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Ensayo «La necesidad de la autenticidad del ser humano»

Jannelie5Ensayo23 de Agosto de 2016

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[pic 1][pic 2]Universidad San Carlos de Guatemala

Centro Universitario Metropolitano

Escuela de Ciencias Psicológicas

Filosofía de la Persona

Lic. Oscar Flores

Jornada Vespertina

Ensayo

«La necesidad de la autenticidad del ser humano»

Nombre: Lilian Jeaneth Cabrera González

Carné: 201407572

Guatemala, 21 de octubre de 2015

La necesidad de la autenticidad del ser humano

Mediante el paso del tiempo, el ser humano ha ido convirtiéndose poco a poco en lo que se denomina como un “ser inauténtico”. Esto, debido a que suele dejarse influenciar por las averías causadas por la sociedad [u hombres masa], por las críticas destructivas y por todo aquello que le causa un estado de incomodidad. Con ello, no desea salir de su sitio de confort por temor a que algo malo pueda sucederle. No desea arriesgarse a conseguir algo nuevo y desea quedarse donde se encuentra por temor al fracaso. El no luchar por el cambio, el no abrazarse a la angustia lo ha vuelto un ser inauténtico.

La búsqueda de la autenticidad, de obtener veracidad en la vida, es dejando de lado la zona de confort en la que el ser humano se encuentra. Al dejarla se arriesga a una vasta cantidad de posibilidades para poder mejorar su vida, para encontrar un cambio que le favorezca. Al hacerlo, se dice de forma metafórica que suele lanzarse al vacío con la esperanza de que podrá conseguir algo nuevo que pueda beneficiarle. Está consciente de que, al arriesgarse, también está propenso al dolor y a la angustia. Al dolor que sugiere el cambio brusco de una situación a otra y a la angustia de buscar lo que requiere para la autenticidad de su vida.

Cuando el ser humano acepta aferrarse a la angustia y al dolor, se sugiere que está llegando poco a poco hacia la autenticidad que pocos seres humanos llegan a alcanzar durante su vida.

Se dice que el ser humano es angustia, esto, porque se define a éste por el compromiso de su acción. El ser no “sufre” la angustia, ni siquiera la “padece”, sino que “es angustia”. La angustia no es algo que llega al ser de forma externa, sino que surge desde su interior, de la posibilidad de sus acciones. Se diferencia del “sufrir” y el “padecer”. Un miedo puede sufrirse o padecerse, en cambio el ser humano debe “ser” angustia para poder alcanzar su autenticidad. El miedo es siempre algo exterior, la angustia, en cambio, es inmanente y es la consecuencia de tener que elegir, es la consecuencia de la íntima responsabilidad del ser porque no puede dejar de obrar.

La angustia se considera como el precio de la libertad; de encontrarse sólo, ante sí, y tener que decidir sin recurrir a ninguna norma, a nadie ni a nada ajeno a mí, pues el ser es el único legislador de sus acciones, de sus decisiones, de todo lo que puede formular o hacer para llegar a obtener su autenticidad. La angustia constituye el modo de ser propio de la conciencia. Pero, ante la angustia, pueden adoptarse conductas de huida y estas son la expresión de un ser inauténtico.

Muchas veces el poder puede llegar a corromper la autenticidad de un ser humano. Si se le otorga poder a un ser auténtico, puede irse deshumanizando conforme más y más poder obtiene. Un ser humano auténtico puede llegar a tener algún tipo de poder, pero no puede llegar a ser o sentirse más poderoso o capaz que alguno de sus semejantes.

Para que el ser humano pueda entrar al proceso de obtener autenticidad necesita aceptar su existencia. Debe reflejar su existencia, su esencia en su totalidad para poder proyectarse como desea ser. La existencia precede a la esencia. Debe también, cosificar. Cosificar es objetivar y esto es una de las formas de coacción de la acción del otro, de su elección, del ejercicio de su libertad. Ser visto por otro es la forma más completa de la expresión de la cosificación. La libertad queda atrapada y el ser se aliena a un ser que es “visto por otro”. Sentirse observado, sentir la mirada de otro, es comprobar que el ser dejó de ser dueño de la situación, porque hay una libertad que le hace frente haciendo del ser un instrumento entre muchos. Pero, esta, la posibilidad de sometimiento al otro, lo que activa la reacción cosificadora del ser sobre el otro y, de esta forma, el enfrentamiento, la lucha por la autenticidad, aparece. Debe de cosificarse para luego poder luchar por encontrar su autenticidad. Ser auténtico ante la mirada de los demás y ante la mirada de sí mismo; ésta última, mediante la introspección. También, el ser debe ser intersubjetivo. La subjetividad única del ser llega a ser reconocida en el marco de la intersubjetividad. La subjetividad que el ser alcanza, no es una subjetividad estrictamente individual, pues el pensar del ser no sólo se descubre a sí mismo, sino también al pensar de y a sus semejantes. Según Martin Buber: El “yo” no es posible sin el “tú”. Así pues, para obtener una verdad cualquiera sobre el ser, es necesario pasar por otro ser. El otro, de esta manera, hace una aparición como realidad indispensable para mi propia existencia. En la intersubjetividad es donde el ser decide lo que él es o será y lo que son o serán los demás, tanto para él como para sus semejantes.

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