Engañarse respecto al amor

“Engañarse respecto al amor es la pérdida más espantosa, es una pérdida eterna, para la que no existe compensación ni en el tiempo ni en la eternidad, la privación más horrorosa, que no puede resarcirse ni en esta vida… ¡ni en la eterna!”. Estas palabras de Kierkegaard, redactadas ya hace más de siglo y medio, no han perdido hoy nada de su vigencia; al contrario, resultan más cercanas y sugerentes que cuando fueron escritas ya que en la actualidad no sólo sobran los engaños y fracasos en el amor (infidelidades o falta de lealtad entre esposos, novios, amigos, colegas, vecinos, compañeros; indiferencia; intolerancia; divorcio; separaciones; abandono de abuelos geriátricos; despego de los hijos hacia los padres y viceversa; etc.), sino que en nuestros días parecería haberse perdido el sentido mismo del amor.

No se sabe lo que es amar. El propio término ha sido desvirtuado, cuando no prostituido. Hoy, aquello que se designa con el vocablo “amor” tiene a menudo como punto de referencia una suerte de sentimentalismo o emotivismo difuso y débil, incapaz de colmar siquiera las nobles ansias de un adolescente, o la pura biología, como en la contaminada y desgraciada frase de “hacer el amor”.

Este terrible olvido de lo que significa amar crea (en mi punto de vista) uno de las carencias mas importantes de nuestra cultura. El amor, el enamoramiento, se transforman cada día mas es una costumbre que fabricada por la cotidianidad se establece en la sociedad como algo que “hay que cumplir” haciendo que así se pierda su esencia.

Por esto, si queremos volver al “amor verdadero” debemos empezar aprendiendo nosotros mismos y cada uno de los restantes miembros, en la teoría y en la práctica, lo que realmente es amar y así poder dejar de lado el notable egoísmo, orgullo e individualismo que están colmando las diferentes sociedades contemporáneas.

...