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Esayo Sobre Yobani Picolo De La Mirandola


Enviado por   •  29 de Enero de 2014  •  2.005 Palabras (9 Páginas)  •  404 Visitas

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Introducción:

Antes que nada es importante recordar que la Filosofía Occidental nace en Grecia en la que se verificó un portentoso desarrollo cultural, principalmente en el siglo V a.C.

El progreso del pensamiento occidental se ha dado principalmente en tres etapas: I. Etapa Cosmológica (Edad Antigua). II. Etapa Teocéntrica (Edad Media). III. Etapa Antropocéntrica (Edad Moderna). Esto explica que las concepciones de pensamiento de occidente sobre el ser del hombre se han inclinado a concebirlo de acuerdo a cada una de estas etapas. A continuación se presentan brevemente las principales concepciones occidentales sobre el hombre a partir de la influencia que en ellas tienen estas etapas del pensamiento.

Filósofos Griegos:

Los filósofos llamados Presocraticos no se plantearon la pregunta sobre el hombre, porque la primera admiración, origen del filosofar según Aristóteles se la causaron los fenómenos de la naturaleza. Ellos se preguntaron sobre cual era el o principio último de los fenómenos naturales tan distintos como los que observaban. Es hacia la mitad del siglo V, por obra de Sócrates y de los sofistas, cuando se comienza a dar importancia al tema del hombre.

Para Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas”.

Sócrates no afirmará tanto pero fue su magisterio el que centró el pensamiento griego sobre el hombre, la verdad, la dignidad humana, el conocimiento de sí mismo y la vida conforme alas normas morales que dicta la razón.

Para Platón el hombre es, ante todo, alma, de origen divino, inmaterial, eterna e inmortal, unida accidentalmente al cuerpo como consecuencia de un pecado y con la misión de gobernar y regir al cuerpo como timonel a una nave. La antropología de platón y de sus posteriores seguidores los platónicos en este caso Plotino, influirá bastante en el pensamiento cristiano y en el medieval.

Para Aristóteles alma y cuerpo se unen substancialmente como dos naturalezas incompletas, como materia y forma en una sola naturaleza. Definirá al hombre como “animal racional”, también contempla al hombre como “animal social y político”.

La doctrina estoica no se preocupa tanto de saber que es el hombre, sino solo de cómo debe vivir para alcanzar la felicidad; es una ética eudaimonística pero también rígidamente exigente el dominio de las pasiones y los afectos para conformarse a la razón.

Aportaciones del Cristianismo:

El hombre es criatura de Dios, es un ser que surge del acto creador de Dios que le trasmite un aliento vital, para entrar con el en una relación parsonalizante. Es un alma y una vida que empieza a ser cuando Dios la llama a este mundo. Pero el hombre es además carne. Todo el ser humano es obra de Dios; es imagen y semejanza de Dios, no porque Dios sea materia o cuerpo sino porque el hombre como tal es persona capaz de conocer y de amar de ser conocido y de ser amado.

Los Medievales:

San Agustín, el hombre es visto a la luz de Dios que es principio último de su ser, perfección absoluta, hogar único de toda verdad, principio, modelo y fin de todo hombre. Para él, el hombre sólo puede saber qué es a través del recogimiento, de la interioridad; así las respuestas hay que buscarlas dentro de uno mismo, no en el exterior.

Santo Tomás de Aquino, nuevamente recupera la unidad substancial del hombre: el ser humano es uno, formado por dos principios, cuerpo y alma. El cuerpo no es algo accidental al hombre, es constitutivo esencial en él. Es por esto que para el Aquinate “el hombre es un confín entre dos mundos”: del natural, por su cuerpo; del supranatural, por su alma. Por esta unidad substancial para Santo Tomás quien conoce no es el alma, es el ser humano completo; quien siente no es el cuerpo, también es todo el hombre. Lo supremo de este ser es su racionalidad, la cual lo faculta para entender y querer libremente. Por naturaleza el ser humano se orienta a la perfección, pero su sensualidad puede alejarlo o acercarlo a esa perfección, la cual está de manera total y definitiva en Dios.

San Buenaventura, influenciado fuertemente por San Agustín señala que el hombre es cuerpo y alma pero lo principal es ésta por ser imagen de Dios. El objetivo último de los conocimientos humanos es Dios. A Dios se le conoce en la naturaleza, por sus vestigios; también, de un modo más inmediato, en su propia imagen, que es nuestra alma; vuelve el tema del hombre interior de San Agustín. Cuando la gracia comunica las tres virtudes teologales se ve a Dios, en nosotros, y, por último, se conoce a Dios directamente en su ser, en su bondad, en el misterio trinitario mismo y, como culminación en la contemplación extática, en el “ápice de la mente”.

Los Racionalistas:

René Descartes, creyó poder explicar al hombre por las ideas claras y distintas que de él tenia en su mente porque, según su método, había que pasar del pensamiento a la realidad, no de la realidad al pensamiento. Para él la esencia del hombre es pensar; y por lo tanto hay una oposición entre cuerpo y alma (entendida ésta sólo como facultad de pensar, claro). Volvió a dividir al hombre en cuerpo y alma accidentalmente unidos pero substancialmente diversos.

Leibniz, discípulo de Descartes hará de la persona una mónada individual, cerrada sin puertas ni ventanas.

Los Empiristas:

Su filosofía se orienta principalmente a la teoría del conocimiento, la cual repercute en su concepción antropológica. Para estos pensadores (Francis Bacon, Locke, Hume, entre otros) en el conocimiento existe una primacía de la sensibilidad sobre la razón. De ahí que la corporeidad humana se revalorice en esta filosofía, sin llegar a un materialismo negador de una dimensión inmaterial en el ser humano. El alma, de alguna manera inmaterial, pero profundamente dependiente del cuerpo, es reducida a una estructura psíquica en donde se suceden las representaciones mentales de los objetos percibidos directamente por los sentidos.

Los Idealistas:

Manuel Kant, en su obra la Critica de la Razón pura, el hombre es visto en tres dimensiones distintas: primero como yo empírico o apercepción empírica que deriva de la autoexperiencia sensibles del sujeto, después como yo trascendental que precede

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