Limites del conocimiento

¿Nuestro conocimiento tiene límite? ¿Cómo sabemos que existe un límite? Y si hay dicho límite, ¿Cómo lo reconoceremos si, después de todo, estaremos estudiando y conociéndonos a nosotros mismos empujando cada vez más nuestro propio límite del conocimiento?

Para poder empezar a responder estas preguntas es importante aclarar que científicos y estudiosos del tema encontraron que nuestro conocimiento presenta dos dimensiones opuestas pero que trabajan en complemento: la sensible, que obedece a sensaciones externas y a percepciones internas; y la intelectual, encargada de razonar y juzgar lo adquirido por la segunda.

Para este ensayo se va a intentar determinar si existe tal límite y, a raíz de la repuesta, establecer sus causas y conocer si estos varían según el observador o si es el mismo para todos los humanos.

Como se estará tomando al hombre como objeto de estudio, no existe una garantía de que se vaya a alcanzar una verdad absoluta.

Tal como se observa, existen dos posturas opuestas para esta pregunta: los que creen que existe un límite y los que creen que no hay.

Muchos filósofos hablaron sobre este tema a lo largo de los años y presentaron diferentes puntos de vista. El filósofo griego Heráclito expresaba que todo está en constante transformación y que los seres humanos somos los responsables de estar permanentemente renovando lo que creemos y sabemos.

Por esto es que nombra como límite a nuestra biología y le atribuye la condición de nuestra posibilidad, es decir, que nuestro conocimiento está limitado por nuestra capacidad de observar, de comprender, por nuestra edad, por el desarrollo de nuestro sistema de cognición, entre otros.

Además, podríamos decir que Heráclito creía que cada persona tenía un límite diferente y lejano dependiendo de los factores anteriormente mencionados. Entonces si tomamos este discurso podríamos decir que este existe, pero es diferente para cada uno de nosotros.

Sin embargo, es imposible saber dónde se encuentra dicho límite, saber hasta cuanto más podemos ampliar nuestro conocimiento, puesto que nosotros mismos, los humanos, somos los que estamos cada vez más alejándolo al conocer nuevas cuestiones que, en el mundo actual, se van renovando más y más rápido.

Entonces, si nuestro conocimiento está limitado, ¿Es igual para todas las personas?

Tomando en cuenta esta incógnita, se puede empezar a hablar de la persona en sí, de su esencia, es decir, de lo que llevó a esa persona a tener cierto conocimiento. Puede ser la edad, sus experiencias, su educación, cómo es su vida, etcétera. Entonces, si tomamos en cuenta eso nos alejamos del límite biológico propuesto por Heráclito y nos encontramos con otro, más relacionado con las vivencias de la persona.

Igualmente, podríamos tomar el conocimiento limitado

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