¿Es Real El Mundo Externo?

¿ES REAL EL MUNDO EXTERNO?

Algunos dicen que estos síntomas marcan el inicio de un gran renacimiento, pero hay otros que ven en ellos el reflejo de una decadencia a la cual está destinada nuestra civilización. Antes, tan sólo la religión fue objeto del ataque de los escépticos. Luego los iconoclastas comenzaron a destrozar los ideales y principios que hasta entonces se habían aceptado en el terreno del arte; ahora han invadido el templo de la ciencia.

En fin, casi podría decirse que cualquier teoría absurda que sea formulada en el mundo de la ciencia llegará a encontrar en un lugar partidarios y discípulos.

La ciencia en general se presenta ante nosotros con el aspecto de una maravillosa estructura teórica. Da armonía a la superestructura de la ciencia, pero no puede proporcionar los cimientos o las piedras fundamentales. ¿Dónde encontraremos firmes cimientos sobre los cuales podamos basar científicamente nuestras ideas acerca de la naturaleza y del mundo en general? El comienzo de cualquier acto de conocimiento, y por tanto, el punto de partida de toda ciencia, debe ser nuestras experiencias personales. Es decir, nuestra percepción sensorial directa de las cosas externas. Estos son los datos inmediatos del acto del conocimiento, y forman el primero y el más eficaz asidero de la cadena del pensamiento científico. Si la ciencia física desempeñase su función mediante la simple concatenación de estos datos y refiriéndose a ellos, nadie podría poner en duda la veracidad de sus fundamentos.

La escuela que defiende este concepto se denomina generalmente escuela positivista. En tanto que nos mantengamos en línea positivista debemos ocuparnos tan sólo de los diversos tipos de experiencias y desconocer cualquier otra fuente de conocimiento humano. Aquí radica la fortaleza de la escuela positivista.

Se comprende que sobre la base de un mero complejo individual de experiencias, el individuo más inteligente sería incapaz de constituir un sistema científico comprensivo. Así, nos enfrentaremos ante la alternativa de renunciar a la idea de una ciencia comprensiva, cosa difícilmente aceptable incluso por los positivistas más convencidos, o admitir una transacción y permitir que la experiencia de los demás contribuya a formar los fundamentos del conocimiento científico.

Al hacerlo así se renunciará, estrictamente hablando, a nuestro primitivo punto de vista, es decir, del que sólo los datos primarios constituyen una base indiscutible de la verdad científica. El principio fundamental de este sistema es que únicamente la percepción inmediata puede ser considerada como material veraz para la ciencia.

En consecuencia prescindimos del positivista y atribuimos un tipo más elevado de realidad que el de la simple descripción de las impresiones sensoriales inmediatas a los descubrimientos

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