descubre que tales conocimientos no le proporcionaban en modo alguno lo que esperaba, y numerosas dudas le embargaban en contra a las predicciones previas. Aunque apreciaba en gran manera los diversos estudios o ciencias, y veía algunas ventajas en cada uno de ellos, pesaban demasiado los inconvenientes. Tras haber recorrido casi todos los campos de las ciencias y las letras de su tiempo, hay una valoración positiva por su parte de la experiencia que le permitió discernir entre las doctrinas falsas o dudosas de otras más fiables. En base a toda esta desconfianza, Descartes abandona el estudio de las letras para buscar la ciencia que podía hallar únicamente en sí mismo y en lo que el mundo podía enseñarle, y tomarla como apoyo, en sustitución de las falsedades que había aprendido. En lugar de encerrarse en su tierra de origen y en sus libros como otros estudiosos de su época, para especular y luego utilizar su ingenio con el fin de probar algo establecido, decide viajar y recoger experiencias. Aprendió, de este modo, a no creer en lo que se había aprendido por costumbre; se libera de todo lo adquirido anteriormente en la medida de lo posible, desembarazándose a la vez de muchos errores que podrían oscurecer la razón en su propósito de alcanzar la verdad (distinguir lo verdadero de lo falso, llegar a ideas claras y distintas).

15 descartes sugiere que tal vez hemos sido creados por un Dios que nos obliga a engañarnos sistemáticamente, que ha dispuesto nuestra naturaleza de tal modo que creemos estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Con esta hipótesis se cuestiona la legitimidad de las proposicionesque parecen tener la máxima evidencia, las que se presentan con "claridad y distinción" (excepto las referidas a la propia mente, como mostrará el descubrimiento del cogito), proposiciones del tipo "dos más tres es cinco" o "la suma de los ángulos de todo triángulo es igual a dos rectos". Por lo tanto, llega a cuestionar la veracidad de la propia matemáticaCírculo cartesiano hace referencia al argumento falaz en el que a juicio de sus críticos, habría incurrido en sus Meditaciones metafísicas el filósofo René Descartes al intentar demostrar la veracidad y validez de las ideas claras y distintas. juicio de Gassendi, Descartes dice que la idea de Dios es la que justifica la veracidad de todas las ideas claras y distintas. Pero, por otro lado, afirma que la idea de Dios también es una idea clara, por lo que se ha de justificar a sí misma para después justificar la veracidad de las demás ideas incurriendo así en una petición de principio, en un círculo in probando que da nombre a esta falacia.

La crítica de Arnauld al círculo cartesiano puede encontrarse en las cuartas objeciones de las Meditaciones metafísicas de Descartes así como la respuesta que Descartes da a tal objeción. En breves palabras, Arnauld dice que es Dios quien, para Descartes, garantiza la verdad de las ideas claras y distintas y a la vez es la clara y distinta percepción de la idea de Dios la que nos asegura su existencia, en base a la cual garantizamos la veracidad de todas las ideas claras y distintas, incluida la idea de Dio

16 Pero he aquí que se empieza a cuestionar las bases del silogismo. En primer lugar, se pone en duda la verdad de la fe cristiana; en segundo lugar se ponen en duda muchas de las premisas mayores tradicionalmente aceptadas, pero sobre todo, se ve la imposibilidad de hallar nuevas verdades sobre temas de los cuales no existen premisas mayores, y el método deductivo no contempla forma alguna de encontrar nuevas premisas mayores si no es a partir de la revelación. Critica a Bacon de la siguiente manera: “la lógica aristotélica es inútil para la invención científica, y sirve más para fijar y consolidar errores fundados en nociones vulgares que para inquirir la verdad, de tal modo que es más perjudicial que útil”. También Descartes se pronuncia acerca del tema pero sin tanta brusquedad, recordemos que había estudiado durante años bajo el método aristotélico, y así dice: “es completamente inútil para los que desean investigar la verdad de las cosas, y sólo se puede aprovechar, a veces, para exponer con mayor facilidad a los otros las verdades ya conocidas”.

17Las reglas del método: Partiendo d la duda, Descartes ha arribado a la 1ª verdad: examinando sta 1ª verdad ha encontrado el criterio y aplicando el criterio y aplicando el criterio descubrirá las reglas del método.

1ª Regla de la evidencia: Evidente es lo q se presenta d manera directa y sin intermediario a la mnt y sus notas son la claridad y la distinción. El modo primario d conocer consiste en la captación inmediata y directa, en la intuición d las realidades simples, q siendo claras se encuentran separadas y escindidas d todas las d+.

