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El sujeto, las fuentes y los límites del conocimiento


Enviado por   •  5 de Junio de 2021  •  Monografías  •  942 Palabras (4 Páginas)  •  78 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO NEGRO

CARRERA: Lic. en Comunicación Social ASIGNATURA: Fundamentos de Filosofía AÑO: 2020. Profesora: Gisela Ponce.

Estudiante: Sebastián Labaronne

COLOQUIO INTEGRADOR

Como un coloquio por definición es una discusión oral, un conversatorio, se puede hacer de dos.

1. Actividad:

Elegir un tema del programa con el que puedan articular al menos dos autores/as vistos en la materia. Se sugiere que el tema elegido permita citar autores no sólo de una unidad. (La articulación puede consistir en mencionar semejanzas, diferencias, ejemplos para poder fundamentar esa elección, pueden poner en discusión el tema por estar de acuerdo o en desacuerdo).

2. Presentación: pueden hacer un video de 10/15 minutos o un escrito de dos carillas como extensión máxima.

3. Fecha de entrega: viernes 3 de julio hasta las 13 h


TEMA | El sujeto, las fuentes y los límites del conocimiento

Desde el paso del “mito al logos”, en el que la humanidad comenzó a hacer uso de la razón para dar respuesta tanto a antiguas preguntas como a otras nuevas, los diversos pensadores le han establecido distintas características al sujeto, las fuentes y el límite del conocimiento.
        Tanto Platón como Aristóteles entendían al hombre, al sujeto, en la dualidad cuerpo y alma. Platón concebía estas partes separadas siendo el cuerpo la cárcel del alma mientras que Aristóteles planteaba una unión natural -una substancia-, un sujeto
compuesto de alma y cuerpo -forma y materia-, cuya principal característica es la razón. Platón planteaba el mito de la reminiscencia que indica que las almas de los hombres antes de nacer habitaron el mundo de las ideas, donde las contempló y conoció en su totalidad y pureza. El filósofo griego plantea que “aprender no es sino recordar" la verdadera realidad que se encuentra en el mundo de las ideas. Aristóteles, en cambio, señalaba que las formas son inmanentes a las cosas sensibles; materia y forma coexisten en este mundo sensible como dos aspectos inseparables de una sola realidad. Para él lo que la cosa es, reside en la forma; y es ésta, no la materia, lo propiamente cognoscible en la cosa: se conoce algo cuando se capta su forma, operación que no realizan los sentidos, sino el intelecto.
        Con el surgimiento del sujeto moderno, el sujeto cartesiano -luego sujeto trascendental kantiano- nace la idea del sujeto constructor de la objetividad capaz de comprender, organizar y construir la realidad. Este pensamiento adopta como principio fundamental el de la subjetividad, esto es, reivindica el carácter singular del individuo y su capacidad crítica, su autonomía y su libertad. Es Descartes quien pone al sujeto en el centro, como “cosa que piensa”, manifestando que el mundo exterior y la experiencia no influyen en él. Éste aún cree en las ideas innatas, sigue utilizando conceptos de la teología de su época y cree que puede conocer los objetos metafísicos -Dios, Mundo, Alma- mediante la razón. Por el contrario, el empirista David Hume, crítico de las ideas innatas, defiende que el conocimiento surge a partir de la experiencia. Según Hume estos objetos metafísicos son sustancias de las cuales no tenemos percepción sensible. Kant por su parte se inspira en ambos y hace una distinción entre dos fuentes del conocimiento: la sensibilidad/experiencia, que es pasiva y básicamente sirve para recibir impresiones; y el entendimiento, que es activo y produce espontáneamente ciertos conocimientos. Para Kant no se conoce la realidad en sí (noúmeno), sino que se conocen fenómenos. El sujeto cognoscente establece las condiciones de posibilidad del objeto, es posible el conocimiento pero a través de los moldes que impone el sujeto. Kant, al igual que Hume, le pone límites al conocimiento planteando que Dios, alma y mundo no se pueden conocer pero sí pueden ser pensados. El sujeto trascendental kantiano no necesita la veracidad divina, el mundo que el sujeto conoce es el mundo que el sujeto construye.
        A este paradigma moderno le surgen críticas de diversos pensadores que cuestionan al sujeto y la “universalidad” del conocimiento. Heidegger cuestiona al pensamiento moderno que todo controla y que con su técnica deshumaniza al ser humano. Plantea que el sujeto moderno, rodeado de objetos, termina por convertirse él mismo también en un objeto olvidando preguntarse por el ser. Por su parte Nietzsche critica la noción moderna de sujeto, como sujeto fundante transcendental que construye la objetividad, y propone al sujeto histórico. Se trata de un sujeto que no funda ni conoce sino que interpreta y descubre nuevas formas de vida en función del tiempo histórico en el que vive. En este sentido rechaza la idea moderna de verdad, la cual ya no resulta universal ni fija sino sujeta a múltiples interpretaciones sembrando la desconfianza en la ciencia y el progreso.
        Finalmente Marcuse, en una sociedad más cercana a la actual, describe a un sujeto que vivencia una “ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática, señal del progreso científico”. Un sujeto que ya no decide por sí, enajenado por necesidades irracionales que la industria cultural se encarga de disfrazar como racionales. Un mundo unidimensional que manipula el pensamiento de los sujetos.
        Analizando este recorrido histórico de la filosofía reconozco mi identificación con la visión de Nietzsche en tanto me entiendo como sujeto histórico que, más que entender, interpreta en un contexto donde coexisten opiniones diversas sin verdades totalizantes. Éstas son justamente las que enajenan a la sociedad con falsas ideas de progreso y desarrollo hacia una plenitud que lxs filósofxs, como tales, deben cuestionar. Hoy es tiempo de deconstrucción.

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