En busca de la dignidad

Alcántara Hernández Axel                                        No. De cuenta: 316000695

En busca de la dignidad

Uno de los valores humanos más importantes del comportamiento es la dignidad. Ser digno es inherente del ser humano racional que es capaz de actuar de forma libre, respetándose a sí mismo y a la vez respetando la dignidad de los demás. Entonces, ¿soy digno de algo?

Todas las personas por el simple hecho de nacer y estar vivos poseen una dignidad personal que es objeto de admiración y/o reconocimiento por parte de la sociedad, a menos que dicha persona mantenga un comportamiento perverso y nefasto.

El abogado Kaled Yorde define a la dignidad como “el respeto por sí mismo que debe cultivar y cuidar una persona. Es su fachada moral, si se quiere, aquello que proyecta hacia los demás y que, según el grado de ese autor respeto, la gente le corresponde en esa misma medida. La dignidad como valor atañe a la honradez, la decencia y el decoro, así como también a la recta acción.” Es como ya se mencionó al inicio, una cualidad, que todas las palabras, sin importar cual se su condición social, política y/o economía, debe preservar a lo largo de su vida.

Se trata entonces, de una cualidad a la que todo ser humano tiene derecho, pero que es suya la responsabilidad de cultivarla o no. La práctica de la virtud es una forma de cultivarla, ya que es una fuerza y una energía capaz de realizar una buena acción, por lo tanto, la virtud conduce a la acción que produce dignidad.

Fernand Schwarz en su artículo Teorema de la dignidad menciona que las virtudes cardinales que los griegos habían distinguido como principales son la fortaleza, la prudencia, la templanza y la justicia. Ya que ellas son el pedestal de la sabiduría. Estas virtudes nos orillan a hacer actos que nos hacen trascender como personas porque nos acercan a la perfección del alma.

“De la gracia y la dignidad” es un artículo muy bello de F. Schiller donde menciona “El dominio de los instintos mediante la fuerza moral es la libertad del espíritu y la expresión de la libertad del espíritu, en el mundo de los fenómenos (en lo cotidiano), se llama dignidad.” Con esto Schiller hace referencia a la autonomía que se puede desarrollar. Es decir, cuando se es capaz de dirigirse a si mismo según una ley propia fijada desde el interior.

Sin embargo, para llevar a cabo la libertad es necesario hacer un compromiso consigo mismo que establezca no dejarse llevar o caer en la tentación de los caprichos o deseos inmediatos, por el contrario, buscar satisfacer lo que es justo y bueno.

En definitiva, tomando como preámbulo las ideas anteriores, soy digno de encontrarme a mí mismo a través de la búsqueda y la práctica de la dignidad en mi vida. Porque he estado pagando el alto precio de ello; leyendo buenos libros, seleccionando cuidadosamente que el tipo de información, imágenes, música que llegan a mí no sean chatarra y que, al contrario, me inspiren a ser mejor persona, en otras palabras, que me sumen más de lo que me restan. Además, siempre estoy tratando de regir mis acciones y pensamientos como un ser racional en lugar de dejarme llevar por los instintitos como lo haría un animal.
Todo lo anterior me esta transformando en alguien que siente la necesidad de actuar no solo para beneficio propio, al contrario, actuar buscando que el mundo y yo podamos mejorarnos y transformarnos. Dicho de otra manera, el ir desarrollando la autonomía me ha transformando en un idealista. Los ideales nos cambian. Permiten una transformación de nuestro interior y también, como consecuencia, una transformación de la sociedad. Y creo que con esto ya estoy en camino de encontrarme.

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