En la vida todo cambia
sestra10Trabajo20 de Agosto de 2013
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En la vida todo cambia.
Ningún día es normal, siempre existen cosas que hacen de cada día único. Si bien puede existir cierta homogeneidad en cada una de las acciones, todos los días son diferentes. Por eso decidí que el 7 de agosto sería el día que usaría como insumo para este trabajo.
Un día festivo como cualquier otro, conmemorando la Batalla de Boyacá, y este año el día elegido para el desfile de autos clásicos y antiguos de la Feria de las Flores. Es un buen día para salir a ver la ciudad y más que a ella a su gente, que al final es la ciudad misma, no hay ciudad sin personas y el 7 de agosto de 2013 muchas estaban afuera, expectantes del evento que abriría una ventana al pasado, al Medellín de tranvía y mujeres elegantes.
Es importante elegir una buena “pinta” cuando vamos a salir, el vestuario de alguna manera define quién es la persona y que es lo que quiere, y en Medellín sí que es importante, pues como muchos dicen: Esta ciudad es un pueblo chiquito, todo el mundo se conoce, todos de alguna manera están relacionados, siempre habrá alguien que conoce a tu mamá, a una tía o que fue vecino de algún primo lejano. En un evento masivo como el de aquel día era más que predecible que se puede encontrar con personas conocidas, así que se elige la ropa pensando en todo lo anterior.
Cuando se piensa en Medellín se refiere a gente amable, mujeres bonitas, música, montañas, en fin, todo el paquete cliché con el que algunos venden este “pueblo con metro” a los extranjeros que atraídos por esas, y otras cosas menos santas, llegan en manada a Medellín donde siempre serán bienvenidos, ya sea por sus habitantes amables y correctos o por los ladrones que se aprovechan de su ingenuidad primer-mundista.
Es un buen día para reflexionar qué es Medellín, la ciudad donde he vivido toda mi vida, en la que hago todos los días la misma rutina que describo en los primeros 25 segundos de mi video, eso sí, con las variaciones que se mencionan al principio, esa que de un día para otro necesita puentes enormes que cambian el paisaje, la “más innovadora”, la que hay más allá del valle y se trepa en las laderas empinadas…
Hay días en que Medellín es feliz, como el 7 de agosto de 2013, la gente baila, canta, disfruta incluso bajo la lluvia. Esos son los días que gustan, los que hacen que todos parezcan amigos, donde hay solidaridad, una especie de camaradería paisa, que unen así sea por unas horas. La misma que sentimos cuando se es extranjero y se encuentra con alguien de Medellín e inmediatamente se siente que lo conoce de toda la vida, pues muchas veces recuerda lo nuestro, lo familiar, lo que se conoce desde siempre y lo que ancla a las raíces de cada quien.
Al principio se comenta que una ciudad son las personas que la habitan, pues piensa ¿qué sería de Medellín sin su gente? Kilómetros de pavimento, edificios abandonados, un vaso vacío… No tendría sentido nada de lo que se ha escrito, pues todo lo he hecho pensando en las personas que coexisten en este punto geográfico.
Medellín no sería la misma si en vez de cada uno de sus habitantes trasplantaran aquí, en una especie de experimento sociológico, a unos fríos habitantes de Undredal, Noruega. Y se podría tener seguridad de que cada una de las personas que habitan este pueblo no serían las mismas si no se hubiera crecido en este lugar…
Hay entonces una relación simbiótica entre la gente y su entorno y uno y otro se moldean mutuamente para producir un efecto único en su esencia.
Si el hipotético experimento se llevara a cabo, no creo que el 7 de Agosto cada uno de los paisas hubiera podido disfrutar del desfile de autos clásicos y antiguos, es más, se podría tener la plena seguridad que ni siquiera existiría la Feria de las Flores…
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