2ª Regla del análisis: Esta regla viene exigida x la anterior, pues dado q la realidad cotidianamnt se nos muestra en forma compleja y puesto q sólo es posible la intuición de las percepciones simples, será necesario dividir aquéllas en todos sus componentes.

3ª Regla de la síntesis: Mientras q las verdades simples son captadas x instuición, a las verades complejas se llega mediante la deducción, desde los Cºs simples a los complejo. Intuición y deducción son los dos caminos q conducen a la ciencia d la manera más segura. La intuición capta las “percepciones simples”, la deducción es el movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento q va pasando d una intuición a otra en el orden debido.

4ª Regla de la enumeración: Hacer en todos los casos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales q llegase a star seguro d no omitir nada. Extremará las precauciones a fin d evitar todo juicio precipitado.

19Objetivo de Descartes: pretende crear una filosofía universalmente válida, rechazando toda la filosofía anterior. Esto implica la creación de una filosofía científica y para crearla necesita un método científico, no experimental, sino un método científico-racional, esto sería el método de las matemáticas.

Descartes piensa que lo suyo es la filosofía primera y que lo anterior no sirve, ya que cree tener razón.

Descartes utiliza el método matemático-analítico. El método es para Descartes importante e incluso necesario para crear una filosofía científica. A partir de esta época se empieza a utilizar gnoseología (epistemología).

La atracción hacia lo matemático en toda ciencia y filosofía del s.XVII es manifiesta. En este aprecio general por la matemática, por su método, participaba íntegramente Descartes.

La capacidad racional e intelectual es la misma pero nos especializamos en una cosa u otra debido a lo que nos gusta. La sabiduría humana para Descartes: “bona mens”(la razón)

20 Descartes concibió a la ciencia como una pirámide cuya cúspide estaba ocupada por los principios o leyes más generales de la realidad; pero mientras Bacon llegaba a esa cúspide por medio de inducciones progresivas, basadas en series generosas de observaciones y experimentos, Descartes propuso que el conocimiento científico se inicia en la cumbre y de ahí procede hacia abajo, siguiendo el camino de la deducción, hasta llegar a la base, o sea la naturaleza real. Esa proposición tiene varias implicaciones filosóficas fundamentales, pero aquí sólo mencionaremos una: que la certeza en el conocimiento puede alcanzarse a priori, o sea en ausencia (por ignorancia o por decisión consciente) de la realidad. Todos conocemos el famoso párrafo en que Descartes encuentra su primer principio, cogito ergo sumA pesar de que quería pensar que todo era falso, era necesario aceptar que el yo que pensaba era algo; y basado en esta verdad,pienso, luego existo, tan sólida y tan cierta que ni siquiera las suposiciones más extravagantes de los escépticos podían afectarla juzgué que podía recibirla sin escrúpulos como el principio inicial de la filosofía que yo buscaba.

Los orígenes del método están, según nos cuenta Descartes (Discurso), en la lógica, el análisis geométrico y el álgebra. Conviene ante todo insistir en que el gravísimo defecto de la lógica de Aristóteles es, para Descartes, su incapacidad de invención. El silogismo no puede ser método de descubrimiento, puesto que las premisas - so pena de ser falsas- deben ya contener la conclusión. Ahora bien, Descartes busca reglas fijas para descubrir verdades, no para defender tesis o exponer teorías. Por eso el procedimiento matemático es el que, desde un principio, llama poderosamente su atención; este procedimiento se encuentra realizado con máxima claridad y eficacia en el análisis de los antiguos. Según Euclides el análisis consiste en admitir aquello mismo que se trata de demostrar y, partiendo de ahí, reducir, por medio de consecuencias, la tesis a otras proposiciones ya conocidas. Descartes explica también lo que es el análisis en un pasaje de la Geometría: «... Si se quiere resolver un problema, hay que considerarlo primero como ya resuelto y poner nombres a todas las líneas que parecen necesarias para construirlo, tanto a las conocidas como a las desconocidas. Luego, sin hacer ninguna diferencia entre las conocidas y las desconocidas, se recorrerá la dificultad, según el orden que muestre, con más naturalidad, la dependencia mutua de unas y otras...»

Como se ve, el análisis es esencialmente un método de invención, de descubrimiento. Geminus lo llamaba descubrimiento de prueba ( [análysis éstin apodeíxeos heúresis]).

