El objetivo de la búsqueda de "ser alguien"
Anabeth32Ensayo1 de Mayo de 2013
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En este apartado buscaremos realizar un entrecruzamiento entre los planteos de Kusch a cerca del miedo como experiencia que emerge ante el asomarse a las raíces de nuestra existencia, y una lectura situada de los planteos de la psicología profunda junguiana, en cuanto a los caminos de reconciliación con las propias sombras. En otras palabras, con el afán de buscar “ser alguien” que responda a expectativas e intereses de otras culturas y racionalidades, el hombre de América ha generado una máscara que deja de la do lo más propio y profundo. Eso propio cuando puede constituir una amenaza a la hora de responder a las expectativas del “deber ser” queda relegado y tarde o temprano desemboca en un desequilibrio alienante. Y el camino de reconciliación con eso profundo y esencial implica encontrarse con la incertidumbre, con los prejuicios, y sobre todo con un miedo paralizador.
En un primer momento, nuestro recorrido se asomará a la caracterización que realiza Kush del miedo que bloquea la posibilidad de abrirse a lo propio como ese salto hacia lo embrionario, lo ab-origine, que hace a la verdad de lo que tiene que ocurrir y acontece hacia el futuro. Pero, como señalará el autor, este paso “detrás”, -donde se da un aparente regreso-, lesiona nuestra ansiedad por querer “ser alguien”, y nos conduce a una experiencia de inseguridad e incertidumbre que cuesta transitar. A la hora de aceptar la propia verdad de lo americano aparece este miedo que nos conduce por inercia a la búsqueda de lo más seguro. Y en este caso, lo más seguro se presenta desde lo que viene de afuera, como lo que promete progreso, avance, saberes claros y distintos.
Cuando hacemos el ejercicio de dejarnos interpelar por lo que nos presenta la realidad misma de lo cotidiano en nuestras tierras, vemos que se entremezclan el “mito de la pulcritud” , que precisamente fue alimentado por la misma cultura del “deber ser algo o alguien”, y las fuerzas de lo que hiede, lo hostil, lo misterioso, lo desconocido. Esta realidad nos sumerge en una experiencia de amenaza ante la imagen que o esquema de cómo tiene que vivir, pensar, crear el individuo en medio de una comunidad. Es una realidad que es esencial pero que a la vez nos resulta sumamente extraña, y esto, como bien lo señala Kush, nos produce “el miedo de no saber cómo llamar todo eso que nos acosa y que está afuera y que nos hace sentí indefensos y atrapados” . Es un mundo que nos sumerge en algo que resulta hasta insoportable. El mito de la pulcritud es tan fuerte que se ha constituido en el prisma a través del cual se percibe la realidad de lo diario y propio. Lo que esté fuera de ese lente resulta incómodo y demasiado misterioso.
El peligro está como el mismo Kush lo señala en su “Geoculturua del hombre americano”, en refugiarse entre otras cosas en la técnica para no encontrarse con lo inesperado.
La técnica viene a cubrir ese miedo de que todo sea falso en el fondo. Se buscan estructuras de antemano que muestren lo que hay que ver, saber para evitar caer en la incertidumbre de lo nuevo, lo misterioso e inefable. La actividad técnica implica un miedo a perder la visibilidad de lo dado ante los ojos, o ante la mano, donde la mano no opera sino que el ojo contempla, pese a toda proclama de dinámica y progreso.
En este sentido el hacer propio de la técnica, deja de lado la posibilidad de un acoger, escuchar, o con palabras de autor, “un estar nomás” .
Eso que nos incomoda, nos acosa y nos hace sentir indefensos, pero que de alguna manera nos constituye y forma parte del centro esencial del hombre y de una cultura es lo que podemos denominar desde la psicología profunda como “sombras”. Cabe aclarar que no pretendemos caer en un psicologismo, simplemente consideramos que los planteos junguianos pueden servirnos para ilustrar y leer lo Kush pretende mostrar desde su antropología
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