Esto principalmente buscaba Descartes. Y este es el punto de partida de su método nuevo. El silogismo obliga a partir de una proposición establecida, de la cual no sabemos nunca si podremos concluir la que queremos demostrar, a menos de conocer de antemano la verdad que necesita demostración. Pero, si ya de antemano sabemos la conclusión, entonces se ve bien claro que el silogismo sirve más para exponer o defender verdades, que para hallarlas. El análisis es, pues, el primer momento del método. Dada una dificultad, planteado un problema, es preciso ante todo considerarlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda (segunda regla del método. Discurso).

Pero ¿en cuantas partes dividirlo? ¿Hasta dónde ha de llegar el fraccionamiento de la dificultad? ¿Dónde deberá detenerse la división? La división deberá detenerse cuando nos hallemos en presencia de elementos del problema, que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Los tales elementos simples son las ideas claras y distintas. (Final de la primera regla; véase Discurso del Método).

Al llegar aquí es imposible seguir exponiendo el método de Descartes, sin indicar algunos principios de su teoría del conocimiento y su metafísica. En la primera regla del Discurso están resumidas, más aún, comprimidas algunas de las más esenciales teorías de la filosofía cartesiana. Las enumeraremos brevemente. En primer lugar, la regla propone la evidencia, como criterio de la verdad. Lo verdadero es lo evidente y lo evidente es a su vez definido por dos notas esenciales: la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. Distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con interior claridad. Nótese, pues, que la verdad o falsedad de una idea no consiste, para Descartes, como para los escolásticos, en la adecuación o conformidad con la cosa. En efecto, las cosas existentes no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones a las cuales suponemos que corresponden realidades fuera del yo. Pero el material del conocimiento no es nunca otro que ideas - de diferentes clases -, y, por tanto, el criterio de la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a las ideas mismas. La filosofía moderna debuta, con Descartes, en idealismo. Incluye el mundo en el sujeto; transforma las cosas en ideas, tanto que un problema fundamental de la filosofía cartesiana será el de salir del yo y dar el paso de las ideas a las cosas. (Véasela sexta meditación metafísica.)

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23 y por mucho que estudien los mejores ingenios, no creo que puedan dar ninguna razón bastante a levantar esa duda, como no presupongan la existencia de Dios. Pues, en primer lugar, esa misma regla que antes he tomado, a saber: que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; esa misma regla recibe su certeza sólo de que Dios es o existe, y de que es un ser perfecto, y de que todo lo que está en nosotros proviene de él; de donde se sigue que, siendo nuestras ideas o nociones, cuando son claras y distintas, cosas reales y procedentes de Dios, no pueden por menos de ser también, en ese respecto, verdaderas. De suerte que si tenemos con bastante frecuencia ideas que encierran falsedad, es porque hay en ellas algo confuso y oscuro, y en este respecto participan de la nada; es decir, que si están así confusas en nosotros, es porque no somos totalmente perfectos. Pero si hay algunos que están persuadidos de que es difícil conocer lo que sea Dios, y aún lo que sea el alma, es porque no levantan nunca su espíritu por encima de las cosas sensibles y están tan acostumbrados a considerarlo todo con la imaginación –que es un modo de pensar particular para las cosas materiales- que es lo que no es imaginable les parece no ser inteligible. Lo cual está bastante manifiesto en la máxima que los mismos filósofos admiten como verdadera en las escuelas, y que dice que nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en el sentido, en donde, sin embargo, es cierto que nunca han estado las ideas de Dios y del alma; y me parece que los que quieren hacer uso de su imaginación para comprender esas ideas, son como los que para oír los sonidos u oler los olores quisieran emplear los ojos; y aún hay esta diferencia entre aquéllos y éstos: que el sentido de la vista no nos asegura menos de la verdad de sus objetivos que el olfato y el oído de los suyos, mientras que ni la imaginación ni los sentidos pueden asegurarnos nunca cosa alguna, como no intervenga el entendimiento.

22Después de esto, consideré, en general, lo que se requiere en una proposición para que sea verdadera y cierta, pues ya que acababa de hallar una que sabía que lo era, pensé que debía saber también en qué consiste esa certeza. Y habiendo notado que en la proposición “yo pienso, luego soy”, no hay nada que me asegure que digo verdad, sino que veo muy claramente que para pensar es preciso ser, juzgué que podía admitir esta regla general: que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas, pero que sólo hay alguna dificultad en notar cuáles son las que concebimos distintamente.

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